San Lingí¼istí­co, ¿estás en Cuba?

«San Lingüí­stico», si estás en Cuba, alumbra a los lectores de Tengo la palabra para juntos enriquecer y develar los hermosos misterios de esta lengua cubana.

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Yinet Jiménez Hernández
Yinet Jiménez Hernández
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17 Abril 2019

Nadie pondrí­a en dudas que el cubano se le escapó al diablo. Y puede que, en esa fuga peligrosa, haya salido corriendo del infierno al paraí­so para «redimirse » del pecado. Desde ese entonces, creyentes y no creyentes, perturbando la tranquilidad celestial, llevan en la boca a ciertas deidades lingí¼í­sticas, que en las buenas y en las malas acompañan nuestro discurso coloquial.

Ilustración de Martirena
(Ilustración: Martirena)

Apelemos a la memoria colectiva. Ahí­ descubriremos «patronos » del santoral católico convertidos en fraseologismos populares que tarareamos dí­a a dí­a. Por ejemplo, ¿cuántas veces hemos reprochado que Fulanita o Menganita se acuerde de Santa Bárbara cuando truena? ¿Por qué, con sentimiento de autocomplacencia, decimos: «al que Dios se lo dio, San Pedro se lo bendiga »?

Lo cierto es que en el campo o la ciudad estos dicharachos ruedan de boca en boca, y quizá hasta el más pequeño de casa los mencione para sorpresa nuestra. Si alguien nos colma la paciencia, ¿a quién llamamos, con las dos manos levitando y un gesto de misericordia? ¡Al «pobre » san Apapucio!

A propósito del tema, recuerdo con mucho cariño cuando abuela, atosigada por tanto reguero infantil, perdí­a sus espejuelos. «Amarraba » a san Dimas en cualquier rincón de la casa y suplicaba a la piedad divina la famosa aparición. Sus memorias regresan a mí­ sobre todo a inicios de primavera porque, cansada de tanto aguacero, con una sugerencia humorí­stica, solí­a invocar a san Isidro Labrador, que «quita el agua y pone el sol ».

También, he escuchado murmullos de algunas damas que andan sedientas de un san Juan alumbra’o (milagro), aunque luego por malas «devotas » estén en capilla ardiente. Se suman a este revolico de santos, que nos sirven lingí¼í­sticamente, las expresiones que aluden al Dios todopoderoso.

Dicen por ahí­ que Dios le da barba al que no tiene quijá. Pero recuerde que usted siempre tiene un chance, porque al que madruga él lo ayuda. No obstante, no deje todo a la gracia celestial: a Dios rogando y con el mazo dando.

Por eso, «san Lingí¼í­stico », si estás en Cuba, alumbra a los lectores de Tengo la palabra para juntos enriquecer y develar los hermosos misterios de esta lengua cubana.

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