La dieta de la discordia o ¿por qué el maltrato?

¿Hay necesidad de tratar mal al público? ¿A plena luz del dí­a era tan complicado actualizar una dieta, cuando no se necesitaban ni energí­a eléctrica ni recursos del Estado?

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Liena María Nieves
Liena Marí­a Nieves
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21 Septiembre 2018

Otra vez el humanismo en crisis. Otro ejemplo de vergonzosa inoperancia. ¿Pensar como paí­s? ¿Esforzarse por facilitar lo que no tendrí­a por qué ser tan complejo? Muchos ya lo han ungido como filosofí­a cotidiana en el cumplimiento de sus responsabilidades, pero algunos desvirtúan el objeto social de sus entidades y organismos en nombre de una «intransigencia » mil veces cuestionada por el pueblo y los medios de prensa.

El pasado martes 17 de septiembre, el santaclareño Kenny Williams León Martí­nez escribió al correo de La columna de la calle motivado por la indignación y la necesidad de que su caso encuentre una respuesta y un resarcimiento moral. Ese dí­a se dirigió con su esposa embarazada a la Oficoda #19, cita en la calle Colón esquina a Nazareno, para renovarle la dieta y recoger el cupón de la canastilla de su bebé.   Al menos, a eso aspiraba. ¡Error!

«Entiendo perfectamente la situación que está atravesando el paí­s, pero todos sabemos que es algo coyuntural. No por esa razón podemos permitir que un grupo de personas no estén dispuestas a trabajar porque les hayan comunicado que deben ahorrar energí­a eléctrica. Entiendo que empresas que laboran con tecnologí­a no puedan prestar sus servicios porque son altos consumidores, pero, ¿qué podrá gastar una Oficoda?

«A la 1:00 p.m. me dirijo a esa oficina con mi esposa […] y allí­, no de la forma más correcta, me comunicaron que solo trabajan de 8:00 a.m. a 11:00 a.m. Les pedí­ que me ayudaran ya que ella habí­a pedido la tarde en su trabajo para resolver dicha situación, y me respondieron con estas palabras textuales: “Nosotras no estamos aquí­ para ayudar a nadie, no a ella....a nadie” ».

Sin comentarios. Y añade: «Todo lo contrario ocurrió con las dependientes de la Canastilla, en Colón y Candelaria, que hasta nos dijeron que podí­amos ir el sábado en la mañana ».O sea, mientras que unos buscan alternativas para aliviar las cargas del prójimo, otros, simplemente, parecen concentrados en el objetivo de hacerlas más insufribles.

«Ahora yo me pregunto: ¿hay necesidad de tratar mal al público? ¿A plena luz del dí­a era tan complicado actualizar una dieta, cuando no se necesitaban ni energí­a eléctrica ni recursos del Estado? ¡Solo hací­a falta un poquito de humanidad! », concluye León Martí­nez su mensaje.

Sirva esta denuncia a quienes, al calor de las circunstancias, ven la oportunidad para incumplir y anular las necesidades del otro, pues nunca ha sido ese el objetivo de las medidas de ahorro que impulsa el gobierno cubano. Vanguardia, Kenny y su esposa, y las tantas familias que puedan enfrentar el mismo obstáculo, reclaman una respuesta inmediata.

 

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