Narciso Fernández Ramí­rez
Narciso Fernández Ramí­rez
@narfernandez
6006
17 Diciembre 2016

Después de la derrota de Alegrí­a de Pí­o, el 5 de diciembre de 1956, los sobrevivientes se dividen en grupos con el objetivo de alcanzar la Sierra Maestra.

Fidel marcha con Faustino Pérez y Universo Sánchez; su hermano Raúl, lo hace con Ciro Redondo, Efigenio Amejeiras, René Rodrí­guez, Armando Rodrí­guez y César Gómez. El tercer grupo lo integran Juan Almeida, con el Che, Ramiro Valdés, Reinaldo Bení­tez y Rafael Chao, al que se le unen, el 9 de diciembre,  Camilo Cienfuegos, Pancho González y Pablo Hurtado.

Tras dí­as de penurias, el grupo de Fidel logra llegar, el dí­a 15, a la finca El Salvador, de Mongo Pérez, ubicada en el lugar conocido como Cinco Palmas, Purial de Vicana. Allí­, a resguardo, reponen las menguadas fuerzas, tras agotadoras jornadas de marcha en busca de las estribaciones de la Sierra Maestra.  

Raúl, mientras tanto, ha llegado el 18 a la casa de Hermes Cardero. Conoce de la presencia de su hermano Fidel en una finca cercana adonde él y su grupo acampan, y con el propio campesino enví­a su cartera dactilar, en prueba de identificación.

Los dos hermanos se encuentran casi en la medianoche de ese martes 18 de diciembre en Cinco Palmas. Tras el abrazo emocionado, se produce el histórico diálogo:

- ¿Cuántos fusiles traes?, le pregunta Fidel a Raúl

-Cinco

- ¡Y dos que tengo yo, siete! ¡Ahora sí­ ganamos la guerra!

Era como si la historia de Cuba se repitiera otra vez, en circunstancias semejantes, cuando tras la derrota de Yara, Carlos Manuel de Céspedes se viera obligado a pronunciar aquella inolvidable frase: « ¡No, aún quedan 12 hombres. Bastan para lograr la independencia de Cuba! ».

Ahora Fidel, con convicción absoluta en la victoria, afirmaba que sí­, que era posible con siete fusiles y un puñado de hombres ganarle la guerra a un ejército profesional de más de 10 mil soldados y con el apoyo incondicional del gobierno de los Estados Unidos.

Y sí­, se pudo. Dos años y 13 dí­as después; el 1ro de enero de 1959, la Revolución triunfaba y los mambises del siglo XX entraban a Santiago de Cuba y a la inmortalidad.

Raúl, en su Diario de Campaña anotarí­a más tarde: «Por fin, a la luz de la luna aparecieron algunos campesinos y como a las 9 p.m. enfilamos precedidos por ellos cuatro. No caminamos mucho cuando se detuvo la vanguardia y emitió unos silbidos que contestaron a varios metros. Llegamos, y a la orilla de un cañaveral nos esperaban tres compañeros: Alex (Fidel), Fausto (Faustino) y Universo. Abrazos, interrogaciones y todas las cosas caracterí­sticas de casos como estos. A Alex le alegró mucho que tuviéramos las armas ». (1)

El 21, se les une el grupo de Almeida. Y el 25 de diciembre, un total de 15 combatientes, encabezados por Fidel, iniciaba la marcha hacia la Sierra Maestra.

Sobre este trascendente momento, el Che escribirí­a años después: «Unos quince hombres destruidos fí­sicamente y hasta moralmente, nos juntamos y solo pudimos seguir adelante por la enorme confianza que tuvo en esos momentos decisivos Fidel Castro, por su recia figura de caudillo revolucionario y su fe inquebrantable en el pueblo ». (2)

Referencias:

  • La Conquista de la Esperanza, diarios de campaña de Ernesto Che Guevara y Raúl Castro Ruz, Casa Editora Abril, Ediciones Verde Olivo, 2005, página 122
  • Fidel: de Birán a Cinco Palmas, Eugenio Suárez y Acela Caner, Casa Editorial Verde Olivo, 2006, página 291

 

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