El Fidel de las mil batallas

A un año de su desaparición fí­sica, los villaclareños evocan la grandeza del lí­der histórico de la Revolución cubana.

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Imagen de Fidel en desfile por el Primero de Mayo en Santa Clara.
Fidel siempre estará presente en las batallas del pueblo villaclareño. (Foto: Ramón Barreras Valdés/Archivo de Vanguardia)
Idalia Vázquez Zerquera
Idalia Vázquez Zerquera
@IdaliaVzquez
7542
23 Noviembre 2017

Nací­ entre consignas de una Cuba en Revolución, y el deseo de Fidel de hacer realidad los sueños del Moncada.

Crecí­ mirándote siempre erguido, animando al pueblo en cada triunfo, y dándole aliento en cada revés que supiste convertir en victoria. Ni huracanes desafiantes ni amenazas imperialistas doblegaron tu temple.

Fidel recorre Jibacoa durante inundación ocurrida en 1988.
Fidel desafí­o los peligros junto a los villaclareños en momentos difí­ciles, como las inundaciones ocurridas en Jibacoa en 1988. (Foto: Archivo de Vanguardia).

Maduré con tus programas hechos realidad, y un paí­s socialista en ví­as de desarrollo.

Ante los achaques del cuerpo, tuviste el valor de ceder tu puesto a otros para continuar el camino trazado; pero seguí­as inquieto porque todaví­a tení­as mucho que hacer, y no era el momento de partir.

Con la sabí­a de mil batallas, te dedicaste a recopilar memorias sobre tu visión del mundo contemporáneo y los peligros que lo acechan.

La noticia de tu muerte   me llegó bien entrada la noche de aquel fatí­dico viernes 25 de noviembre, cuando me disponí­a viajar a La Habana.

Impresionaba el silencio imperante en las calles capitalinas como sí­mbolo de respeto y dolor. Toda Cuba recibió con pesar el acontecimiento.

Entonces, recorriste la isla para darle el último abrazo a tus coterráneos, para regresar a tus raí­ces, más fuerte, más invencible, más inmenso.  

Pueblo de Placetas rinde tributo a Fidel al paso del cortejo fúnebre por ese municipio.
No te defraudaremos. Tu simiente creció y echa raí­ces. (Foto: Redacción digital de Vanguardia)

A un año de tu adiós, el pueblo te sigue queriendo como el dí­a en que, de Oriente a Occidente, irrumpiste con los barbudos en poblados y ciudades con la Caravana de la Libertad.

Ahora, otros discí­pulos tuyos guí­an la Revolución, esa que levantaste con ideas y nadie podrá quebrantar.

Tranquilo, no te defraudaremos. Tu simiente creció y echa raí­ces. Sabemos que allí­ donde reposan tus restos, contemplas la Patria orgulloso.            

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