Los caminos de la superación profesional

El adiestramiento y servicio social del recién graduado en ocasiones se tornan difí­ciles para lograr una permanente formación posgraduada, como garantí­a de un eficaz desempeño.

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Claudia Yera Jaime y Claudia Rodrí­guez Guas (estudiante de Periodismo)
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28 Marzo 2018

La juventud está pérdida, reza la sentencia popular sin contextualizar ni mirar más allá de la epidermis y desconociendo que, por fortuna, en los tiempos que corren muchos jóvenes apuestan por la educación de posgrado, para enfrentar los nuevos desafí­os sociales, productivos y culturales.  

Tomando en cuenta que la permanente superación de los graduados universitarios es una de las direcciones principales de trabajo de la educación superior en Cuba,   la Universidad Central «Marta Abreu » de Las Villas (UCLV) acreditada de Excelencia por la Junta de Acreditación Nacional, al inicio de 2018 cuenta con 47 programas de maestrí­a y 27 de doctorado.

«De los programas académicos acreditables, 16 poseen nivel de acreditación de Excelencia y 5 han obtenido Premio por la Calidad del Posgrado, otorgado por la Asociación de Universidades Iberoamericanas de Posgrado (AUIP) », según la Dra.Estrella de la Paz Martí­nez, al frente de la Dirección de Educación de Posgrado.

Asegura, además, que la institución rectora de la enseñanza superior en la región central tiene dentro de sus objetivos: «Promover la formación de doctores y másteres potenciando la incorporación de jóvenes talentos comprometidos con la revolución y garantizando el relevo necesario del potencial cientí­fico-técnico ».

Pero cada dí­a se suman trabas burocráticas, ignorancias legislativas de centros laborales y educativos, y prejuicios contra aquellos que apuestan, a poco tiempo de egresar de los cursos de pregrado, por la superación profesional y la formación académica en busca de más competencias profesionales y avanzadas capacidades para la investigación y la innovación, avaladas por un tí­tulo académico o un grado cientí­fico.  

Realidad de los recién graduados  

Dentro de la propia UCLV resulta contradictorio el acceso de los jóvenes recién egresados a maestrí­as, pese a que quienes se quedan en el centro para practicar la docencia pasan por un proceso de capitación que exige un promedio de más de cuatro puntos, y actitudes y aptitudes integrales en el plano docente y de extensión universitaria.

Luis Ramón Campo ejerce como profesor de la facultad de Humanidades en el departamento de Literatura y Lingí¼í­stica: «No tuve problemas para proyectarme en la superación profesional, porque es interés del departamento que los profesores jóvenes se crezcan intelectualmente para poder elevar la calidad del proceso docente-educativo. En la actualidad curso la maestrí­a en Estudios Teóricos Metodológicos del Español Actual, pues fui aprobado sin problemas por el comité académico tras presentar mi currí­culum vitae, que avala mi desarrollo como educando de nivel superior ».

Para Yulia Garcí­a, licenciada en Sociologí­a, el camino fue más largo. «Yo estaba muy interesada en hacer la maestrí­a en Sociologí­a, única   en el paí­s y se hace en la Universidad de La Habana. En el departamento sí­ estaban muy interesados en que yo empezara lo antes posible; desde que fui idónea y abrió la convocatoria me dieron los documentos necesarios.

«El principal problema es que me decí­an, tanto aquí­ como allá, que los adiestrados en la universidad no pueden matricular en maestrí­as; entonces tuve que esperar que pasaran los dos años aquí­ como docente, superándome en otros cursos de posgrado », acota Yulia.

Otras fueron las orientaciones para Marlí­n Morales Triana, licenciada en Lengua Inglesa y actual profesora de Interpretación y Traducción. «Curso desde hace poco la maestrí­a en Lengua Inglesa para la Comunicación Intercultural. No tuve ningún problema para matricularme; mi jefe y todos en el departamento me dijeron que podí­a iniciar la maestrí­a en mi primer año de adiestramiento, siempre que el jefe me la aprobara, y él accedió sin reparos ».

Fuera de los predios de la casa de altos estudios, la situación de los recién graduados es tan o más engorrosa. Superarse profesionalmente y aspirar a grados académicos resulta una voluntad muchas veces tronchada por las decisiones de directivos, tutores o responsables de recursos humanos.

Son varias las historias desfavorables de personas que, por temor a represalias, prefieren ofrecernos sus declaraciones bajo un seudónimo.

Tras solo seis meses de experiencia laboral, para Yordanis la superación deviene tarea titánica. Su jefe decidió que no puede prescindir de él, pues «faltar a una jornada de trabajo supone cuantiosas pérdidas económicas para la empresa ». Para el joven, alcanzar un grado cientí­fico implicarí­a mayor calidad en su quehacer: «Ganarí­a en competencias laborales, pero parece que estamos en tiempos de cantidad y no de eficacia ».

También le limitan su superación profesional en cursos y diplomados: «La empresa a la que supuestamente le genero grandes cifras en solo ocho horas de labor, no tiene un acaudalado presupuesto de capacitación ».

El caso de Inet dista del anterior. En su centro de trabajo la superación de los jóvenes en adiestramiento y servicio social es prioridad, pero tras aspirar a una maestrí­a en la UCLV, le informaron que se presentara en la próxima edición o la cursara por posgrado, pues como adiestrada no le era permitido, a pesar de que un promedio de más de cinco puntos avala su recorrido como estudiante de pregrado en la casa de altos estudios.

La historia de Julio también resalta a la vista. En los primeros meses de graduado matriculó una maestrí­a y ya ostenta el grado académico correspondiente. En busca de una mejora salarial, optó hace poco por el cuentrapropismo, y su nueva condición de trabajador no estatal le prohí­be realizar un programa de doctorado.

«La ley establece equidad de derechos laborales para trabajadores del sector estatal y cuentapropistas. Eso se cumple en el derecho al salario, al descanso y la protección de seguridad social, pero en materia de superación seguimos indefensos, en pañales », asegura.

Al respecto, la directora de Educación de Posgrado de la UCLV aclaró que «los trabajadores del sector no estatal no pueden acceder al doctorado porque el Decreto-Ley 133 del 8 de mayo de 1992: Procedimientos para la obtención del grado cientí­fico de doctor en Ciencias, no lo permite ».

Y es que la longevidad de esta ley la hace distante de los nuevos actores económicos de la Isla, y establece dentro de los requisitos de admisión para la obtención del grado cientí­fico de doctor en Ciencias de determinada especialidad, «la carta de aprobación del Jefe de la Institución donde labore el aspirante, donde se manifieste el compromiso de la misma, de facilitar el cumplimiento de las actividades del plan de aspirantura ».  

¿Qué dicen leyes y autoridades?  

El Ministerio de Educación Superior en el paí­s establece que el perí­odo de adiestramiento laboral constituye una etapa en la que el egresado debe adquirir conocimientos y habilidades propios de la carrera cursada, para que pueda mejorar la calidad de su desempeño.

Según Hugo Granela Martí­n, vicerrector de la UCLV, el objeto social de los egresados en el perí­odo de adiestramiento que se quedan en la universidad es formarse como profesores, lo que no impide que en algunos casos se acelere su formación sobre la base del reconocimiento a las cualidades polí­tico-ideológicas demostradas y los méritos acumulados, así­ como estí­mulo al premio al mérito cientí­fico-técnico.

El Código del Trabajo vigente en Cuba establece que los empleadores pueden autorizar, excepcionalmente, las acciones de capacitación, de superación profesional o formación posgraduada durante la jornada laboral, por interés estatal.

Además, la Resolución No. 132 del 2004 del Ministerio de Educación Superior: Reglamento de Educación de Posgrado de la República de Cuba, rige en su artí­culo 35 que los requisitos que un aspirante debe satisfacer para matricular un programa de maestrí­a y de especialidad de posgrado, o ambas, son solamente ser graduado universitario, estar autorizado y avalado por la dirección institucional de su centro de trabajo, y cumplir todos las exigencias de ingreso que se establezcan en el programa de maestrí­a o especialidad que se pretenda matricular.

Esta última precisión permite a los comités académicos creados para el diseño, conducción, organización y ejecución con calidad de cada programa de maestrí­a y de especialidad de posgrado evaluar y decidir a quiénes admitirán, priorizando la suficiencia académica y exigiendo determinados requisitos, siempre desde la convocatoria oficial.

En palabras de la Dra. De la Paz Martí­nez: «Cada programa tiene sus pautas de ingreso, que van más allá de solo ser graduado de educación superior. Cuando se presentan muchos aspirantes, se precisa decantar con cursos propedéuticos, entrevistas. Hay programas que piden conocimiento básico de idioma inglés, de computación; otros exigen tener experiencia laboral en determinado campo y, realmente, los recién graduados en ocasiones están en desventaja ».

Es cierto que el entramado legal se torna complejo, y ata de pies y manos la voluntad personal de muchos jóvenes. Sin embargo, el Código del Trabajo en el artí­culo 39 refrenda la responsabilidad del empleador de «organizar la capacitación de los trabajadores en correspondencia con las necesidades de la producción y los servicios y los resultados de la evaluación del trabajo », y que, independientemente de la forma de pago por la que cobra el trabajador, abona el salario básico por la capacitación que se realiza dentro de la jornada de trabajo por interés de la entidad.

Si bien la ley es única y según el artí­culo 35 del Reglamento de Posgrado no se excluye a los recién graduados de la posibilidad de aspirar a maestrí­as y doctorados, pueden ser múltiples las lecturas. De ahí­ que sea tarea de los aspirantes validar conocimientos y luchar por sus derechos.

Demostrar que un jefe inmediato superior obstaculiza la superación profesional sin motivos concretos y basado en móviles personales, puede llegar a ser penalizado por el órgano de justicia laboral. No se trata de hacer catarsis, sino de recordar a diario, en común interés de trabajadores y entidades, que con más sabidurí­a hay mayores posibilidades de que todo marche mejor.

El desarrollo social exige de procesos continuos de creación, difusión, aplicación de conocimientos y adaptación a los tiempos modernos. La formación de posgrado es realmente una fuerza transformadora vital, pero prima en nuestro entorno inmediato que se pinte de contemporaneidad, que se reajuste, y sean menos las trabas y restricciones para aquellos con talento que, desde su posición de adiestrados, se sueñan en superiores estadios del saber.  

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