Comienzo estas letras con una aclaración que considero imprescindible, en nombre de esta cofradía que hemos creado entre Sexeando y sus lectores: no, no trabajo de espaldas al calendario ni ando corta de inspiraciones. Si durante los últimos dos meses debimos reubicar nuestra cita, es debido a decisiones editoriales muy justificadas y a ajustes internos en la proyección de la página Juveniles, por lo que decidimos establecernos, definitivamente, en el tercer sábado, de donde, prometido, no pretendemos movernos.
Una vive convencida de que lo cotidiano resulta tan agobiante que pocos tienen tiempo o sensibilidad para percatarse de estos cambios; sin embargo, cuando recibes decenas de mensajes —incluso, en mi número privado—, en los que seres ansiosos y sinceros se preocupan por mi salud y la de los míos, e indagan tras las razones de la «mudanza», el alboroto de mariposas en el estómago te recuerda que el amor tiene muchas formas, y que el que surge de la lealtad es raro y hermoso como un milagro en días tristes.
Ya saben que en marzo ni siquiera disimulo la dicha de ser mujer y de haber incorporado a mis días a tantas «doñas» inmensas, así que, por no sé cuántos años consecutivos, vuelvo a apelar a la sororidad para dedicarle esta página a los sueños y las luchas femeninas —que deberían ser las de cualquiera con sentido de justicia—. Tendida la red, engullido el anzuelo y presentadas mis intenciones, les pido que se cuiden y no desechen ninguna oportunidad que ofrezca una esperanza de dicha. Hasta abril les deseo, como siempre, salud, suerte y mucho amor.
Mundosex
Ley No. 116 Código de Trabajo (actualizado el 20 de febrero de 2020), Capítulo IV (Protección a la trabajadora), Artículo 59: «El empleador debe crear y mantener condiciones de trabajo para la mujer, considerando su participación en el proceso de trabajo y su función social como madre». En el Capítulo XII de dicha legislación, dedicado a las Violaciones de la disciplina de trabajo y medidas disciplinarias, ninguno de los 12 incisos correspondientes al Artículo 147 contempla la maternidad como una condición predisponente para incurrir en alguna de las transgresiones punibles por el código cubano.

Entonces, ¿cómo demonios tolerar que, ahora mismo, aún persistan tantos arquetipos del machismo de cuello blanco, encargados de dar luz verde o de cortarles las alas a las madres trabajadoras? Antes de que alguien intente arremeter contra las entidades estatales, aclaro algo: la empresa privada tampoco podría lanzar la primera piedra, pues no suman demasiados los propietarios dispuestos a flexibilizar los estándares de «idoneidad» de sus obreras. Varían las exigencias en cuanto a la edad y el nivel escolar, pero, como a tantos otros de buró de por medio, son muchos los que se persignan ante la posibilidad de establecer un contrato laboral con alguien ocupado con uno o varios menores.
Los falsos mitos al respecto han llegado al punto de discriminar a las madres de familia, aun cuando su capacitación profesional las respalde para ocupar las mayores responsabilidades. Visualice esta escena: mujer joven en busca de empleo, o recién graduada en su primer día de trabajo: «¿Tiene hijos?». «¿Planea embarazarse en un futuro cercano?». «¿Cree que será capaz de cumplir con su rol familiar sin afectar su desempeño?». Intrusivo y prejuicioso. El «coctel» mamá + bebé prende el foco rojo. De hecho, algunos jefes y compañeros inmediatos prefieren prescindir de la «bomba de tiempo», como le escuché decir a alguien, sin asomo de vergüenza en la voz, el día en que le anunciaron que tres muchachas pasarían el servicio social en su empresa. «Eso es comida para hoy y hambre para mañana». Que Dios lo perdone.
A mi papá nunca le preguntaron en su centro laboral que quién me cuidaba a mí mientras mi mamá hacía guardias de 24 horas dentro de un hospital. Esa preocupación tampoco molestó a los superiores de mi esposo, aunque quizás imaginaran que mis horarios de periodista eran irregulares y que nuestro hijo solo tenía siete meses cuando comencé a trabajar. No nos compadezco ni a ella ni a mí, solo reflexiono, en carne propia, sobre una verdad más inmutable que Buda: el que la sociedad considere un hecho inamovible que el exigente cuidado de la familia le corresponde a la mujer, como por mandato divino.
«¿Por qué elegiste una carrera para hombres?». Lily, una de nuestras más fieles lectoras, ha escuchado lo mismo, no podría decir cuántas veces, durante los últimos tres años; en instituciones del Estado y frente a propietarios de negocios locales. Ingeniera en Telecomunicaciones y madre de un pequeño, a todos les inquieta que la «carga» que la llama mamá le impida cumplir con sus compromisos. También lo vive Yuliet, por segunda vez, mientras transcurre su cuarto mes de embarazo: «Medio en broma, medio en serio, mis compañeros me repiten a diario que, por mi “gracia”, ahora les tocará a ellos encargarse de lo que yo hacía».
El camino de las mujeres trabajadoras suele estar lleno de bifurcaciones imprevistas que nos obligan, tantas veces, a tomar atajos que, al menos, nos permitan no fallarles a nuestros hijos. Desde horarios que los demás rechazan hasta aceptar funciones que nos garanticen más tiempo de calidad con ellos, simultaneando con las vicisitudes cotidianas. Vulnerar a las madres, con actos o palabras, habría de espantar a la sociedad, pero dejarse quebrar tampoco debería ser una opción. No estamos solas ni desprotegidas, solo que, en estos casos, muchas han olvidado que tienen voz y derechos.
¡No me lo vas a creer!
« ¡El acabose!», diría mi abuelo.

Ian Pearson, el famoso futurólogo y matemático británico, fundador de la consultora Futurizon, presume actualmente de un 85% de exactitud en las predicciones que ha realizado durante los últimos años, razón que justifica el desconcierto generado entre sus millones de seguidores cuando lanzó, en medio de la pandemia y casi como un rayo fulminante, un vaticinio bastante perturbador: en menos de una década, las relaciones íntimas con robots o humanoides estarán más en boga en el planeta que el café y las papas fritas. Para remachar el tema, Pearson anunció que en el 2050 lo extraordinario será no compartir la cama con una pareja hecha a la medida de los deseos de millones de hombres y mujeres. No más citas incómodas, fracasos ni corazones lastimados. Sintéticos, pero tan perfectos y eficientes que algunos podrían cuestionarse por qué toleraron tanta soledad, SPM o ronquidos, cuando la satisfacción también se produce en serie.
«La tecnología active skin (piel activa) hará que dispositivos microscópicos se inserten en la piel humana, muy cerca de los vasos sanguíneos y de los nervios, lo que permitirá que una Inteligencia Artificial (IA) externa pueda recibir información sobre las respuestas sexuales de la persona, siendo capaz de grabar y reproducir sensaciones». En el caso de los androides, «podrán usar esta tecnología para estimular directamente el sistema nervioso, ajustar sus actividades a las técnicas o fantasías que la persona disfrute más, con información basada en una reacción muy exacta a tiempo real, que será mucho más efectiva que la intuición que ahora utilizamos las personas para intentar percibir qué le gusta a nuestra pareja durante las relaciones sexuales. Tras algunas sesiones en las que la máquina haya aprendido y creado una biblioteca de sensaciones sobre el usuario, mantener relaciones sexuales con un robot equipado con IA resultará mucho más gratificante que con cualquier ser humano», declaró el futurólogo en una reciente entrevista publicada por la revista ICON.
Que no, Pearson no fabula ni perdió un tornillo. Desde hace más de cuatro años comenzaron a comercializarse en el mundo desarrollado este tipo de recreaciones antropomorfas con fines sexuales. Harmony y Fred, de la empresa norteamericana Real Doll, son las primeras máquinas eróticas, de tamaño real y con IA, capaces de hablar, de memorizar las preferencias de sus compañeros y de involucrarse, incluso, en orgías y en prácticas sadomasoquistas. La empresa china AI-Al Tech es la creadora de Emma, la muñeca sexual con software integrado, mientras que el experto español en nanotecnología Sergi Santos —quien confesó haber diseñado a la muñeca Samantha debido a los problemas de sábanas que enfrentaba su matrimonio— llevó su inventiva hasta el punto de que la «chica» interrumpe el acto si el otro manifiesta un comportamiento abusivo hacia ella.
Temerosos, escépticos y detractores de todos los ámbitos científicos y sociales alertan sobre los riesgos de naturalizar una conexión emocional falsa y unilateral, pues ello amenaza con despojar a la humanidad de interacciones psicológicas desairadas, pero vitales, como la empatía.
Cubanos, ¡tranquilos!, que vivimos demasiado ocupados quejándonos de la 4G y de las cajas decodificadoras sin HD, como para imaginarnos siendo desvestidos por un robot. En esos asuntos, me quedo con la «tecnología» analógica, del tipo que me lleva el café a la cama y me toma de la mano mientras caminamos.
Sexo al Derecho

El 23 de enero de 2019, con 80 años de edad y luego de casi dos décadas intentando evadir la orden internacional de captura que pesaba sobre él, el ex mandatario peruano Alberto Fujimori fue encarcelado en la penitenciaría de Barbadillo, tras enfrentar cinco cargos penales con una condena total de 52 años de prisión. El pasado primero de marzo, Fujimori fue llevado nuevamente a juicio —esta vez, virtual—, por ser el principal responsable de la esterilización forzada, entre 1996 y el 2000, de más de 270 000 mujeres y 22 000 hombres, víctimas del llamado Programa Nacional de Salud Reproductiva y Planificación Familiar impulsado por el entonces presidente durante los últimos cuatro años de su nociva gestión.
Pablo Espinoza, fiscal a cargo del proceso que también incluye a cuatro ex ministros de Salud, explicó que «el Estado había manifestado su intención de esterilizar a todos los pobres, porque no hay agraviadas de otros sectores sociales. El plan gubernamental buscaba así reducir la pobreza, reduciendo a la población más vulnerable».
Las víctimas, en su mayoría, fueron campesinas quechuahablantes que ni siquiera comprendían el castellano, y que acudían a los servicios médicos estatales tanto para dar a luz como a otras diligencias. Miles de ellas, como María Mamérita Mestanza, fueron engañadas por médicos y enfermeras. La muchacha había ido a una clínica para vacunar a su bebé, y allí le dijeron que debía ligarse las trompas. La anestesiaron antes de que pudiera firmar su consentimiento, le realizaron la cirugía y al otro día la enviaron a su casa, a pie y sola. Murió horas después, sin que la familia pudiera imaginar lo que le había sucedido.
Suman más de 2000 los testigos convocados a declarar, aunque los testimonios emitidos hasta ahora coinciden en el modus operandi: o las forzaron, o las acosaron y chantajearon hasta el límite de hacerlas aceptar una mutilación permanente que no habían pedido. De hecho, al amparo de la ley internacional, las esterilizaciones forzadas son consideradas un crimen contra la humanidad.
Para Fujimori será una mancha más, pero la huella de terror, discriminación y abandono que asentó en la memoria colectiva de Perú, constituye una marca perpetua que el inmovilismo estatal apenas ha comenzado a reconocer.