Osvaldo Rojas Garay
Osvaldo Rojas Garay
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28 Noviembre 2016

Tomás Aquino Abreu íguila, el último de los lanzadores fundadores de nuestras series nacionales que se retiró del béisbol activo, es un hombre privilegiado.

El único serpentinero que ha rubricado dos juegos de cero jits cero carreras en forma consecutiva en nuestras series nacionales tuvo el honor de conversar en varias ocasiones con nuestro Comandante en Jefe y hasta de lanzarle durante la segunda visita que el lí­der de la Revolución Cubana hizo al estadio Sandino el 6 de febrero de 1966.

«Me levanté temprano el sábado y cuando salí­ a la calle un amigo me dio la triste noticia. Creo que ha sido un suceso muy impactante en Cuba y en todo el mundo.

«Considero que el Comandante en Jefe es el hombre del siglo pasado y del presente. En las ocasiones que conversé con él percibí­ a una persona con inteligencia superior.

«He estado en 12 paí­ses y no he visto a un presidente de un paí­s que se preocupara tanto por el deporte como él. Siempre se mantení­a atento a la salud de los de los deportistas, a la alimentación e incluso, particularizando en el béisbol, fue muchas veces a los entrenamientos de la selección nacional. Le gustaba mucho la máquina de lanzar.

Cuando conversamos en la mañana de este lunes se disponí­a a dirigirse hacia la Casa de los Combatientes de este último municipio a rendirle homenaje al inolvidable Comandante.

«Ya te rompí­ el no jit no run »

Aquino Abreu. (Foto: Archivo).

No quise robarle mucho tiempo al otrora monticulista y sostener una larga conversación de las que ha menudo solemos establecer. Sé que atraviesa por un momento doblemente difí­cil, pues me enteré por boca de su esposa que al dolor de la desaparición fí­sica del lí­der de la Revolución Cubana se une el haber perdido recientemente a uno de sus hijos.

Por eso prefiero reproducir su testimonio para mi libro Fidel nunca se poncha que gracias a la Editorial Capiro salió a la luz el pasado 12 de agosto, ví­spera del cumpleaños 90 del Comandante en Jefe.

  «Aquel domingo, me confesó Aquino no estaba previsto que yo lanzara, pues sentí­a molestias en el codo del brazo derecho. Por eso, le pedí­ permiso a Asdrúbal Baró, el manager de mi equipo, Centrales, para que me permitiera irme para Cumanayagua, al finalizar el primero del doble juego frente a Orientales.

«Baró estuvo de acuerdo. Al terminar el primer partido, me dirigí­ hacia el cuarto para recoger las cosas y marcharme. Enseguida entró detrás de mí­ Leonel Garcí­a, el zurdo de Vueltas, y me dijo: «Oye, no te desvistas, que Fidel te está buscando ».

«Cuando salí­ encontré al Comandante en el pasillo, acompañado de Arnaldo Milián, el primer secretario del Partido en Las Villas en aquella época, quien era un entusiasta aficionado a la pelota.

«Fidel me dijo: «Vine a romperte el no hit no run. Cuando termine el   segundo juego tú me vas a pitchear. No vayas a tener miedo de darme un pelotazo ».

«Al concluir el segundo enfrentamiento de la tarde agrega, salió para el terreno, mientras yo calentaba. Al principio le tiré flojo, pero él se percató, se fue hasta el box y exclamó: "Me estás engañando, con eso tú no le das un no hit no run a nadie. ¡Lanza fuerte, no tengas miedo!".

«Me puse de acuerdo con el receptor Jesús Oviedo y aumenté la velocidad de los enví­os. La respuesta de Fidel no se hizo esperar: "Tú ves, ahora sí­" ».

Durante su actuación como bateador nuestro máximo dirigente conectó roletazo al campo corto, machucón a segunda, un fly de foul, y al quinto lanzamiento, disparó hit al jardí­n central. Mostró su inconformidad con una bola pegada, que el árbitro Mario Cossí­o decretó strike, y con rolling a la inicial, finalizó su estancia en el cajón de bateo.

«Cuando terminó de batear rememora Aquino  , me puso la mano en el hombro y en tono jocoso comentó: "Ahora te puedes ir a bañar y a descansar, que ya te rompí­ el no hit no run" ».

«Después añade me preguntó que me hací­a falta. Le contesté que me estaba doliendo mucho el codo, y lo que más deseaba era poder participar en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en San Juan, Puerto Rico, en junio de ese año ».

Dí­as más tarde, mientras jugaban en Camagí¼ey, le avisaron que debí­a presentarse con urgencia en la capital. Allí­ recibió una mayúscula sorpresa, pues nunca imaginó que serí­a Fidel, personalmente, quien le comunicarí­a el propósito de la citación: «Te mandé a buscar para que te pongas un tratamiento, te cures y puedas ir a la competencia de Puerto Rico ».

El anhelo del í­dolo de Cumanayagua (aunque es natural de Loma Grande, cercano a San Fernando de Camarones y vive desde hace más de 30 años en Manicaragua) se convirtió en realidad. Asistió a la confrontación regional como parte de la histórica delegación del Cerro Pelado.

En esa justa los criollos recuperaron el tí­tulo perdido en Kingston, Jamaica, en 1962, y él superó a los boricuas, 5 carreras por 2, en la primera presentación de la selección cubana.

Al regreso, en el acto central de recibimiento a la gloriosa Delegación de la Dignidad, efectuado en el estadio Latinoamericano el 29 de junio, en una parte de su discurso el Comandante en Jefe, expresó:

«Allí­ se reunieron todos los mercaderes del deporte. Cuando veí­an pitchear a nuestros campeones, cuando veí­an a ese magní­fico pelotero y ejemplar ciudadano que tuvo la gloria de pitchear dos juegos sin hits ni carreras, Aquino Abreu, inmediatamente querí­an contratarlos, comprarlos, como se dice en la pelota ».

Muchos momentos importantes vivió este ilustre veterano en sus 14 temporadas nacionales, pero aquellos instantes cercanos a Fidel ocuparán siempre un lugar especial en su memoria.

«Esos minutos jamás los olvidaré. Pude percibir toda su grandeza. Me conmovió profundamente su extraordinaria sensibilidad. ¿Cuántas veces ocurre que el presidente de un paí­s se preocupe en persona por la salud de un humilde pelotero, un guajiro como yo? ».

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