¿Cómo preparar a niños sordos o hipoacúsicos, ciegos o con limitaciones visuales para enfrentar desastres naturales u otro evento que demande tomar decisiones rápidas y ayudar a los más necesitados?
Hace dos años Osvaldo Díaz Reyes miembro de la Cruz Roja Cubana y técnico en rescate y salvamento encontró la respuesta, al crear un círculo de interés en la escuela especial santaclareña Fructuoso Rodríguez, con la impartición de clases teóricas y prácticas que estimularían a los alumnos a valerse por sí mismos y a socorrer a los demás en caso de accidente u otra contingencia.
En los pasillos de la escuela especial Fructuoso Rodríguez los niños ejercitan la reanimación cardiopulmonar, y saben cómo actuar en caso de heridas, quemaduras u otras lesiones. (Fotos: Manuel de Feria)
Con el apoyo de la maestra Marisel Carpio Jiménez, la auxiliar pedagógica Maida Ruiz Carmona y el licenciado y guía de pioneros Delvys Hernández Gallardo, puso en práctica la iniciativa a fin de trasmitir sus conocimientos sobre primeros auxilios a niños con baja visión, ciegos y con limitaciones auditivas, experiencia que este curso retoma con educandos de quinto grado.
Las lecciones de Osvaldo
Bien sabe Osvaldo, habanero asentado en Villa Clara, que cuando hay peligro, los niños, ancianos y personas discapacitados son los más vulnerables. De ahí su empeño en prepararlos para enfrentar cualquier emergencia.
Los antecedentes del proyecto surgieron en el Centro Nacional de Capacitación 26 de Julio (CENCAP) del municipio Boyeros, donde propuso impartir un curso de primeros auxilios, reanimación cardiopulmonar y preparación ante situaciones de desastres naturales, químicos o por intensas lluvias. Seis meses después, se graduaba el primer grupo.
Fue allí donde conoció a su esposa Leticia Fernández García, quien lo trajo a tierra villaclareña. Ahora, además de aportar sus experiencias de manera voluntaria, trabaja como custodio en el Servicentro del Comité Provincial del Partido.
«Aprenden a curar heridas y detener una hemorragia hasta que el doliente reciba asistencia de primera instancia. También cómo actuar ante una fractura. En caso de quemaduras, dominan la forma de apagar la ropa y cubrir la parte afectada o extraer un cuerpo extraño de la boca. Si la persona no puede respirar, saben realizar la tracción de la lengua.
«Asimismo aprenden también a diferenciar los tipo de coma. Cuando es diabético, el aliento de la persona huele a manzana. En caso de que sangre el oído, la causa puede ser una hemorragia o lesión cerebral, y si al comparar las pupilas no tienen igual tamaño, pudiera existir una lesión cerebral ».
Se abre una puerta
El niño Eloy Osorio Rodríguez desconoce el mundo de los sonidos; sin embargo, a través del lenguaje de señas, con la ayuda del licenciado Delvys también sordo, expresó su gratitud por lo aprendido.
«Es importante prepararme para la vida. Quiero entrenar a niños como yo. Mi familia es sorda y tengo que asesorarlos. Mi limitación no impide que pueda socorrer a los demás y unirme a la Cruz Roja ».
«La experiencia permite a los muchachos tomar decisiones y ayudar a los demás ante cualquier contingencia », refiere Osvaldo, el paramédico de la Cruz Roja Cubana.
Relata cómo un día de acampada de pioneros exploradores, un niño se hirió. Todos estaban nerviosos, mas él no se turbó. De inmediato buscó un paño que traía en la mochila, presionó la lesión y pidió que llamaran al teléfono 104 del Sistema Integral de Urgencia Médica (SIUM), para que atendieran rápido a su compañero.
A la débil visual Melisa Morales Pérez la experiencia le cambió su vida. Más allá de su limitación, encontró un mundo de posibilidades.
La ciega de nacimiento Milena Martínez Carrazana ahora en noveno grado se siente satisfecha. «Antes, si sucedía algo a mi alrededor, me desorientaba. Ahora no tengo miedo y se cómo actuar de ocurrir algún suceso ».
Leydi Laura González González, con necesidades auditivas y visuales, quiere ser maestra de educación especial y trasmitir lo aprendido a sus futuros pupilos.
Marisel y sus alumnos agradecen a Osvaldo su gesto altruista, que les recuerda a José Martí, cuando en 1875, en visita a una escuela mexicana de sordos, expresó:
«Bendita sean las manos que rectifican estas equivocaciones y endulzan los errores notorios de la ciega madre creación, y entonces, ellos bendicen a toda aquella persona que los ayude, que los convierte en seres sociales y no les pone barreras ».
El proyecto mereció un reconocimiento en el II Congreso Internacional de Salud y Desastres, efectuado en La Habana en 20l3. Este año se alzó con el premio del Taller Provincial de Discapacidad Severa, auspiciado por la ACLIFIM, y está propuesto para participar en el evento nacional de su tipo, a fin de que pueda generalizarse en todas las escuelas de la enseñanza especial.