Cuando el Dr. Rubiera anuncia por televisión que una tormenta se acerca a la región central del país, en Jibacoa, el poblado cabecera del Escambray villaclareño, hasta el gato sabe lo que va a pasar y lo que hay que hacer. Todos saben que las tormentas traen lluvia, y que cuando llueve «pa´ la cabeza», el agua baja e inunda el valle.
El valle de Jibacoa es como una «batea» con un tragante en el fondo (el sumidero). Cuando se llena muy rápido ese pequeño agujero no da abasto y se inunda, tardando muchos días en evacuar. Entonces las carreteras y los caminos quedan cubiertos en los puntos más bajos y muchas comunidades y regiones quedan incomunicadas.

Los vecinos de las zonas bajas saben que corren el riesgo de quedar bajo el agua, por lo que deben evacuarse. Cualquiera conoce que un techo ligero se puede ir con el viento, por lo que hay que asegurarlo.


Cuando pasa la tormenta, no hace falta que nadie venga a decir lo que se necesita. Todos lo saben muy bien.