Desde 1851, Remedios, la bella, tiene el alma dividida en dos bandos: San Salvador y El Carmen. El uno, con atavío azul y rojo, simbolizado por el gallo viril que litiga, vigila, hincha el buche con prestancia de caballero….; el otro, gavilán de alto vuelo, macho confiado, voluntarioso, pero sereno.
Más de dos siglos de fuego en los que Remedios, la bella, ha celebrado la Navidad acogiendo a fanáticos, viajantes de todas partes, espectadores feroces o felices entusiastas. La parranda azuza el espíritu como si lo espolearan mil demonios. ¡Bravo!, ¡Bravo!, vocifera la ciudad con un clamor tan hondo que se siente como salido de la garganta del suelo: al final de la noche, ganarán todos.
La de este 24 de diciembre fue una parranda iluminada, necesaria, para ahuyentar miserias y aguardar un mejor año. San Salvador con su carroza «Lucifer, el ángel caído»; El Carmen, con «Un suspiro marino». Todos van y regresan sin voz, con los ojos cansados de vivir demasiado en una sola noche.
Remedios, la bella, pare hijos de fuego. La del 2020 ya se sueña. (Liena María Nieves Portal)