Carlos Garcí­a: 35 años en Telecubanacán

Carlos Garcí­a ha dedicado toda su vida a Telecubanacán.

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Carlos García
Carlos García, llegó como ingeniero y desde aquel momento ha formado parte de la plantilla del canal que este de noviembre cumple 35 años.
Laura Seco Pacheco
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05 Noviembre 2019

Cuando Telecubanacán estaba en pleno nacimiento fueron muchí­simos quienes se enrolaron para gestar el proyecto. Incipientes camarógrafos, directores de programas, editores, luminotécnicos, periodistas e ingenieros levantaron con sus propias manos el local y montaron el equipamiento técnico.

Eran tiempos duros, de muchí­simo trabajo pero muchí­simos más eran los deseos de hacer, de experimentar, adrenalina por la novedad se agolpaba y las mentes y cuerpos más o menos jóvenes no tení­an un segundo de descanso.

Entre ellos estaba Carlos Garcí­a o Carlos Kilowatts, como le dicen entre el cariño y la broma. Carlos llegó como ingeniero y desde aquel momento ha formado parte de la plantilla del canal que este de noviembre cumple 35 años.

Después de tanto tiempo, su nombre no solo se vincula al cargo de ingeniero, sino que puede leerse en los créditos como director del espacio Con buen gusto o de actos y coberturas especiales.

¿Cómo surge Telecubanacán?

Fue una idea de Fidel para ampliar un poco lo que era la televisión territorial. A finales del año 83 se le indicó a Villa Clara que debí­a encontrar un local para instalar su telecentro. Tomás Cárdenas Garcí­a, entonces secretario del Partido, se sumó a esta tarea junto a un grupo de compañeros, entre ellos quien fungí­a como administrador de la radio, Emilio Fernández. El paso de la radio para la televisión era frecuente, pues el personal de la emisora era el único con cierta experiencia en medios de prensa.

«Se valoraron varios sitios, hasta que se decidió que fuera la antigua biblioteca del Club de Oficiales del regimiento Leoncio Vidal, lugar donde hoy está emplazado. Hubo que reestructurar el edificio para convertirlo en un estudio de televisión, que con 110 m2 resultaba bastante grande para aquel entonces.

«La idea inicial del telecentro era que tramitaran información hacia el noticiero nacional, además de incluir toda la región central, o sea, Sancti Spí­ritus y Cienfuegos, donde se designarí­an dos corresponsales con medios técnicos. Pero no habí­amos concluido el estudio y se decidió que í­bamos a transmitir localmente. Una responsabilidad enorme para la que muchos no nos sentí­amos preparados ».

¿Cómo eran los medios técnicos en aquel entonces?

Bueno, tení­amos técnica Sony, de casetes con unas máquinas reproductoras muy grandes, dos cámaras 1800 pequeñas, prácticamente unos juguetes al lado de los que hay ahora, además de los equipos de audio, el switcher del director y demás medios.

«Yo antes trabajaba en el Ministerio de Comunicación como especialista en radiomóvil, y aunque soy Ingeniero en Telecomunicaciones, fue un choque de tecnologí­as. Tuve que adaptarme a un medio muy diferente a lo que yo hací­a ».

¿Y el adiestramiento para trabajar con los equipos?

Nosotros los ingenieros tuvimos muy poco. Mientras los editores, los operadores de video, los camarógrafos y demás personal se fueron a preparar para La Habana, nosotros tuvimos que quedarnos para montar el estudio y hacerlo prácticamente de forma autodidacta. Así­ fue hasta que comenzamos el proceso de instalación y tuvimos apoyo de los compañeros de la capital y sobre esa marcha, empezamos a aprender televisión: preguntando, rectificando, acotejando, aportando ideas.

«Fuimos consultando, estudiando muchas veces manuales en inglés, en una época sin Internet. La técnica de nosotros era diferente a la de los demás telecentros, pues era capitalista cuando predominaba la soviética. »

¿Cuál era la función de los ingenieros en aquel momento?

Primeramente instalar y poner en marcha la planta de televisión y después mantenerla. A veces en otros lugares los ingenieros se especializan en las diferentes funciones, aquí­ tenemos que saber de todo, al audio, a las cámaras, a las máquinas de videotape, a lo que surja. Fue difí­cil, pero lo logramos.

Carlos Garcí­a
Carlos Garcí­a, en sus inicios en Telecubanacán

¿Cómo fue evolucionando la tecnologí­a?

El telecentro fue moviéndose al propio ritmo de los sistemas de televisión, al desarrollo vertiginoso de la computación y las redes. Después de la primera técnica U-matic, pasamos a otra de mucha más calidad, la de casetes DVCAM, más ligera y sencilla de manipular. Así­ hemos ido hasta caer en las eras digitales.

«Ahora transmitimos con un servidor indicado para estas funciones, tenemos un buen generador de caracteres y una unidad de control remoto con base digital. Hemos evolucionado hacia la televisión digital que es la que se emplea actualmente, aunque nos falta técnica.

«Hay que estar conscientes de que estamos expuestos a los estragos del bloqueo y al alto costo de las tecnologí­as de la televisión que cambia constantemente y no son asequibles para nuestro paí­s ».

¿Con qué tecnologí­a trabaja actualmente Telecubanacán?

Nosotros estamos en transición hacia la televisión digital, así­ que contamos con un hí­brido entre esta y la analógica. El telecentro ha recibido una nueva inversión que la encamina hacia las transmisiones en alta definición, así­ el switcher del director y los reproductores de videotape son de alta tecnologí­a, pero las cámaras de estudios tienen 16 años y el audio es analógico ».

Desde su punto de vista, ¿cuáles son los mayores retos de Telecubanacán a sus 35 años?

Hay muchos y no todos son tecnológicos. Yo pienso que tecnologí­a aceptable tenemos para lograr una televisión agradable y que llegue, pero necesitamos buscar los temas adecuados y talento para acercarse a los nuevos públicos. No podemos hacer televisión de los años 50 con tecnologí­a nueva. Los conceptos tienen que cambiar y explotar mejor las tecnologí­as para llegar a los televidentes con un producto televisivo más terminado desde el punto de vista técnico y artí­stico.

«Pero para eso tenemos que tener disciplina, control de la calidad y un grupo de elementos que todaví­a debemos mejorar. El televidente merece respeto y productos de mayor calidad, hay que escucharlos, aunque no tengamos una televisión interactiva, y adecuarse a sus intereses.

«Un programa no puede mantenerse estático 10 años porque cansa, tiene que variar sus elementos técnico-artí­sticos para que sea más asequible y no solo cambiar un determinado presentador ».

¿Y el relevo?

Ese es uno de nuestros grandes retos. Ya los jóvenes no duran mucho en Telecubanacán, muchos se convierten en aves de paso. Los entrenamos, los preparamos y luego parten hacia otros horizontes. En el departamento técnico, yo no tengo relevo. Los compañeros que han venido han estado poco más de un año y se marchan tras una mejor remuneración, lo que resulta comprensible. Ahora el salario mejoró y sin embargo todaví­a no tengo remplazo.

¿Qué ha sido lo mejor en estos 35 años en Telecubanacán?

Lo mejor fue su propio surgimiento y el colectivo maravilloso que lo hizo posible, compañeros que lo amaron y lo disfrutaron.

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