Lo que fue lluvia, será Sol (+Video)

Este 4 de abril muchos jóvenes estarán poniendo el pecho, como súper héroes de tiempos modernos, como enviados para borrar la neblina de las malas horas.

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Vanguardia - Villa Clara - Cuba
(Foto: Tomada de Internet)
Leslie Díaz Monserrat
Leslie Dí­az Monserrat
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04 Abril 2020

De fondo, una canción de Diana Fuentes. En la pantalla de la laptop, en un perfil cualquiera de Facebook, jóvenes de todo el paí­s cantan un fragmento. Hermosa la parte que dice que ahí­, donde hoy tenemos lluvia, mañana estará el Sol.

La melodí­a, el rostro terso de los estudiantes, inyectan un poco de esperanza en estos dí­as grises.

Al poco rato aparece otro video. Periodistas que tienen que salir a la calle a exponer su vida para informar a todos, regalan el momento en que decenas de vecinos en La Habana aplauden en honor a los médicos cubanos. Junto con las palmadas se entremezcla nuestro Himno Nacional. ¡Qué emoción, caraj...!   Y perdónenme la insensatez de la mala palabra.

En estos dí­as nada está en su lugar, ni siquiera las expresiones que uso. En el televisor sólo hablan de muertes,  de casos infectados, de pacientes que en vez de nombres tienen un número.

Cada vez que alguien tiene que salir de mi hogar por una necesidad, quedo con el corazón en la mano. El músculo rojo y expuesto me late fuera y se va con ellos.

Casi siempre a la misma hora tocan a la puerta. Hablan de lejos. Toman los nombres. Preguntan por sí­ntoma de procesos catarrales.

Apenas tienen 20 años. Llevan nasobucos y sus grandes mochilas.

Les agradezco y admiro. Se están jugando la vida y la de su familia. Bien temprano salen a cumplir con la encomienda sagrada de ayudar a otros.

Algunos tienen pircing o tatuajes, otras llevan las uñas de colores escandalosos. Esa misma juventud de la que a veces se dice que esta pérdida hoy está en la batalla contra un virus letal.

También lo hacen mis amigas que estudian Medicina o las que ya ejercen y llevan dí­as en los centros de aislamiento.

Sé de padres que se abstienen de besar a sus hijos pequeños después de quitarse la bata blanca y muchos nietos ponen fotos de sus abuelos en las redes sociales porque han decidido no abrazarlos hasta que la tormenta pase.

No llevan capa, como en los cómics de moda. Nuestros policí­as enfundan el cuerpo fornido y vigoroso en su traje y tras despedir a su familia tienen que cumplir con su trabajo y cuidar, incluso, a los indisciplinados.

Cada mañana parte el muchacho que hace el pan, el chofer de la ruta 8, el que vende las papas en la placita y quienes acarician la tierra para que nazca la semilla.

Miro el almanaque en esta sucesión de dí­as en los que ya no se sabe cuándo es lunes o martes. Cuatro de abril, señala el calendario. A estas alturas éramos tan felices en el 2019 y ni siquiera lo sabí­amos.

Hoy se extrañarán las fiestas, como ya extraño el café con las amigas del trabajo, las miles de tarde para hablar de todo y arreglar el mundo.

Este 4 de abril muchos jóvenes estarán poniendo el pecho, como súper héroes de tiempos modernos, como enviados para borrar la neblina de las malas horas; para que un dí­a, donde hoy ponemos lluvia, al fin salga el Sol.

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