Daly, el amigo sincero

El desaparecido músico villaclareño Mario Daly, quien fundó y dirigió el popular grupo Monte de Espuma, cumplirí­a 65 años el pasado 7 de diciembre.

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Mario Daly y el periodista Osvaldo Rojas Garay.
Mario Daly (izquierda) junto al autor de este artículo. (Foto: Cortesía del autor)
Osvaldo Rojas Garay
Osvaldo Rojas Garay
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12 Diciembre 2017

Revisaba las páginas del libro John Lennon, del prolí­fero escritor español Jordi Sierra y, para mi sorpresa, encontré una foto de Mario Daly Domí­nguez junto a mí­, con una dedicatoria que el destacado guitarrista y compositor me hizo un cuarto de siglo atrás:

«Para un amigo sincero de Mario Daly, con afecto para recordar el pasado que hace mejor el futuro ».    

El placeteño era un ferviente admirador del más famoso de los Beatles, al punto que en su disco Agua de Coco le dedicó un tema: Benny Moré, John Lennon no se fue.

Mario nació el 7 de diciembre de 1952 y a Lennon lo asesinaron el 8 de diciembre de 1980, es decir, un dí­a después que Daly celebró su cumpleaños 28.

Mario Daly y el grupo Monte de Espuma.
Mario Daly fundó y dirigió Monte de Espuma, un grupo que marcó pauta dentro del género pop-rock cubano. (Foto tomada de internet)

El hallazgo de la foto me llevó a recordar aquellas largas conversaciones que sostení­amos a finales de los 80 y principios de los 90 cada vez que actuaba en Villa Clara. Tuve el privilegio de disfrutar su música en Báez mi pueblo, semanas antes de que la reconocida vocalista Tanya Rodrí­guez se separara del grupo Monte de Espuma, en agosto de 1989. También en Placetas junto a Edesio Alejandro una noche de diciembre de ese año.

Y no me perdí­ ninguna de sus presentaciones en la ciudad de Santa Clara.

Mario Daly para quienes no conocen su obra es referencia necesaria cuando se trata de detectar los inicios del rock en Cuba. En 1974 fundó Arte Vivo, excelente agrupación rockera que lamentablemente no alcanzó merecida difusión. Luego formó parte de Expreso Habana y, más tarde, a mediados de los 80, dirigió Monte de Espuma, colectivo que se insertó en lo mejor del quehacer rockero en el paí­s y luego transitó por otros senderos de la música cubana.

De la etapa inicial de Monte de Espuma sobresalen los discos Canto de vida, de 1985; Latino (1987) y De son a son, también de 1987. De esa trilogí­a indudablemente el más exitoso resultó Latino.

Después de la salida de Tanya Rodrí­guez, el oriundo de la Villa de los Laureles y su agrupación enfrentaron una nueva etapa de trabajo, lo cual se observó en la gira que con el nombre de Nacidos del asfalfo, realizaron en unión de Edesio Alejandro y Banda de Máquina, considerada en aquel entonces como la primera gira nacional emprendida por dos colectivos rockeros en nuestro paí­s.

Piezas ilustrativas de ese periodo son Al revés, Doble siete, Metálica y un tema que sonó bastante: ¿Hasta dónde me vas a llevar?

Posteriormente el talentoso músico se adentró más en la búsqueda de lo cubano y lo caribeño, lo cual se pudo notar en el concierto Al rock con mango, en la sala Avellaneda en 1990, así­ como en los discos Agua de coco y Escándalo.

Graduado de la Escuela Nacional de Arte, donde recibió clases de maestros de la talla de Isaac Nicola, Federico Smith y Roberto Valera, el placeteño fue   uno de los creadores de Violente (1987), catalogada la primera ópera rock cubana.

Igualmente, compuso música para el cine. En tal sentido recordamos los filmes: Papeles secundarios y Mujeres transparentes. También laboró como profesor de guitarra. Edesio Alejandro, por ejemplo, se cuenta entre sus alumnos ilustres. Fue precisamente este último quien me confirmó la terrible noticia de su muerte.

Mientras cumplí­a un contrato en México, Daly enfermó en agosto de 1998. En diciembre hizo su última presentación, pues su estado de salud no le permitió continuar actuando. Un cáncer puso fin a su existencia fí­sica el 15 de mayo de 1999.

De no haber ocurrido ese desenlace fatal, el flaco placeteño habrí­a apagado la velita 65 el pasado jueves 7 de diciembre, seguramente con algún proyecto novedoso en su mente, porque como me confesó en reiteradas ocasiones, musicalmente él «siempre tení­a cosas nuevas que decir ».

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