Nuestra cultura popular ha perdido a uno de sus más firmes baluartes: Adalberto Suárez López, o mejor Aslo, como firmaba sus obras. Natural de Yaguajay, nació en el antiguo central Vitoria el 3 de noviembre de 1929 y falleció en nuestra ciudad el pasado 27 de agosto. Carpintero de profesión, Adalberto era un verdadero reservorio de la cultura popular: dicharachero, cuentero y dibujante excepcional. Junto a su esposa, Aida Ida Morales (Aimohez), la vivienda del matrimonio fue el taller donde Samuel Feijóo ―allí todavía se le recuerda con el sombrero y pipa feijosianos colocados encima de una mesa en la sala― consolidó el Movimiento de Dibujantes y Pintores Populares de Las Villas, en Santa Clara.
Pero Adalberto era un hombre modesto y hasta cierto punto reservado, de ahí que, injustamente, no se ha tenido en cuenta como uno de los pilares sobre los cuales Feijóo afirmó la esencia y continuidad de su legado entre nosotros a partir de los años 70. En un extenso reportaje publicado en la revista Bohemia, Ele Nussa documenta la importancia de Aslo y Aimohez en el descubrimiento y desarrollo de nuevos dibujantes; a ellos se debe la incorporación de Pedro Osés Díaz, entre otros creadores, a la órbita trazada por Samuel Feijóo en derredor de la revista Signos, que muchas veces se gestó en compañía de estos auténticos y fieles seguidores.
¿Cuántas veces acompañó Adalberto al vate sanjuanero en busca de rastros de la oralidad popular por poblados y campos villaclareños? ¿Cuántas veces aparece el nombre de Adalberto al pie de anécdotas y refranes publicados en la revista y textos relativos a la cultura popular compilados por Feijóo?
En diciembre de 1989, Aslo realizó su primera exposición personal en las salas transitorias del Museo Provincial de Historia de Villa Clara, titulada Ballet mitológico; en 1983 había participado en la exposición colectiva del grupo en el Museo del Art Brut en Lausana, Suiza, llamada Arte Inventivo de Cuba; entre las obras reproducidas en el catálogo hay una suya.
En las palabras al catálogo de Ballet mitológico, Ele Nussa escribió: «Esta exposición, que tal vez no podré ver, es un suceso memorable en Santa Clara (y en cualquier parte), porque en ella Adalberto (ASLO) ha puesto su alma, es decir, sus dibujos; es decir, lo más querido y personal ».
Ballet mitológico recogía las series de madres de agua dibujadas por Adalberto, desde sus primeros pasos junto a Samuel Feijóo a finales de la década de los 60; de ahí que los mitos populares asomaron con verdadera pasión en los dibujos de Aslo, pues su raíz campesina y la humildad que siempre le han acompañado permearon su obra con la sabiduría de los campos cubanos. No podemos pensar en las madres de agua sin evocar sus representaciones en los trazos de Adalberto Suárez; de cierta manera fijó una iconografía para este bestiario, inspirado en lagartos de suaves texturas y afiladas garras.
La exposición dio lugar a un experimento coreográfico, suerte de performance, una disciplina que todavía no se había enraizado en las artes plásticas villaclareñas y apenas lo hacía en la visualidad cubana en general, por lo que a la hora de escribir estas líneas me permito reflexionar sobre el carácter inédito de la unción de artes plásticas y danza en nuestro ámbito visual, de la cual Adalberto fue un pionero.
Y no podía ser de otra manera pues aquí se percibe el influjo de Feijóo, que en más de una ocasión reiteró la necesidad de ser asistido por varias artes en la representación de la naturaleza cubana. Ballet mitológico subió a escena en el teatro La Caridad en 1990; Aslo colaboró, además, en el maquillaje y vestuario de los bailarines.
Con posterioridad Adalberto mostró sus series de polimitas y caracoles, complemento de las madres de agua, en varias exposiciones personales y en muestras colectivas, incluidos los salones territoriales de arte popular convocados por el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales. En su última edición, en abril de este año, también estuvo presente su obra.
Es importante señalar que este artista prefirió en la generalidad de sus obras el trabajo a carboncillo y lápices de colores, técnicas donde mostró un verdadero magisterio; asimismo, llevó sus polimitas a lo escultórico y creó con un interés casi científico nuevas familias de este molusco autóctono.
Su elegante dibujo, unido al de Alberto Anido y Aida Ida Morales ―a quienes Feijóo llamaba gí¼ijes, incluido el propio Aslo―, contribuyó a ese estilo bejuquero y fantástico de Las Villas que sembrara Samuel Feijóo en nuestras tierras hace más de 70 años, lo que, sin duda, asegura su duradera huella en las artes plásticas villaclareñas. Pero más allá de esta innegable impronta, habría que hablar primero del esposo, el padre, el abuelo y el amigo al que nunca le diremos adiós.