Emociones compartidas

Gestos humanitarios de creadores y artistas pertenecientes a la filial villaclareña del Fondo Cubano de Bienes Culturales llenaron un capí­tulo de lo que pudo hacerse por sus semejantes en tiempos de pandemia.

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 Costurera del Fondo de Bienes Culturales en Villa Clara confecciona nasobucos.
Miles de nasobucos se elaboraron en los talleres del FCBC de Villa Clara para disímiles destinos. (Foto: Cortesía de los entrevistados)
Ricardo R. González
Ricardo R. González
@riciber91
3206
16 Julio 2020

Fue en los momentos duros de la COVID-19 cuando varias historias surgieron producto de un amor humanitario. Eran protagonizadas por creadores y artistas pertenecientes a la filial villaclareña del Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC) sin pretensiones de hacerlas célebres ni publicitarias. Salieron espontáneas para regalar, entre todos, una obra por la vida.

Ahora que viene a la mente el recuento, la directora de la filial en la provincia, Niurka Marí­a Fonseca Delgado, y la especialista de Promoción y Comunicación, Tania Ramos Cabrera, se detienen en aquellos primeros dí­as de la pandemia.

Memorándum

A todos los donativos se unieron los realizados por los Hermanos Gutiérrez, de Placetas, con la confección y montaje de la cerca perimetral del Hogar de Ancianos número 3, de Santa Clara, la reparación de 31 luminarias exteriores y la entrega de 250 jarros de aluminio. Por otra parte repararon e instalaron turbinas y baños sanitarios, que beneficiaron a los policlí­nicos de la Villa de los Laureles, cuyo monto monetario resulta considerable.
El grupo Guazú realizó contribuciones a la ACLIFIM y a la ANSOC y a los centros de clasificación de deambulantes con 176 pares de calzado artesanal, en tanto Bantú distribuyó 300 conjuntos sanitarios en el hospital Comandante Manuel Fajardo Rivero.

Estaban reunidas, y de pronto entró una llamada. Era Omar Andrés Gil, al frente de la terminal aérea Abel Santamarí­a, de Villa Clara, con un mensaje claro. En horas tempranas del siguiente dí­a recibirí­an un vuelo y carecí­an de los nasobucos para el personal destinado a la atención de la aeronave.

«De inmediato contactamos con Osvel Cándido Estrada Mena, del proyecto D’OSVEL, ante la urgencia planteada. Él reside en Santa Clara, y esa noche viajó a Camajuaní­ donde radica su taller para trasladar los 3000 nasobucos a donar, que ya estaban comprometidos con una empresa.

«Esa misma noche llegaron a manos de los representantes del aeropuerto, y a partir de ese momento los artesanos comenzaron a confeccionar esas piezas para sobrepasar las 192 000 distribuidas a varias instituciones y organismos », precisa Niurka.

Cada entrega fue voluntaria. Los creadores llegaban o se comunicaban con la dirección del FCBC y preguntaban: ¿Qué hace falta? Todo sin importar las pérdidas económicas, el gasto de tejido importado, el tiempo extra de laboriosidad. Y a solicitud del Consejo de Defensa Provincial (CDP) se elaboraron batas sanitarias de protección para los centros de Salud, en tanto cumplimentaron el pedido de las 10 000 mascarillas que la casa matriz les solicitó para distribuirlas en la enseñanza artí­stica del paí­s.

Lo más importante fue que los creadores decidieron quedarse sin tejidos para satisfacer las necesidades de la provincia. Muchos perdieron la cuenta de cuántos nasobucos confeccionaron, porque también los entregaban de manera gratuita en sus respectivas comunidades y a las empresas y organismos que las necesitaban, y siempre pendientes de quienes por su trabajo enfrentaban la primera lí­nea, como los médicos, el personal de enfermerí­a, auxiliares, todos los trabajadores de la Salud e, incluso, la prensa, que por su propia labor requerí­an protección.  

Triple AAA: otro tipo de energí­a  

Domingo Pérez Rojas, del taller Triple AAA.
«Apenas descansamos hasta llegar a las 20 000 mascarillas », expresa Domingo Pérez Rojas, del taller Triple AAA. (Foto: Cortesí­a de los entrevistados)

Quizás se apoyan en las fortalezas que ofrecen las baterí­as triple A; sin embargo, es el identificativo de uno de los talleres de confecciones habilitado en Camajuaní­, cuyos 35 trabajadores contratados y siete artesanos se sumaron a la avanzada y lograron resultados.

Domingo Pérez Rojas bien sabe que las máquinas apenas descansaron hasta llegar a los 20 000 nasobuscos, que quedaron en la comunidad o en otros destinos porque lo válido recayó en su utilidad.

Pudieron remitirse a las principales instituciones de Salud, o al importante hospital Comandante Manuel Fajardo Rivero, al asumir el peso de los afectados por la COVID-19, a los imprescindibles estudiantes de la Universidad Médica enfrascados en las pesquisas por las barriadas, o a los funcionarios de la Aduana General de la República, a los trabajadores de Servicios Comunales o a la Empresa Tabacuba… La obra estaba, no importaban los nombres.

Y entre tanto bregar también confeccionaron 7000 sobrebatas para los requerimientos de Salud provincial. Algunas vendidas a bajo precio, a partir de la cantidad de tejido empleado, junto a otras destinadas al municipio a raí­z de los dos eventos de transmisión local que condujeron a la cuarentena en los consejos populares José Marí­a Pérez   (CPA 26 de Julio) y   Camajuaní­ 2. No se podí­a esperar otra respuesta.      

La dualidad de Castellanos  

No es el Castellanos del «qué bueno baila usted », como sentenciara el Benny, pero sí­ tiene de músico. Es probable que lo vea por algún sitio de Santa Clara ejecutando su guitarra junto a sus compañeros del trí­o; mas, un dí­a Daniel Castellanos Braojos decidió compartir su pasión musical con la artesaní­a, sobre todo en la confección de calzados.

«Supimos la respuesta de nuestros colegas del FCBC de donar sus producciones y no podí­amos quedar atrás, porque nos impactó la carga solidaria y humana que tendrí­an esos actos. Preguntamos hacia dónde habí­a que ir, y nada mejor que dirigir la entrega al Hogar de Ancianos número 3, de la capital provincial, que acababa de pasar por un evento de la COVID-19 ».

Daniel Castellanos Braojos, del Fondo de Bienes Culturales en Villa Clara.
Daniel Castellanos Braojos y su equipo llegaron al Hogar de Ancianos número 3, de Santa Clara, que pasó por un evento complejo de la enfermedad. (Foto: Cortesí­a de los entrevistados)

Castellanos precisa que los abuelos se encontraban en la escuela especial regional Marta Abreu, y hasta allí­ se dirigieron en una tarde lluviosa con diversidad de calzados adaptados a la talla de cada uno.

«Lo vivido nos golpeó el corazón. Parecí­an niños que tení­an en sus manos el primer juguete, y no querí­an separarse de su par de zapatos aun cuando no se encontraba la talla acorde con el pie, pero para todos hubo solución ».

Los artesanos mantuvieron la distancia de los ancianos en la zona roja. Se retrataban, cantaban, aplaudí­an…

«Desde lejos nos saludaban, expresaban de distintas maneras su gratitud, y confieso, sin pena alguna, que nos saltaron las lágrimas ».

El destino más lejano

Juan Miguel Pérez, del grupo JONAS, del Fondo de Bienes Culturales en Villa Clara.
No importó la distancia si la satisfacción se hizo inmensa, según describe Juan Miguel Pérez Morales luego del viaje a Corralillo del grupo JONAS. (Foto: Cortesí­a de los entrevistados)

Entre los tantos artistas que no podí­an quedar fuera de esta acción humanitaria figura el grupo JONAS, y hasta Corralillo llegaron sus integrantes con su carga de amor.

Contrastes

Es muy triste detenerse en el flujo informativo derivado del panorama internacional por la COVID-19. El Reino Unido informó que la proporción de fallecidos en residencias de ancianos ocupa una sexta parte de las ví­ctimas mortales totales.
Europa Press señala que: «Al menos 12 193 personas mayores usuarias de residencias de ancianos públicas y privadas de toda España han fallecido en el marco de la crisis provocada por la pandemia ».
Y el Director de Emergencias de la Organización Mundial de la Salud aseguró que quienes sufren mayoritariamente «son las personas más sabias de nuestra sociedad, las más valiosas, y no las podemos dejar fuera de nuestras comunidades, porque eso es lo que nos hace humanos ».
¿Se les habrá dispensado a estos abuelos toda la atención que reclaman en tiempos difí­ciles?, ¿se preocuparon por garantizarles los medios de protección y los mí­nimos recursos personales? ¿Se habrá sensibilizado el corazón de los que tienen que hacerlo?
¿Tenemos o no nuestras Razones?

Juan Miguel Pérez Morales indicó que indagaron cuáles resultaban otros objetivos vulnerables en la provincia, y les plantearon que los hospitales siquiátricos cuyos pacientes poseí­an serias dificultades con el calzado,

«Habí­a que ver el recibimiento ofrecido en tierras del litoral, cuando arribamos para dejar las contribuciones, pero también lo hicimos con el homólogo de Santa Clara. No solo con artí­culos destinados a los enfermos, también para los trabajadores que asumen atenciones complejas y necesitan sus recursos ».

A este grupo tampoco le importó tener pérdidas económicas ni el hecho de acudir a cancelaciones de contratos previamente establecidos.

«Hay cosas que resultan imposibles para describirlas con palabras, y el hecho de haberles regalado un momento de felicidad a quienes lo necesitan, unido a la dedicación del personal de Salud, son vivencias indescriptibles porque hay que sentirlas ».

Ya de regreso del más norteño de los municipios no importaba la distancia recorrida ni el cansancio de un viaje prolongado. Vení­an con la satisfacción de haber demostrado utilidad, de contribuir con su paí­s, y de llenar el alma con la riqueza espiritual que no recompensa el dinero.

Todos los integrantes de la filial villaclareña del FCBC demostraron el humanismo en jornadas necesarias, como también lo han hecho ante contingencias naturales o sucesos que reclaman emociones compartidas, sin apartarse de las faenas agrí­colas dirigidas a la producción de alimentos y realizadas cuando la epidemia azotaba duramente al paí­s. Son villaclareños que, por sobre todas las cosas, ofrecieron su inmenso corazón.

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