Tarea Vida: Los enigmas de las temperaturas

El año que recién culminó puede pasar entre los más cálidos dentro de un quinquenio con estadí­sticas jamás registradas.

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Personas con sombrillas protegiéndose del sol en Santa Clara.
Tendremos que seguir protegiéndonos del sol y de las altas temperaturas. (Foto: Ramón Barreras Valdés/Archivo de Vanguardia)
Ricardo R. González
Ricardo R. González
@riciber91
4018
17 Enero 2018

Que lo diga aquel joven sagí¼ero reinsertado a la vida en el hospital general Mártires del 9 de Abril, en Sagua la Grande, si no sintió de cerca los efectos del cambio climático (CC). Con solo 25 años experimentó una notoria gravedad al sufrir sensaciones térmicas extremas provocadas por el incremento de la temperatura corporal sobre los 40 °C y superar los mecanismos de regulación propios.

Además de la peligrosa fiebre, el paciente presentó trastornos de la conciencia, mientras su sistema nervioso manifestaba agudos signos de excitación.

No ha sido un caso único, existen otros reportes en Villa Clara donde los resultados de las investigaciones en torno al calentamiento coinciden con el panorama internacional que proclamó el pasado año entre los más cálidos de la historia, al registrar valores de temperatura superiores a lo normal, acompañados de fenómenos nunca vistos.

Por eso usted tuvo que abanicarse tanto durante el quinquenio 2013-2017, luego de inscribirse el perí­odo como el de mayor calor sin contar con precedentes de registros, en tanto la Organización Meteorológica Mundial (OMM) hizo público que la temperatura media global ascendió en 1.1 °C en la etapa de enero a septiembre.

Para el máster Amaury Machado Montes de Oca, al frente del Grupo de Pronósticos del Centro Meteorológico Provincial, el territorio también constató esos cambios.

 

Amaury Machado Montes de Oca, jefe del Departamento de Pronóstico del Centro Meteorológico de Villa Clara.
«Las olas de calor son propias de continentes, no ocurre así­ en las islas. Sin embargo, estamos viendo fisuras en el clima que impactan en la salud humana y animal », afirma el máster Amaury Machado Montes de Oca, al frente del Grupo de Pronósticos del Centro Meteorológico Provincial. (Fotos: Cortesí­a del ortesí­a del Centro Meteorológico Provincial

«Hay estudios sostenidos por 40 años que indican un incremento de las temperaturas mí­nimas en todas las estaciones meteorológicas, con mayores incidencias desde 1997 en adelante. Sin embargo, en los últimos 17 años aparecen tres eventos extremos de sequí­a cuando hace cinco décadas atrás solo hubo uno, sin menospreciar el aumento de la salinidad influyente en la calidad del agua », confirma.  

Esta realidad no aparece de forma brusca, es el acumulado del dí­a a dí­a. A las temperaturas las acompañan otros factores dentro de un panorama caracterizado por eventos que impactan con mayores daños.

«Por suerte, la provincia resultó la primera del paí­s en diseñar sus estrategias de enfrentamiento al cambio climático, pero existen evidencias a través de varias investigaciones cubanas que refuerzan un aumento marcado de la temperatura media anual de 0,9 oC desde mediados del siglo pasado con madrugadas más cálidas ».  

Las trampas de los contaminantes  

Lo que hace unos años resultaba reiterativo, y era visto como algo pasajero y risible, está cobrando saldos. Gracias al efecto invernadero, vive el planeta; pero no es menos cierto que la acumulación de gases se mantiene y perjudica debido a la subida de la temperatura como resultado de la concentración en la atmósfera de estos compuestos, principalmente, dióxido de carbono. Tampoco disminuye la carga contaminante en muchas naciones, y cada año suman más los factores que inciden sobre el cambio climático.

Gases contaminantes.
La quema de combustibles libera gran cantidad de dióxido de carbono que va a parar a una atmósfera saturada. (Foto: Tomada de Internet)

Machado Montes de Oca dispone de sobrados elementos para demostrar la relación de este con el incremento de las temperaturas.

  «Lo que afecta el cambio climático son los gases de efecto invernadero que producen una acción reforzada. Esto hace que no refresquen las temperaturas durante la madrugada, al existir una capa que impide la disipación de las radiaciones solares emitidas por el dí­a. De aquí­ que cada año exista un aumento de las temperaturas mí­nimas, incluso en los años por venir ».

¿Y la influencia en el resto de los fenómenos?

Serí­a imposible deslindar las inundaciones costeras derivadas de los huracanes. Las ocurridas en Villa Clara y en gran parte de la zona norte de Cuba tras el paso de «Irma » no tienen precedentes.

«Si bien las precipitaciones mejoran la situación del abasto de agua adjudicada a las insuficientes lluvias, no podemos olvidar el nivel de destrucciones dejado en el archipiélago y en toda el área, por citar algunos ».  

Ciclones, bosques, lluvias  

Una especie de rompecabezas caracteriza las temporadas ciclónicas. Cada año estos fenómenos son menos frecuentes, pero más agudos, producto de la intensidad del calor, que incrementa la energí­a para sus apariciones y desarrollo.

Tifones sin antecedentes sacudieron gran parte del cono asiático, y por otro lado, desaparecen los bosques tropicales de una manera inusitada, ya sea por deforestación, incendios naturales o negligencias provocadas por el hombre. Lo cierto es que el 25 % o más del patrimonio boscoso desapareció hace dos décadas.

Cualquier persona entrada en años se percata de que el régimen de lluvias cambia, se alteran las estaciones normales y Cuba experimenta registros que van a los extremos. Por un lado, perí­odos muy lluviosos, aunque sean fuera de temporada, y otros demasiado secos.

Una mirada al mundo refleja fenómenos meteorológicos extraordinarios que marcan temperaturas superiores a los 50 °C en Asia, los propios huracanes sin precedentes en el Caribe y el Atlántico que han llegado hasta Irlanda, así­ como inundaciones históricas con afectaciones a millones de habitantes y una sequí­a implacable en ífrica oriental.

Efectos del ciclón bomba.
Otro fenómeno que no se puede deslindar. El paso del «ciclón bomba » por la costa este de Estados Unidos sigue generando efectos colaterales en regiones que hace décadas no tení­an bajas temperaturas, como lo es el estado de la Florida, pero la foto muestra lo ocurrido en las famosas cataratas del Niágara. (Foto: Tomada de Internet)

¿Y qué decir del llamado «ciclón bomba » que castiga la costa este de los Estados Unidos y Canadá? Una especie de paradoja entre tanto calor en algunos lugares y un frí­o desmedido en otros. El episodio puede alcanzar proporciones únicas con temperaturas mí­nimas en Washington y Nueva York. Al menos Tallahassee, la capital del estado de Florida, apreció nuevamente la nieve, algo que no ocurrí­a desde diciembre de 1989.

Estos dí­as han traí­do tortugas e iguanas pasmadas por el frí­o, en tanto la urbe neoyorquina declaró el estado de emergencia.

Por su parte, en Europa la tormenta Eleanor dejó muertos y heridos en Francia y España, mientras gran parte de Irlanda, Holanda y Alemania quedaron sin fluido eléctrico.

Y para más. Hasta el desierto de Sahara ha estado cubierto de nieve.

A pesar de un crudo invierno por determinadas zonas, los termómetros subieron a 47,3 grados en la capital australiana, la más alta desde 1939.

Según estadí­sticas, entre diciembre de 2016 y febrero de 2017 un cómputo superior a los 200 récords se rompió en toda Australia. Ello provocó olas de calor, incendios forestales e inundaciones a lo largo del verano.  

Amenazas para la salud    

No constituye secreto que las tendencias al incremento de la temperatura reportan un efecto nefasto sobre la existencia humana. Basta revisar las hojas de servicio en el sistema de Salud y constatará que incide en el ascenso de las enfermedades cerebrovasculares e isquémicas como principales causas de muerte en el territorio.

Gráficas de temperaturas de la Estación Agrometeorológica del Yabú, en Santa Clara.
Son gráficas de la estación agrometeorológica Yabú, con 40 años de registros, (1977-2017). En la primera se aprecia el incremento significativo de las noches cálidas, en la segunda, una disminución notoria de las frí­as. (Foto: Cortesí­a del Centro Meteorológico Provincial)

Lo que no todos conocen es que las averiguaciones iniciaron, por iniciativa de cientí­ficos villaclareños, entre 1986 y 1990 con el monitoreo en 17 hospitales de Cuba, a partir de los reportes de la ocurrencia diaria de asma, enfermedades cardiovasculares, infarto, cefaleas, isquemias cerebrales y las infecciones respiratorias agudas. Dichos comportamientos se compararon con los datos meteorológicos aportados por las estaciones para formar las bases de datos.    

Si nos apoyamos en que más de un millón de cubanos son asmáticos y un 35 % de la población es hipertensa, hay que pensar en los cambios de tiempo a la hora de hablar de incidencias de algunas afecciones.

«Tos, catarro, muerte súbita, desmayos, accidentes vasculares severos, falta de aire, cefaleas, dolores articulares y variabilidad en el carácter son indicios que muchos sienten en su cuerpo originados por los cambios de tiempo. Todo depende de la capacidad de adaptación o no, que es expresión de la vulnerabilidad de cada persona », sustenta el doctor Luis Lecha Estela, a partir del estudio realizado hace años en nuestro paí­s en pos de alerta temprana cuando comenzaba a hablarse del CC y de sus efectos sobre la salud con un equipo que trabajaba de manera conjunta desde Cuba, Estados Unidos y Alemania.

 

Impactos del calentamiento global

Estudiosos mundiales coinciden en las diez causas principales que influyen en el calentamiento global, con el debido al aumento gradual de la temperatura media en la atmósfera terrestre y en los océanos. Ello entorpece la vida cotidiana y la sitúa en peligros mayores.

De acuerdo con las investigaciones, figuran el efecto invernadero, la contaminación del aire, la reducción de la capa de ozono, las erupciones volcánicas, el a de los glaciares y la deforestación.

En posiciones que incrementan las irregularidades aparecen también las acciones indiscriminadas de las grandes industrias, los fertilizantes quí­micos, la quema de combustibles fósiles y el más importante y destructor: las actividades humanas sin lí­mites.    

El calor no obedece de manera exclusiva a las temperaturas y las lluvias. Por la incidencia multifactorial debe vincularse, además, a la humedad y los vientos, a la posición donde nos encontremos (al sol o a la sombra). En fin, un diapasón complejo.  

Por un lado, el plano humano; por otro, el impacto sobre los animales. El doctor Lecha Estela nunca olvidará aquellos inicios de los 90, cuando llegaron al paí­s pollitos de ceba importados desde la otrora Checoslovaquia para el desarrollo de la avicultura. Los ejemplares no resistieron el calor del trópico y comenzaron a morir. Luego de los exámenes realizados por múltiples instituciones, la conclusión fue que fallecieron por inadaptación al calor.    

Lo cierto es que de estos efectos meteorotrópicos tampoco existe demasiada percepción de riesgo en un mundo donde la temperatura toma niveles nunca antes observados, en tanto prolifera el incremento del mar, varí­an las precipitaciones, predomina la sequí­a, el agua pierde la calidad y aparecen potentes huracanes.

Si se agrega que la mayorí­a de las ciudades poseen poca cobertura verde, ello influye para que el asfalto, las paredes y los techos absorban fuertemente la radiación solar y despidan el calor en horas nocturnas.

Mientras tanto continúan las ac ­ciones despiadadas de los seres humanos ante un entorno cada vez más deteriorado que nos muestra sus peligros. La vida pide clemencia para los que estamos en el planeta, y por aquellos que llegarán y quisieran descubrirlo.

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