
Un gran éxito experimenta en estos momentos en Dinamarca una serie infantil titulada John Pilila, el hombre con el pene más largo del mundo. Evidentemente, el audiovisual también ha levantado una polvareda enorme entre el público más conservador y tradicionalista, y quienes no le ven nada nocivo en absoluto.
Destinado a un público etario de entre cuatro y ocho años de edad, a pesar del revuelo, el programa posee miles de reproducciones de los capítulos en la página digital del canal infantil de la televisión pública danesa DR, así como una considerable cantidad de reacciones en las redes sociales.

Desde hace un buen tiempo en las escuelas y medios comunicativos en muchos países se ha incentivado la educación sexual, de diversas maneras y métodos. Y se sabe que antaño los prejuicios y tabúes provocaron mucho daño a miles de personas que vieron dañado o confuso su desarrollo como personas adultas, sobre todo, en el aspecto psicológico.
Pero ¿cuál es el límite de lo que se puede o no mostrar o hablar a los niños sobre sexualidad? Para muchos representa una línea tan delgada como la existente entre arte erótico y pornografía.
Aunque la serie no trata sobre la educación sexual en sí, lo cierto es que esta resulta muy importante y necesaria; solo que los adultos han de ser muy cuidadosos y atinados a la hora de explicar y detallar a los pequeños.
Sospecho que poner en Cuba por televisión la referida serie infantil daría muchísimo de qué hablar; incluso, algunas personas se escandalizarían. Pero, contradictoriamente, hoy en día ya casi nadie se escandaliza al ver en consultas de los hospitales maternos a niñas de 12 a 15 años embarazadas, que haya menores de edad conviviendo juntos con la anuencia de padres y tutores o que hablen de sexo como de los muñequitos.
También, para nadie es un secreto el fácil acceso de pequeños y adolescentes a productos de alto contenido sexual en Internet y las redes sociales, donde también acechan pedófilos y pervertidos de todo tipo. Entonces, ¿será o no preferible tratar la sexualidad con responsabilidad, e incluso de manera sutil, como el audiovisual danés?
Según los creadores de la serie, John Dillermand (el nombre del protagonista en su idioma original) vive con su abuela, y se ve envuelto en situaciones embarazosas y llenas de humor, a causa de su enorme e incontrolable pene, representado como una extensión de la trusa a rayas que usa.

Morten Skov Hansen, máximo responsable del canal infantil Ramasjang, de DR, comentó acerca del mensaje que emite la serie:
«Trata sobre atreverse a asumir lo que uno hace, sus fallos, y querer lo bueno; aunque a menudo lo atrevido y lo prohibido sean lo más tentador. La serie reconoce también el interés que los niños tienen hacia su cuerpo, hacia lo embarazoso y hacia lo divertido », acotó.
Ignoro si la División para Niños y Jóvenes de la TV se atrevería a transmitir John Pilila; imagino sea una decisión embarazosa. Sin embargo, el personaje surgido en la misma nación del gran autor de literatura para niños Hans Christian Andersen es tan infantil como Pippa Calzaslargas, uno de los más famosos a nivel mundial.

No obstante, seguro muchas personas alegarán que las medias largas son más «inocentes » que los penes; pero en la vida real el tamaño de las calzas no garantiza una adecuada educación sexual ni evitará que los niños exploren, conozcan y pregunten sobre su propio cuerpo.