No conozco 31 sin parranda. No sé nada sobre despedir el año con esa cena en familia de la que todos hablan. El 31 en Zulueta se come rápido y recalenta'o. Se llega con el cansancio acumulado por un diciembre en el que, aunque la calle parece estática, nadie deja de trabajar. Cualquier visitante diría que se encuentra en el pueblucho más feo del mundo.

Unas mesas de cuatro patas y forradas con malla aparecen tiradas por cualquier parte; solo un zulueteño o un parrandero de verdad sabe que esos son tableros. No se sabe con exactitud cuándo aparecen los andamios por la calle Real; solamente se tiran ahí, y el resto es esperar y ver quién pone la primera pieza. Ese pueblucho feo en diciembre está más vivo que nunca.

Las parrandas de Zulueta son todo para quienes la absorben desde cortas edades. Para unos, el regreso a casa, el premio que se hace esperar 365 días, el reencuentro con los amigos que sabes solo verás ese día o en fechas cercanas, el punto final del año, la liberación de las rabias y las riñas, el repique de risas a tempo de conga.
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Al decir de muchos conocedores y seguidores del tema, la carroza es el principal elemento a medir dentro de una parranda, pues refleja el talento, la creatividad y el trabajo desarrollado por una comunidad, además de ser fuente de conocimiento, cultura e identidad local. Las carrozas son verdaderas obras de arte, conformadas por piezas de madera y cartón fundamentalmente, que recrean un escenario, donde los diseñadores exponen su talento y creatividad. (Foto: Tomada de Facebook) |
La cosa es así, del 27 al 1.o te parece que estás viviendo el mismo día, que no se acaba. En la calle la música es tan alta que apenas tienes tiempo para pensar demasiado las cosas. De la pista, vas para la nave, pasas por la casa, te bañas, comes y sigues... Duermes escasas horas y vives sabiendo que en cualquier momento la multitud te puede arrollar con el Sun sun sun sun sun babae sun sun sun sun sun babae.

En tiempos de parranda los barrios, la familia y los amigos se unen, y se amparan tras divisiones rojas y azules, y el pueblucho no vuelve a parecer estático hasta la mañana siguiente. No logro imaginar cómo se vivirá este 31. Me cuesta creer que la gente permanecerá en sus casas. Que nuestra mayor tradición se limitará a un par de bafles y el estruendo de cualquier música. ¿Cómo se recibe el Año Nuevo si no es en las cuatro esquinas, con un trago de cualquier cosa, el olor a pólvora y el abrazo de tu pueblo? ¿Cómo se amanece un día 1.o después de haber dormido la noche entera?

Para nosotros, para los zulueteños, lejos de lo que cualquier lector aislado pueda entender, nuestro barrio es nuestra patria. La tradición que heredamos de nuestros vecinos remedianos nos da la vida. Nos late dentro y se nos dispara con la misma intensidad que los fuegos artificiales cuando arremeten contra la noche. Nosotros somos la parranda.
