Una madeja complicada

Economista villaclareño expone cómo el bloqueo perjudica en todas las facetas de la vida de Cuba y en sus relaciones con el resto del mundo.

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Caricatura de Alfredo Martirena sobre el bloqueo de EE. UU. contra Cuba.
(Ilustración: Alfredo Martirena)
Idalia Vázquez Zerquera
Idalia Vázquez Zerquera
@IdaliaVzquez
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01 Noviembre 2017

A pocas jornadas de la presentación del informe sobre la Resolución 71/5 de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la «Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba », el economista Mario Carbonell Hernández responde a interrogantes sobre la genocida polí­tica que desde hace más de 50 años afecta a los cubanos.

El bloqueo, una de las reliquias de la guerra frí­a, tiende a recrudecerse tras la llegada al poder de Donald Trump. ¿Qué opina al respecto?

El cambio de poder en EE. UU. siempre trae aparejadas importantes modificaciones en la polí­tica exterior.

«El presidente Trump ya ha hecho gala de su polí­tica “EE. UU. primero”, pues en menos de un año de mandato ha retirado o se ha opuesto a compromisos asumidos por administraciones precedentes: el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el Acuerdo Transpací­fico de Cooperación Económica, el Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión, la retirada de la Unesco y del Acuerdo Nuclear con Irán, y el restablecimiento de más restricciones en sus relaciones con Cuba, siempre argumentando de manera populista que no son negociaciones ventajosas para los EE. UU. y sus trabajadores.

«En el caso particular de Cuba, el bloqueo norteamericano persistió incluso durante el gobierno de Obama, que no hizo todo lo que estaba a su alcance para desmontarlo, y redireccionó la prerrogativa a la Cámara y al Senado.

«La alusión a que los acuerdos con Cuba solo beneficiaron al Gobierno cubano y no a los intereses de EE. UU. ni al pueblo cubano, es una expresión vací­a y da continuidad a las polí­ticas de otras administraciones que mantuvieron el sí­ndrome de la guerra frí­a.

«Ya Trump anunció medidas restrictivas respecto a los pasos dados en los dos últimos años, pero sus implicaciones para Cuba no son significativas, pues el andamiaje del bloqueo ha seguido prácticamente y nos perjudica en todas las facetas de la vida del paí­s y en nuestras relaciones con el resto del mundo ».

Y la visión del cubano con respecto al bloqueo, ¿cree que ha variado con Trump en el poder?

No creo que a partir de ese hecho se haya modificado la visión de los cubanos respecto al bloqueo, pues Obama casi lo dejó intacto, y lo poco que hizo puede ser echado atrás. Sí­ pienso que con Trump ha cambiado en los cubanos la percepción acerca de los temas migratorios.

En 2016 resultó contundente la victoria cubana en las Naciones Unidas, incluso EE. UU. se abstuvo por primera vez. ¿Qué cree que sucederá este año?

A partir de la arrogancia egocéntrica y el unipolarismo que enarbola la actual administración norteamericana, espero que este año las instrucciones que reciba la representación permanente de los EE. UU. en la ONU sea retomar el voto negativo contra Cuba y el mundo. Este ha sido el cuadro observado hace muchos años y manifiesta el irrespeto de ese paí­s hacia los acuerdos de la Asamblea General.

Economista Mario Carbonell Hernández.
Mario Carbonell Hernández, economista. (Foto: Ramón Barreras Valdés)

¿Pudiera citar ejemplos del impacto negativo en las telecomunicaciones?

 El cerco económico contra Cuba impacta perniciosamente en todos los ámbitos en nuestra nación. En las telecomunicaciones, por ejemplo, las afectaciones son evidentes, pues Cuba no tiene acceso a una enorme red que, aunque la rodea, no toca tierra cubana.

«Ello explica la lentitud de internet, el escaso acceso de los cubanos a la red de redes y, por tanto, a su valor como fuente de información tecnológica, financiera y de mercados, lo cual impide relacionarse con el resto del mundo en tiempo real,   realizar negocios conjuntos con empresas norteamericanas y acceder a la alta tecnologí­a que en materia de telecomunicaciones posee EE. UU. ».

¿Y en el Turismo?

 El hecho de que los estadounidenses no puedan viajar a Cuba como turistas incide en el número de ellos que llegan al paí­s, y por tanto, en los ingresos intra y extrahoteleros.

«Cuba este año tiene un estimado de arribo de 4,7 millones de turistas, sin incluir los norteamericanos. Con las lí­neas aéreas de ese paí­s autorizadas a realizar hasta 110 vuelos diarios, se puede disponer de unos 2,6 millones de asientos al año, lo que indica que el potencial de ese mercado emisor serí­a ya superior que el canadiense.

«Si se elimina esta restricción a mediano plazo, se estima que puedan hacer turismo en Cuba unos 5 millones de estadounidenses, cifra similar a la que Cuba recibe hoy de diferentes latitudes ».

De eliminarse el bloqueo, ¿soportarí­a la infraestructura cubana una oleada masiva de turistas?

Nuestra infraestructura no es moderna ni está acorde con las exigencias del mundo actual, aunque en el sector del Turismo existen mejores condiciones. La capacidad hotelera del paí­s se explota al 60 % como promedio, por lo que el restante 40 % permitirí­a asimilar hoy a unos 3 millones adicionales, aunque tensando otras infraestructuras, como las del transporte y las comunicaciones, los suministros de importación y la demanda de energí­a.

«Una oleada o avalancha de turistas no ocurrirá más allá de las capacidades que tiene el paí­s, pues si además creciera mucho esa demanda, repercutirí­a necesariamente en la elevación de los precios y tarifas que deben pagar los turistas, y ello provocarí­a una contracción de los arribos.

«El propio desconocimiento del   ciudadano común norteamericano sobre Cuba y la no existencia en la nación de productos y servicios a los que están acostumbrados en su paí­s, serí­an elementos adicionales que pueden disminuir la afluencia masiva, en caso de que se elimine la prohibición de viajes a la isla.

«No obstante, el negocio del turismo en Cuba está en franca expansión dado el crecimiento previsto en habitaciones, así­ como en los servicios extrahoteleros conexos llámense marinas, campos de golf, transportación interna, entre otros, en los que no participan estadounidenses ni sus empresas inversionistas ».

¿Piensa que el cubano se ha acostumbrado tanto al bloqueo que no lo tiene en cuenta y se aclimata a él?

Nadie se acostumbra a lo malo. En situaciones difí­ciles y sin alternativas de solución la gente se resigna, resiste, pero no se deja vencer, como no ha podido vencer EE. UU. al pueblo cubano y su Revolución.

«No obstante, es preciso aclarar que en nuestra sociedad actual hay dos generaciones distintas. Una nació antes de la Revolución o en sus primeros 20 años. En otras circunstancias conoció el capitalismo y sus desmanes o vivió las agresiones y la escasez. Esa generación se enroló de lleno en la Revolución, fue la protagonista de sus principales conquistas y vivió un perí­odo de bonanza económica. Esa generación piensa como vivió y luchó.

«Los años 90 del siglo pasado marcaron un giro rotundo en la sociedad cubana. La nueva generación de la segunda mitad de los años 80 y hasta nuestros dí­as no piensa igual que la anterior. Ha vivido la zozobra del derrumbe, el apriete de tuerca del bloqueo y el empeoramiento de las condiciones de vida, sin poder construir sus proyectos personales.

«Ello incidió en la degeneración de la ética, la moral, el civismo, y trajo menos compromiso, más desinterés y desidia por lo colectivo, más individualismo y debilitamiento ideológico, los cuales, sin generalizar, son el pase de cuentas y las consecuencias de los cambios ocurridos en los últimos 30 años ».

En ocasiones escuchamos que el bloqueo es más interno que externo. ¿Cuánto de razón puede haber en ello?

La frase la emplean muchos cubanos en alusión a nuestras propias debilidades. El bloqueo interno tiene que ver precisamente con los cambios de mentalidad, con normativas no acordes con la realidad; con la burocracia que domina, controla y demora casi todo; con las indisciplinas y las ilegalidades, con la corrupción; comportamientos todos que manifiestan la situación concreta en la que vive el paí­s, muchas veces dada por la poca disciplina y control de nuestros cuadros, y también por los avatares que inciden desde el exterior. Indudablemente, sin bloqueo externo todo serí­a mucho más fácil para el cubano de a pie y para los decisores del Estado ».

¿Nota que el bloqueo es más financiero que económico y comercial? Si Cuba no tuviera deudas internacionales y contara con poder económico, ¿funcionarí­a el bloqueo?

El bloqueo tiene muchas aristas y está presente en cada faceta de la vida del paí­s. Todos los paí­ses tienen deudas, pero en nuestro caso el bloqueo estrangula, no nos permite disponer de alternativas a las cuales accede la mayor parte de los paí­ses del mundo.

«Nuestra economí­a, además de subdesarrollada, es pequeña; un mercado de 11 millones de personas con bajo poder adquisitivo no es de interés para las grandes empresas internacionales.

«Cuba no dispone de grandes recursos naturales y depende mucho de sus relaciones comerciales con el exterior. Es una situación que expresa vulnerabilidad y pocas opciones de escape. Por tanto, el bloqueo es económico, financiero y comercial ».

En un caso hipotético, si se levantara el bloqueo, ¿Cuba mejorarí­a de inmediato su situación económica?  

El levantamiento del bloqueo a Cuba traerí­a sin duda alguna importantes mejoras para el paí­s. En primer lugar, se recalificarí­a a Cuba en el í­ndice riesgo paí­s o riesgo soberano, que hoy nos ubica como un paí­s muy riesgoso para los negocios, el comercio y las finanzas, entre otras cosas por los efectos extraterritoriales de sus leyes. Esto incide en la afluencia o no de empresas extranjeras a Cuba y en las tasas de interés de los créditos que recibe el paí­s.

«Siempre se reportarí­an mejorí­as a corto plazo, pues muchas mercancí­as que Cuba compra hoy vienen de paí­ses lejanos, lo que eleva los costos en fletes. Si estas procedieran de proveedores americanos, los costos serí­an mí­nimos y los precios menores, más asequibles para el mercado interno y con una menor erogación de divisas por el paí­s ».

Y a más largo plazo, ¿cuáles serí­an los beneficios?

Se pudieran hacer compras con créditos comerciales menos costosos y el nivel de estas no tendrí­a que ser tan voluminoso, lo que disminuirí­a los inventarios y la inmovilización de dinero.

«Los americanos podrí­an viajar a Cuba como turistas, y ello incidirí­a en la elevación del nivel de explotación de la planta hotelera, reportarí­a mayores ingresos a sus cadenas y reducirí­a el perí­odo de amortización de las inversiones, así­ como el incremento de las ventas en la red extrahotelera y otros derrames propios, como las propinas.

«En el mercado financiero internacional serí­a posible acceder, en mejores condiciones, a financiamientos multilaterales de largo plazo con perí­odos de gracia más cortos y tasas de interés más bajas.

«Se podrí­a disminuir la deuda externa del paí­s, honrando las mismas deudas en mejores condiciones ».

Entonces, fluirí­an con más seguridad los inversionistas extranjeros…

Seguramente, interesados en las oportunidades de negocios que Cuba brinda. Lograrí­amos atraer más financiamiento, mejores tecnologí­as, procesos de gestión y nuevos mercados de exportación. Estos dos últimos aspectos permitirí­an mejorar las condiciones para cumplir nuestros objetivos de actualización del modelo económico y el plan nacional de desarrollo económico y social hasta el 2030.

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