Los paradigmas de este 2021 van cambiando poco a poco. Luego de mandar bien lejos el año anterior y apostar por un futuro con vacunas y sin nasobucos, la realidad nos golpeó en pleno rostro y nos encerró nuevamente en las casas.
El tercer rebrote llegó y se plantó, justo cuando ya estábamos demasiado cansados y los bolsillos, tanto personales como los del país, tenían poco más que telarañas.
Perdimos los beneficios ganados gracias al esfuerzo del personal médico, por culpa de las malas gestiones y las indisciplinas personales. La culpa, la maldita culpa, esta vez la tuvimos todos.
Pero el 2021 no es el 2020.
Si cuando conocimos el coronavirus, el pánico y las medidas de protección pusieron candados a gran parte de los centros de trabajo y negocios particulares, en este tercer embate los villaclareños se niegan a darse por vencidos.
Bajo la premisa de «solo los imprescindibles en cada sitio», diferentes sectores de la economía han encontrado una brecha para subsistir y continuar brindando servicios.
Santa Clara descubre los servicios a domicilio. La COVID-19 nos enseña nuevas gestiones de ventas y, por tanto, nuevas formas de servir y ser útiles. El paradigma económico y social de este 2021 va en motorina, bicicleta o a pie, de una punta a otra de la ciudad, cargando toda clase de comidas y objetos.
Así se suman los Sistemas de Atención a la Familia (SAF), que trabajan para que sectores vulnerables de la sociedad no se vean expuestos al virus, y restaurantes como La Bodeguita del Medio, con ofertas para llevar.
Pero los mayores innovadores en los servicios a domicilio son los trabajadores del sector no estatal.
En abril pasado, cuando todo cerró, no les quedó más remedio que transformar su gestión. El Estado les brindó varias garantías y pudieron quedarse en casa y reorganizar sus negocios.
Pero lo que en algún momento nos pareció cuestión de días o semanas, hoy no tiene fecha de término.
Los servicios a domicilio son historia antigua en el mundo. Incluso en Cuba, y en Villa Clara, algunos establecimientos se habían aventurado en ese camino con mayor o menor suerte. Pero ahora deben brillar y pulirse por la gran competencia.
Restaurantes, bares, cafés, heladerías, artesanos, dulcerías y un larguísimo etcétera se han sumado a este modelo de negocios cada vez con más eficiencia y esmero.
Cada uno ofrece su propia oferta y gana terreno en un público determinado.
Coexisten ahora mismo en el mercado, los precios más económicos (aunque cada vez son los menos) con los más exhuberantes. Y de tantas pizzerías y taquerías podríamos creer que estamos lo mismo en la rivera italiana como en la ardiente Guadalajara.
Pero opciones no faltan por ahora, cuando el hambre aprieta a media tarde y no nos atrevemos a exponernos al solazo o al virus.
Cada quien, con los recursos que tiene al alcance, brinda el mejor de sus servicios. El ingenio deviene un aliado imprescindible para generar ganancias en medio de la pandemia.
Todo se puede valorar desde las perspectivas del beneficio económico. Cientos de personas —porque no me atrevo a decir miles— han encontrado una fuente de trabajo, cuando la otra opción era gastar los ahorros en las eternas colas y esperar pacientemente.
Mucho debe mejorar nuestra ciudad a domicilio, pues gran parte de las ofertas nacen de la improvisación y sin los medios y condiciones necesarias. Podría perfeccionar, además, las ventas online, como una forma de gestión que debe llegar para quedarse.
A casi un año de la pandemia debemos explotar todo lo aprendido y aplicarlo una vez que finalice. No hacerlo es regalarle otra victoria a la COVID.