Con un concierto en el Teatro La Caridad, Yaíma Orozco y Alfred Artigas mostraron al público santaclareño el fruto de su último trabajo con el disco Gracia. Las próximas presentaciones serán el sábado 29, en la Casa de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, a principios de diciembre en la Universidad Central y el 8 del propio mes tendrán la oportunidad de tocar en el Museo Nacional de Bellas Artes.
Alfred Artigas posee sin lugar a dudas un talento innato para la guitarra y los arreglos. En escena derrocha el virtuosismo en las cuerdas e inevitablemente «se echa en un bolsillo » al público.
Para Yaíma Orozco, viajar a Europa y trabajar con Alfred significó un vuelco positivo para su carrera artística. (Foto: Cortesía de los entrevistados)
Desde que Yaíma irrumpió en el panorama trovadoresco mejunjero ha cautivado a todos con su voz limpia al oído y la sensualidad que despliega al cantar. Ha crecido tanto como músico y ahora se nos presenta diestra en géneros y fusiones en ocasiones poco tratados por otros artistas.
Ambos se convierten en el escenario en una dupla perfecta.
Con Gracia se llega a cualquier lugar
Para Yaíma Orozco, viajar a Europa y trabajar con Alfred significó un vuelco positivo para su carrera artística. Allí concretó gran parte de su disco Gracia, en el que nos muestra sus canciones desde otro concepto. En este fonograma se sustituye la acostumbrada fluidez de su fraseo melódico y aparece un canto más entrecortado, con marcada influencia jazzística. Con una atmósfera armónica de mayor complejidad, Yaíma recurre a giros y cadencias poco convencionales.
En Cataluña se presentaron en centros culturales, salas, bares y pequeños pueblos. También estuvieron en Cádiz, Almería y La Rioja. Viajaron luego hasta Toulouse y se encontraron con la trovadora Irina González y Miguel Angel de la Rosa, y formaron por allá una especie de extracto de La Trovuntivitis.
«Alfred es el peso mayor de la música del dúo en cuanto a arreglos «, cometa. «De vez en cuando le doy una idea de cómo me imagino algún tema o cómo quiero que suene. A veces hago como un boceto imaginario, pero me cuesta un poco transmitírselo a él porque no tengo la terminología de la escuela. Hacemos trabajos en equipo pero la carga de los arreglos es suyo ».
Puede decirse que Gracia es una experimentación que marca una diferencia en lo anterior que hacías.
Cambia desde la manera de cantar, incluso de interpretar las canciones que ya existían. He aprendido a jugar con la improvisación, gracias a los arreglos de Alfred que se apegan más al jazz. Se me ha dado la oportunidad de asistir a conciertos de jazzistas e inconscientemente me he apropiado de este conocimiento.
«En este trabajo mi voz hace función de un tercer instrumento porque es un formato muy pequeño, solo con dos guitarras. Los temas que han salido después del dúo también son diferentes en cuanto a armonías y melodías porque trabajar con Alfred me pone a tomar la guitarra con rigor. Tengo ahora que tocar cosas que antes no estaba acostumbrada, ritmos que no conocía, a hacer bloques en un mismo tema.
«Desde el punto de vista del instrumento, me obliga a prepararme mucho más. Ahora las melodías me las pienso mejor, intento crearlas de otra manera. Aprendí a no irme con la primera que salga, sino detenerme más en los recorridos de las melodías para que sean más interesantes ».
¿Cómo fue el proceso de selección de los temas para el disco?
Este fue un disco muy informal. No teníamos idea de hacerlo. A raíz de una serie de conciertos juntos de repente acumulamos ocho canciones arregladas. Grabamos los temas para que nos quedaran de recuerdo, pero después que lo escuchamos nos gustó muchísimo. Yo tenía un viaje a Argentina y decidimos buscarle un diseño. Hemos grabado en Barcelona cinco temas más para la segunda edición. Incluimos Nueva Melodía, Remolino, Como un color, Reclamo y Canto Viajero.
El nombre resultó por el título de una de las canciones. ¿Por qué Gracia?
Casi todos los temas del disco ya existían y Alfred hizo los arreglos. En cambio, Gracia tiene mi letra y la música de los dos, fue el primero que hicimos en conjunto con un trabajo de mesa, por eso le llamamos así. Guarda mucha relación, porque esta palabra, pensando en un proyecto, es la gracia de las dos músicas juntas.
Tendrán la oportunidad de presentarse en «Bellas Artes », lo cual siempre significa un paso importante para los artistas y agrupaciones cubanas.
Solo había estado allí de invitada, hacía voces o presentaba algún tema. Le tengo mi respeto como artista a tocar allí, pero me dan muchas ganas de hacerlo porque es un lugar respetable que trasmite muchas cosas.
Un catalán coloniza con música a Santa Clara
Alfred Artigas se ha ganado la admiración de los músicos y el público santaclareño desde que inició su trabajo junto con Yaíma. Aunque comenzó temprano a tocar la guitarra, cuenta que el aprendizaje autodidacta le duró poco tiempo. Un vecino le enseñaba en el pueblo donde vivía, a treinta kilómetros de Barcelona.
«Empecé tocando rock and roll. Me gustaba Pink Floyd, Jimi Jendrix y un día escuché un disco de un guitarrista de jazz norteamericano llamado Joe Pass. Me dije: ¿y esto cómo se hace? Comencé a conocer gente con diecisiete o dieciocho años que también le gustaba lo mismo. Nunca más salí de ello »
«Seguí tocando hasta que en el 2000 abrieron en Barcelona el grado superior de conservatorio de jazz y entré en su segunda promoción. Estuve cinco años »
«Las primeras veces que toqué profesionalmente fue a partir de los trabajos que me pasaba un profesor. Él tocaba en hoteles y a veces no podía ir, yo iba a sustituirle. A raíz de llegar al conservatorio entré al circuito de los clubs, a festivales, bares...
«Algún arreglo esporádico hacía. Soy mucho más intérprete que arreglista ».
¿Cómo logra un catalán hacerle arreglos a la música cubana?
Me cuesta mucho en realidad, integrar la clave, al menos tocar de una manera natural cierta rítmica cubana. Yaíma a veces me corrige. La mayor parte de los arreglos intenté llevarlos a mi terreno y halar a Yaíma, aunque ella no se deja todo el tiempo, entonces acabamos en un terreno común.
¿Cuál de estos temas del disco y en general otros que interpretas con Yaíma te resultó más cómodo o mejor acabado?
Las que más me gustan son las que salieron de manera más natural. Algunas tuvieron un proceso más largo. Por ejemplo, La Bayamesa, minutos después de que Yaíma me la enseñase, se me ocurrió hacerla así. Tiene que ver un poco con el filin, se trata de dar más información armónica de la que realmente lleva la canción. Es la estética del jazz, generar más armonía de la básica.
¿Has compuesto algún tema?
Lo he hecho, pero como componer representa y pide una disciplina, en ese sentido no soy muy disciplinado. Lo soy estudiando, sin embargo, componiendo espero a que me salgan las cosas. Tengo mis composiciones, pero no soy uno muy prolífico.
¿El público ha sido receptivo en los lugares donde tocan?
Hemos tocado en sitios muy diferentes, desde bares pequeños para 30 o 40 personas hasta un festival más grande. La gente que no lo ha escuchado nunca, obviamente, lo que les llega es Yaíma y su voz, que gusta mucho allá. Sobre todo, gente que a lo mejor tiene cierto conocimiento de la música cubana, de la trova, y saben apreciar lo nuevo que pueda tener el proyecto. A los que no conocen parece que también les llega porque al final son canciones y Yaíma le aporta una naturalidad tremenda que hace que llegue a cualquiera.
«La diferencia básica entre el público cubano y el español es la competencia de unos y otros. Cuando tocamos aquí La Bayamesa o una guajira, como ha pasado por mi filtro pues aquí se mira desde ese punto. De repente tocamos La Bayamesa en Barcelona y Yaíma tiene que explicar lo que significa la canción. El nivel de aceptación es el mismo. Al final, en España y Cuba es parecido el calor ».