Remedios, 24 may (AIN) La primera mirada a la cafetería El Louvre, en esta añeja ciudad, evoca tiempos en que las mujeres vestían largas faldas y resultaba cotidiano el sonido de los carruajes sobre los adoquines, como sucedía el 19 de octubre de 1866, cuando abrió sus puertas por primera vez.
El centro, dedicado a la venta de comestibles y bebidas, conserva las funciones de sus inicios, por lo cual se considera uno de los más antiguos de Cuba, con casi 149 años de existencia, en un prolongado acompañamiento a la villa, que cumple medio milenio el 24 de junio venidero.
Una bien conservada arquitectura colonial y su ubicación en el centro histórico de la vetusta ciudad, favorecen la preferencia de nacionales y foráneos.
La larga hoja de servicios de El Louvre incluye la presencia de importantes personalidades nacionales como el Generalísimo Máximo Gómez.
Estuvieron también allí los poetas Federico García Lorca, la pintora Amelia Peláez, el historiador Emilio Roig de Leuchsenring, el etnólogo Don Fernando Ortiz y los cantantes Rita Montaner y Bola de Nieve.
Igual que en los orígenes, los clientes pueden saborear el Ponche de La Parroquia, trago creado en 1820 junto con las populares Parrandas, y cuya elaboración ha sido trasmitida de una generación a otra por cantineros en ese sitio.
La cafetería, por su cercanía a la parroquial mayor de San Juan de los Remedios y ubicada en el principal escenario de los festejos entre barrios, se apropió de la fórmula de la bebida, servida a los parroquianos, mientras que cómodamente disfrutan de las fiestas.
Tanto en el interior del local, que hacía las veces de restaurante, como en su amplio portal se servían dulces y café.
Contaba con un salón solo para señoras, un patio adornado con paisajes españoles y, en el lateral, una barra que expendía bebidas y licores.
La antigí¼edad de la cafetería y su destaque en el sitio que ocupa, hicieron que los pobladores de Remedios denominaran a toda la cuadra la acera de El Louvre.
Un extenso quehacer de servicio y su posición de privilegio, hacen a la añeja cafetería un sitio imprescindible en la localidad y en el paisaje urbano del centro histórico de la octava villa fundada por los colonizadores en Cuba, declarado monumento nacional en 1980. (Luz María Martínez Zelada)