
Seguramente pensarás que se me subió la alcurnia filológica a la cabeza; porque esa palabra, eufemismo*, tal vez no sea entendida por muchos de nuestros coterráneos. Sin embargo, son ellos los causantes de que nuestra isla constituya, entera, un rebuscado ir y venir de vocablos pícaros, retahíla de códigos cubanísimos, ironías constantes.
Nosotros, «cuidadosos » hablantes de la lengua, tememos una malinterpretación de interlocutores sensibles. Por ello, cuando alguien nos resulta poco agraciado es muy fácil quitarse el golpe de arriba con una expresión: «nunca tuvo quince ».
Para continuar con la crítica «sana », o al buen cubano, «sacando tiras al pellejo », ¿cómo juzgar a una vedette que se aferra a vivir en la gran pantalla? ¿Te suena familiar que «ella ya vio pasar sus mejores años »?
Y si cambiamos de palo para rumba, los fluidos corporales también acaparan la atención de esos disimulos lingí¼ísticos. A nadie se le ocurriría en solemne encuentro mencionar con todas sus letras aquellos términos relativos a problemas estomacales. En este punto, perdónenme que yo misma esté siendo extremadamente eufemística.
Si digo que los de la Mayor de las Antillas estamos en la «lucha », aseguraría que es más que una simple metáfora. Enseguida nos viene a la cabeza la batalla campal que supone la supervivencia del día a día. Y un poco más. Entonces, nos acordamos de la gran cantidad de paisanos que prácticamente «estafan » la inteligencia ajena: esos viven del invento o, lo que es más cómodo, del cuento.
Ante la precariedad de la vida, muchos términos se despojan de su matiz negativo para ser aceptados colectivamente y reajustar el sistema de valores éticos. Por ejemplo, doy por hecho que todos los cubanos saben lo que implica tener «buena búsqueda » en un centro laboral.
Pero hay otros términos muy polémicos que rompen Récord Guiness, frasecitas que revuelven en un dos por tres la tranquilidad mental. No hay criollo que se resista a ponerse las manos en la cabeza ante la aparición cotidiana de conflictivos juegos de palabras.
¿Cómo reacciona usted al entrar a una tienda, a media mañana, y lee un cartel que informa a los consumidores «estoy resolviendo un “problemita†»? ¿Qué pensamos cuando ante otros fenómenos sociales de gran envergadura alguien responde que «se está trabajando en base a eso »?
Me parece que en estos tiempos los cubanos estamos tomando muy en serio la cuestión de los eufemismos. ¿Será que a veces nos faltan pantalones para llamar las cosas por sus nombres? ¿O que la variante cubana del español es excesivamente prudente? Puede ser.
Con una invitación a que los lectores continúen enriqueciendo los conocimientos de nuestra variante cubana del español, propongo un punto final. Hasta aquí las clases. ¡Chao!
* Palabra o expresión más suave o decorosa que sustituye a otra considerada tabú, de mal gusto, grosera o demasiado franca.