Un tesoro en peligro

Una subespecie endémica de cactus trata de sobrevivir ante impactos naturales recibidos en su hábitat.

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Cactus villaclareño
Una panorámica completa de este cactus villaclareño donado por una residente de la comunidad para la obtención de frutos, como los que aparecen en la parte superior de la corona. (Foto: Ramón Barreras Valdés)
Ricardo R. González
Ricardo R. González
@riciber91
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15 Agosto 2018

Es un cactus redondo. Pudiéramos decir que raro y atí­pico descrito por la ciencia en 1976 cuando comenzaron a estudiarlo en la otrora írea Protegida Cubanacán. Desde entonces ha llovido mucho, y quizás esa humedad no resultó muy provechosa en determinado perí­odo de vida y atentó contra el feliz desarrollo de lo que está considerado una subespecie endémica de Villa Clara.

El biólogo Iván Oliver Dí­az explica que tanto el Melocactus actinacunthus villaclareño como el que aparece en Matanzas son muy similares, y se diferencian por la cantidad de espinas que poseen, pues de unas seis visibles en el de nuestra región, su contrincante produce una o dos por encima. (Foto: Ramón Barreras Valdés)

Bien lo sabe el biólogo Iván Oliver Dí­az, especialista de conservación para plantas y animales del írea Protegida Reserva Florí­stica Sabana de Santa Clara, al incluir al Melocactus actinacunthus en esa categorí­a determinada por la distribución limitada en una zona geográfica, ya sea una provincia, región, paí­s o continente.

Este capí­tulo del endemismo abarca tanto la flora como la fauna, sobre todo aquellas especies que sufren los impactos de cambios mayoritarios en su hábitat, por lo que la ausencia de una respuesta genética conlleva a la disminución de la cantidad de ejemplares existentes y abre las puertas para una posible extinción.

Los sólidos conocimientos del entrevistado le permiten afirmar que en Cuba aparecen alrededor de 40 especies de cactus consideradas entre autóctonas y endémicas, con predominio de estas últimas, apoyado en el Inventario de la Flora cubana de 2017.

«La forma de cactus redondo posee una corona rojiza en la parte superior denominada cefalio, además de contar con espinas y cerdas en cuyo conjunto emergen las flores y tras ellas frutos que demoran semanas en desarrollarse ».

Como la Natura regala encantos vale decir que las flores sorprenden en horas de la tarde, abren una sola vez al dí­a y permiten apreciar su color llamativo con la particularidad de que son hermafroditas.

¿Especie o subespecie?

De acuerdo con las últimas actualizaciones realizadas por expertos foráneos en años anteriores el Melocactus actinacunthus resulta una subespecie endémica de Villa Clara derivada del Cactus Melocactus matanzanus existente en territorio yumurino. Las hipótesis auguran la posible ocurrencia de una dispersión natural que involucra a determinadas aves portadoras de sus semillas en el continuo peregrinar, pero lo cierto es que ni en la zona de Rebacadero, donde está localizado el nuestro, ni en el área matancera las poblaciones rebasan los dos o tres centenares.

Memorándum

De 11 especias de melocactus descritas en Cuba anteriormente han sido reagrupadas en solo dos.

Nuestra subespecie se desarrolla sobre rocas serpentinas con pocas capas vegetales y casi sin profundidad. En estas aparecen las raí­ces superficiales que se adhieren a las piedras y al maguey presente en la zona para convertirse en una planta nodriza que alimenta el «actinacunthus ».

La reproducción ocurre en perí­odos lluviosos, y en su tejido interior almacena mucha agua lo que le permite sobrevivir en tiempos de sequí­a.

El tamaño de los ejemplares resulta variable. En la adultez sobrepasan los 10 cm de altura, mas presentan un crecimiento muy lento, y no es hasta los cinco años aproximados en que logra formar su corona.

«Nunca se refirió en la zona una presencia superior a los 200 ejemplares; sin embargo, lo más triste radica en que figura, actualmente, entre las 50 especies más amenazadas en el paí­s producto de la acción indiscriminada del hombre y los azotes de incendios forestales, aunque por suerte esa porción villaclareña solo registra uno ocurrido hace años que afectó el hábitat », argumenta Oliver Dí­az.

El panorama se complica al afirmarse que si bien el cactus puede durar unas cinco décadas el territorio donde está localizado dispone de un ejemplar adulto, ya con 10 años de existencia, y otros seis pequeños. Cuatro de ellos son autóctonos y el resto obtenidos por semillas en el Instituto de Biotecnologí­a de las Plantas (IBP) adscrito a la Universidad Central «Marta Abreu » de Las Villas.

«No podemos hablar de población ante estas circunstancias debido a la pérdida de la información genética o genofondo al quedar pocos individuos.

¿Qué diferencia a este cactus de otros?

Lo primero radica en su forma redonda unido a la corona en su superficie que no aparece en los restantes y es donde ocurre el proceso de reproducción.

¿Se han ensayado métodos para adaptarlo a otro medio?

No han faltado, sobre todo en lugares donde existen rocas serpentinas similares sin obtenerse resultado. Para que este cactus desarrolle tiene que hacerlo en el sustrato original.

Si alguna cualidad interviene en este proceso es la extrema paciencia. Lleva inventario, monitoreo de la especie, investigación y manejo con vistas a reducir aquellas acciones desfavorables para la subsistencia.

Por esto impera en tiempos de sequí­a extrema regarles agua semanalmente, cubrirlos con una malla y hierba seca encima a fin de evitar deshidratación, y en el caso de los muy pequeños se coloca otro protector para contrarrestar los efectos ocasionados por el arrastre de rocas y agua en el momento de ser transplantados.

Observe el único ejemplar adulto que existe de esta subespecie en su hábitat. (Foto: Cortesí­a del entrevistado)

Cuando los frutos son colectados hay que proceder a la selección de las pequeñas semillas apoyado en un microscopio. Y se colocan en los germinadores solo aquellas que reportan óptima calidad.

«Uno de los adultos murió en 2015 al parecer por el ataque de un hongo. La siembra debe realizarse en pendiente con el propósito de que el agua corra y suprimir el exceso de humedad. Este factor tiene una dualidad pues a mayor longevidad se requiere de menos agua, no así­ cuando la plantación es pequeña ».

Los investigadores villaclareños tratan por todos los medios de salvar la especie, y no faltan los protocolos de manejo ante la limitada población existente.

«En la actualidad utilizamos métodos protectores contra la acción depredadora de lagartos y aves, aunque en el caso de las hormigas resultan favorables porque remueven el polen. A ello se suma la vigilancia para evitar que el desenfreno de los coleccionistas lleve a actuaciones inescrupulosas ».

Esta malla permite el muestreo preciso de la posición de fl ores y frutos sobre la corona como iniciativa que solo se realiza en esta provincia. (Foto: Cortesí­a del entrevistado)

No menos trascendente el aporte comunitario y la inclusión de las nuevas generaciones como promotores de la educación ambiental.

«Dos escuelas primarias que forman parte del írea Protegida: la Héroes del Moncada y Delfí­n Sen Cedré cuentan con un cí­rculo de interés, denominado Melocacteros de Rebacadero, en cuyo aval aparecen múltiples distintivos y reconocimientos, entre ellos el Premio Relevante a nivel de municipio y la participación en el Festival de Cactus auspiciado por el Jardí­n Botánico Nacional, entre muchos otros que se extienden a nivel provincial ».

Además entregan el premio Corona de Melocactus, con carácter anual, al integrante más destacado en las actividades del cí­rculo de interés. En las dos oportunidades, luego de establecido, ha recaí­do en Erika Rega Salgueiro.  

Ojalá que el desempeño humano en favor de la Naturaleza y las buenas intenciones de quienes la aman contribuyan a salvar una subespecie endémica, propia de nuestro terruño, que clama por un S.O.S. al constituir un tesoro en peligro.

Contrastes

El hecho asombra: Casi la mitad de la flora cubana aparece en peligro de extinción, a pesar de que el archipiélago presenta la mayor diversidad de plantas por km 2 en el universo.

Las realidades siguen sorprendiendo si se tiene en cuenta que el alto endemismo cubano resulta la caracterí­stica sobresaliente de esta flora para situarse en el cuarto lugar del Orbe entre las plataformas insulares.

Sin embargo; casi la mitad de la vegetación manifiesta tendencias a desaparecer motivado por las acciones humanas indiscriminadas, como influencia predominante, sobre las 4 627 especies evaluadas.

De estas; 2 143 muestran algún grado de amenaza, 569 advierten peligro crí­tico, otras 249 están en peligro, mientras 151 son vulnerables, y 1 174 figuran en el rango de amenazadas.

Cuba dispone de la Lista Roja para su flora elaborada por expertos de más de 30 instituciones del paí­s, Es lamentable que 25 especies florí­sticas se han declarado extintas por lo que apremia el examen sistemático de las variedades amenazadas e incrementar la educación ambiental a fin de restar los impactos.

A las acciones indiscriminadas del hombre se suman el efecto de las especies exóticas invasoras, la deforestación, la ganaderí­a con libre pastoreo y las prácticas incorrectas de la agricultura.

Si se valoran de manera pormenorizada no cabe duda que sobre las irresponsabilidades ciudadanas y la aplicación incorrecta de varios métodos recae la culpabilidad de un panorama sin retroceso en unos casos, pero llamado a salvar en otros.

¿Tenemos o no nuestras Razones?

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