El secretario general de la ONU, António Guterres, dialogó en el Palacio de Convenciones de La Habana, en el XXXVII periodo de sesiones de la Cepal, sobre el mundo contemporáneo y la gestión de ese organismo que ha puesto por delante «la igualdad como visión central del desarrollo ».
Después de felicitar al Miguel Díaz-Canel por asumir la presidencia de la Isla y agradecer la bienvenida y hospitalidad de Cuba, el alto funcionario dirigió sus palabras a realidades globales como el cambio climático, los desafíos trasnacionales, el lavado dinero y la existencia de corrientes financieras ilícitas, al igual que se refirió a la cuarta revolución industrial, el creciente enriquecimiento de los ricos y las vulnerabilidades en cuanto a seguridad.
Decenio tras decenio, indicó, la Cepal ha sido progresista y ha desempeñado un papel precursor en líneas económicas y ambientales del desarrollo. Resaltó en particular la visión de desarrollo con énfasis en el ser humano y la igualdad.
A esta última, ha mirada de manera más profunda, centrándose en la atención a la igualdad de derechos en sus sentido más amplio, económica social y política, todo sobre bases de estudios sólidos, en coordinación con organismos internacionales.
Siempre ha estado en la primera línea, mediante políticas de base empírica y ha impulsado el progreso, destacó el líder, mientras estimó que la visión y enfoque de la Cepal son más necesarios que nunca antes. De ahí que para él este organismo es «el modelo que queremos replicar » en el mundo.
La historia de la Cepal es la de la lucha por la justicia, nos recuerda que no debemos rendirnos jamás… Comprometámonos a seguir luchando por una globalización equitativa que no deje a nadie atrás, dijo.
«Es verdad que la globalización ha traído beneficios, más personas han salido de la pobreza, más personas ahora viven una larga vida y más saludable, pero muchos se han quedado atrás ».
Las personas se preguntan con razón: qué mundo es este, donde un puñado de hombres (los más ricos) acumulan el doble de la riqueza de la mayor parte de la humanidad.
Al respecto, puso el acento en las mujeres y jóvenes y la necesidad de que se empoderen, de modo que se eviten repercusiones en el desarrollo de los países, con impacto negativo en materia de seguridad.
Abogó asimismo por hacer de la cuarta revolución industrial un origen de bienestar y progreso, en vez de algo que influya de manera negativa en la sociedad.
Señaló un posible camino, el de la globalización equitativa para impulsar el empoderamiento de las mujeres y jóvenes, reducir el cambio climático, y generar más oportunidades a todos en un planeta sano.