Jesús ílvarez López: polemista empedernido

Jesús ílvarez López vive orgulloso de ser hijo de Venturilla, el asentamiento del montañoso municipio de Manicaragua donde nació este periodista de la radio villaclareña, ganador del premio Premio Roberto González Quesada, por la Obra de la Vida.

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Jesús Álvarez López, periodista de CMHW.
Jesús Álvarez López en uno de los estudios de la emisora CMHW. (Foto: Tomada del perfil de Facebook del entrevistado)
Dayana Darias Valdés
1812
21 Marzo 2021

Se define a sí­ mismo como un guajiro, pero saben él y todos los que se han cruzado en su historia de amor con el periodismo que Jesús conjuga la pasión con un apetito terrenal por servir. Ha creado sus propias melodí­as y se ha desprendido de las fórmulas y los algoritmos que la radio imprime. Jesús ílvarez López es un creador, un poeta, un hombre, hijo y padre, vivo, ajeno a la fatiga… Jesús es extraordinario, de los pocos que en el mundo del periodismo han logrado la consigna guevariana y se ha hecho un hombre fuerte sin perder la ternura.

Me advierte, antes de iniciar la conversación, que hay que hablar de su familia. Se muestra orgulloso y desde el inicio quiere dejar las cosas claras: «Manicaragua, Venturilla. Yo soy un hombre de familia, de hogar. Tengo cinco hermanos y cuatro hijos, tres hembras y un varón, todos universitarios, y todos me hacen sentir orgulloso porque, aunque sus profesiones tienen poco que ver con la mí­a, se parecen a mí­ en cuanto a la determinación con la que afrontan la vida. Yo perdí­ a mi madre cuando tení­a ocho años, y mi padre se convirtió en mi referente, me enseñó lo que era respeto y cómo debí­a ganármelo ».

Pero el guajiro de Venturilla, el radialista, el agricultor, no estudió Periodismo.

Soy periodista gracias a que estudié Filologí­a, pero llegué a la filologí­a pensando en el periodismo. Cuando estaba en el pre, vino una sola plaza para Periodismo y la cogió la colega Dalia Reyes Perera. Sabí­a que no tení­a opciones y entonces leí­ en los perfiles ocupacionales de las distintas especialidades que el filólogo podí­a trabajar de periodista, y ahí­ mismo tomé la decisión, pensando en que algún dí­a podrí­a ser reportero, aunque las esperanzas eran pocas.

Pero Jesús era periodista, y no necesitó un tí­tulo con la palabra escrita para hacerse con los micrófonos de la Reina Radial del Centro y ganarse el respeto de la audiencia villaclareña. «Por cosas de la vida terminé siendo miembro del Plan de Formación de Cuadros del Comité Nacional de la UJC y entonces, al graduarme, me ubicaron en la UJC Provincial, con el objetivo de convertirme en cuadro profesional. Para mi felicidad, después de seis meses en las FAR, se me dio la oportunidad de trabajar en la CMHW como redactor de mesa ».

Jesús ílvarez López recibe reconocimiento en el Dí­a de la Prensa Cubana.
(Foto: Tomada del perfil de Facebook del entrevistado)

Rememora con nostalgia aquellas primeras veces en un estudio de grabación. Quienes solo lo conocen por su tono de voz, sentirí­an envidia de esta periodista que escuchó la historia en primera fila:

«En aquellos tiempos, para hacer trabajos de reportero debí­a utilizar mi tiempo libre. Hasta que un dí­a el colega Rigoberto Rodrí­guez, que atendí­a la agricultura, me pidió cambiar de funciones con él durante tres meses, y pasado ese periodo me dijo: “Oye, sigue ahí­ que a mí­ me gusta la Redacción”, y fue gracias a eso que me quedé ya para siempre atendiendo el sector con el que más afinidad tení­a debido a mi origen campesino ».

Los caminos del periodismo y la comunicación se hacen cada dí­a un poquito más difí­ciles, cambian las rutinas y los modos de hacer. ¿Es Jesús un periodista estático, creyente de la especialización y el confort?

Hay quien prefiere saber un poquito de todo y no saber mucho de nada, y están quienes prefieren la especialización y ser referencia para los demás. Yo me especialicé en temas agropecuarios por razón de vida. Gracias a mi historia personal tení­a conocimientos que me han facilitado el camino y también porque lo disfruto mucho.   Pero pienso, además, que los periodistas no deberí­an simplificar su profesión a una sola rama, se deben abordar todos los temas y siempre con mucho respeto hacia lo desconocido.

Muchos años haciendo lo mismo. ¿Está cansado?

Yo no me canso ni me cansaré. Podré agotarme porque ya no soy el mismo de antes, pero cansarme de hacer periodismo, nunca. Recuerdo que cuando era joven me fui para La Habana en botella para hacer un trabajo sobre el aniversario 50 de la muerte de Antonio Guiteras. Habí­a transporte, pero a mí­ me daba pena pedirlo y me fui por mi cuenta. Pero cansarme nunca, el dí­a que lo haga tendré que dejar la profesión porque ese es un oficio de personas incansables.

Jesús habla con la convicción de un recién graduado; la pasión por hacer lo que le gusta le hace los ecos de la voz y las fibras de la piel. «Yo considero que tenemos que levantarnos cada mañana con el deseo de hacer el mejor reportaje, olvidarnos de lo que logramos ayer, de los elogios, siempre añorando ser mejores », me dice.

Hablar de periodismo le hace casi tan feliz como ejercerlo: Jesús puede pasar horas opinando, lanzando sus dardos de sinceridad, y quien lo escucha tiene por obligación quedarse con la humildad y el respeto con que emprende el discurso. «El periodismo actual lo puedo dividir en dos partes, una que me gusta y otra que no me gusta tanto. No tolero el periodismo complaciente que lo ve todo bien, como no creo que sea justo un periodismo que todo lo vea mal. Ninguna obra es perfecta, pero tampoco tan mala como para que no tenga ningún valor que elogiarle. Nunca me ha gustado humillar; mi trabajo se basa en el respeto. He sido serio y objetivo. Tengo la inmodestia de reconocerlo, no me nace ser complaciente, jamás pagarí­a favores con mi periodismo ».

¿Fue, es y será la radio?

Siempre preferí­ la prensa escrita. Cuando empecé publiqué varios trabajos en Vanguardia, con mucha alegrí­a los guardo aún en mi archivo. Tení­a el afán de ver mi nombre impreso en el periódico y poder llevarlo para que mi padre lo viera, pero con el tiempo me di cuenta de que la radio llegaba mucho más al pueblo y me enamoré de ella irremediablemente. Claro, mantuve mi colaboración con muchos periódicos como Trabajadores; incluso, cuando estuve en Angola colaboré con Granma Internacional. Esto no solo lo limité a la prensa escrita, también lo hice con Radio Rebelde y Radio Progreso. En su momento tuve muchas oportunidades para abandonar la CMHW, pero nunca lo hice, porque mi sueño es retirarme en esos estudios.

¿Tiene ílvarez López una máxima?

Recuerdo que una vez pedí­ permiso para publicar un reportaje y no me lo dieron. Ese dí­a decidí­ que nunca más pedí­a permiso. Si luego de transmitido genera consecuencias, las asumo, pero yo no soy hombre de estar pidiendo permiso, porque tengo muy claros mis principios.

«Siempre me hago la misma pregunta cuando termino un trabajo: “ ¿Ayudo a la Revolución con lo que hago?”. Y, a veces, para ayudar a la Revolución hay que ser muy tú, nunca mido jerarquí­as porque es muy fácil criticar a un administrador, por ejemplo, pero a veces los responsables del problema van con corbata. En una sociedad socialista y unipartidista   como la nuestra, la prensa tiene un papel de vigilancia constante sobre los problemas, nos toca denunciar junto al Partido para resolverlos, y mi máxima es esa ».

Jesús ílvarez López muestra una foto en la que aparece cerca de Fidel.
Jesús se señala en la foto en la que se aprecia a un grupo de periodistas conversando con Fidel, el 15 de diciembre de 1993. (Foto: Tomada del perfil de Facebook del entrevistado)

Su sentido del humor me hace rememorar una de las crónicas del grandí­simo Enrique Núñez Rodrí­guez y le pregunto: Jesús, ¿recuerda usted alguno de esos ridí­culos profesionales que son inolvidables?

«Todos tenemos meteduras de pata. La primera vez que me mandaron a cubrir un acto pregunté el nombre del compañero que estaba hablando y un directivo me dijo: “ ¡Pero usted es periodista y no sabe el cargo de ese funcionario?”. En ese momento me sentí­ humillado. En otra oportunidad tuve que asistir a una reunión en la textilera con el ministro de la Industria Ligera, a mi lado estaba ese monstruo del periodismo cubano que es Pedro de la Hoz, y mientras yo tomaba notas, llené como 15 páginas de mi agenda, y me fijé en que él no escribí­a nada y le pregunté: “Pedro, ¿usted no va a publicar esto?”. Al otro dí­a salió en la primera página de Vanguardia un excelente trabajo, mientras yo con mis 15 páginas solo hice una ridí­cula gacetilla de la que me avergí¼enzo con el paso del tiempo. Es una de esas experiencias que nunca se olvidan porque te hacen esforzarte mucho más.

«Nadie se las sabe todas y esta es una profesión en la que uno nunca deja de aprender. Yo no me considero especialista en nada, solo soy un aprendiz ».

Yo, que habí­a leí­do algunas de sus décimas, no me pude aguantar y tuve que incitar a la controversia, sacarle unas cuantas rimas y ponerme a prueba a mí­ misma, y comencé:

Casi a medio conversar / viene y me asalta la duda / (pregunta clásica en Cuba) / pero la voy a soltar. / Usted puede contestar / que yo escribiré la lista / y como buen analista / le presento mi inquietud / ¿Qué hubiese sido Jesús, / si no fuese periodista?

Su risa, tan sincera que parece salirle del medio del corazón, delata su respuesta:

Si no fuera periodista / serí­a un ingeniero agrónomo / historiador o un astrónomo, / un médico especialista. / Todo me gusta, la lista / no la puedo definir, / pero algo voy a decir / y mi palabra es sincera, / cualquier cosa que yo fuera… / mi vocación es servir.

Luego de los versos y las risas que solo entre guajiros puede generar una pequeña canturí­a, me confiesa: «El tiempo es un fiscal sangriento. Me hubiese gustado escribir un libro, escribir mis décimas y mis crónicas ». Yo lo escucho, agradezco y le dedico un «ojalá », mientras me imagino en unos años leyendo sus rimas ya impresas.

«Yo veo a las personas sentadas en las aceras conversando y no los envidio, pero creo que nunca tendré tiempo para eso. Si algún dí­a me veo sentado en una acera sabré que no estoy empleando bien mi tiempo », concluye.

Premio Roberto González Quesada por la Obra de la Vida, otorgado a Jesús ílvarez López.
(Foto: Tomada del perfil de Facebook del entrevistado)

Treinta y seis años después de escudarse detrás de los micrófonos de la emisora radial villaclareña, de una vida consagrada al trabajo y a la superación, siempre buscando dar sentido a la palabra utilidad, Jesús ílvarez López recibe, para orgullo de sus colegas y audiencia, el Premio Roberto González Quesada, por la Obra de la Vida. Sin embargo, no son los premios un móvil para trabajar, y a tal referente del periodismo cubano no se le puede preguntar qué se siente recibirlos. «Yo he tenido muchos premios, y hay algunos que son inolvidables. El primero fue una mención en el concurso Primero de Mayo. No trabajo con ese propósito, de hecho, fue luego de siete años de labor cuando participé en un concurso, pues nunca antes lo habí­a hecho.

«Fue uno de mis mejores trabajos, tení­a el í­mpetu juvenil. En aquel momento ser premiado tuvo una repercusión tremenda en mi vida, porque los ganadores pudimos participar en el desfile de los trabajadores en La Habana acompañados por el Comandante en Jefe; pero, sin duda, esa mención me demostró que yo también podí­a ganar, y desde 1992, excepto en dos ocasiones, siempre he sido premiado en ese concurso.

«En el 2009 recibí­ otro mérito que marcó mi vida, el Gran Premio Primero de Mayo, que lo recibe solo un periodista de todo el paí­s, y el cual obtuve, además, en un momento muy desabrido en mi vida personal y profesional. Ese logro me convenció nuevamente de que yo habí­a nacido para hacer periodismo. Lo necesitaba en ese momento.

«Y ahora me llega el reconocimiento más grande, el “Roberto González Quesada”, un premio que asusta, porque cuando te dicen que es por la obra de la vida sientes como si la vida se te fuese acabando, y yo quiero vivirla un poco más. Tengo muchas cosas por hacer todaví­a ».

¿Quién es Jesús ílvarez López?

Soy un analista por naturaleza, un polemista empedernido, me encanta comentar. No soy un reportero, prefiero el análisis, siempre estoy pensando. Hay quien nace para reportero, yo soy un pensador, me paso toda la vida cavilando cómo resolver los problemas de los más vulnerables. Por eso siempre he intentado usar el periodismo para arremeter contra quienes se aprovechan. Esa es la esencia de mi periodismo, de la persona que soy desde niño, de mi palabra, mi definición es la verdad. Si algún legado quisiera dejar es que, si alguien me recuerda, sea amigo o adversario, nunca pueda decir: «Ese periodista mentí­a ». Yo hago en el periodismo lo que me gusta, y si tengo una meta es seguir haciendo eso, pero cada dí­a con mayor dignidad.

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