Reitera Dí­az-Canel compromiso de Cuba con los propósitos y principios de las Naciones Unidas

El presidente cubano participó en el 31.o Perí­odo virtual extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en respuesta a la COVID-19.

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Intervención del presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
(Foto: Tomada de Twitter)
Miguel Dí­az-Canel Bermúdez
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04 Diciembre 2020

Intervención de Miguel Mario Dí­az-Canel Bermúdez, presidente de la República de Cuba, en el 31.o Perí­odo virtual extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en respuesta a la COVID-19.

(Versiones Taquigráficas – Presidencia de la República)

Señor Secretario General;

Señor Presidente;

Distinguidos Jefes de Estado y de Gobierno;

Jefes de delegaciones:

Quisiera agradecer a la República de Azerbaiyán, que preside el Movimiento de Paí­ses No Alineados, por la iniciativa que propició la convocatoria a este perí­odo extraordinario de sesiones de la Asamblea General.

Una respuesta coordinada a la COVID-19 y sus consecuencias, en consonancia con los protocolos y buenas prácticas de la Organización Mundial de la Salud, solo está en capacidad de promoverla a gran escala este órgano, el más universal y representativo de las Naciones Unidas.

Es un hecho triste pero incontestable que la pandemia ha exacerbado los graves problemas y colosales desafí­os que ya enfrentaba la humanidad antes de su aparición.

Hablamos de guerras, incluidas las no convencionales; de uso y amenaza del uso de la fuerza y de la aplicación de medidas coercitivas unilaterales, pero también de la ausencia o precariedad de servicios de salud, educación y seguridad social, bajo las reglas ciegas del mercado y el intercambio desigual que prevalecen en el mundo.

Hoy son dramáticamente visibles los signos de lo que algunos expertos califican como la peor recesión económica desde la Segunda Guerra Mundial, y nadie duda que el mayor peso de la crisis recaerá sobre los paí­ses del Sur, ya afectados por el abuso neoliberal, que ha profundizado los estragos de la pobreza.

La deuda externa de los paí­ses en desarrollo, pagada varias veces y acrecentada por la pandemia, cortando de tajo las aspiraciones de bienestar económico y social, es impagable y debe ser condonada.

En las actuales condiciones, urge el establecimiento de un orden internacional justo, democrático y equitativo. Es una condición para la supervivencia de la especie en un mundo cada vez más interconectado y paradójicamente desigual.

La COVID-19 ha puesto al desnudo el costo humano de esa desigualdad y develado la urgente necesidad de fortalecer los sistemas nacionales de salud, propiciar el acceso universal y gratuito a los servicios médicos básicos y garantizar la distribución equitativa de recursos vitales.

El mundo mira con estupor, por ejemplo, cómo Estados Unidos, responsable del 38 % del gasto militar global, es incapaz de responder por los más de 11 millones de contagiados y los más de 238 000 fallecidos por COVID-19 en ese paí­s.

Una pregunta surge al observar el duro panorama de contagios, rebrotes y colapsos en los servicios de salud de naciones de envidiable prosperidad: ¿Por qué el enorme presupuesto que hoy se dilapida en la carrera armamentista no se emplea para enfrentar esta y otras pandemias más antiguas como el hambre y la pobreza?

Señor Presidente:

Desde la aparición del SarsCoV-2 y ante la amenaza de que se convirtiera en pandemia, Cuba elaboró un Plan Nacional para su prevención y control. Su implementación se apoya en las fortalezas de nuestro sistema de salud, de probada calidad y alcance universal, y en el desarrollo cientí­fico del paí­s.

Con modestia y también con sano orgullo, hoy podemos explicar al mundo cómo fue posible.

En Cuba hemos implementado un sistema de gestión del Gobierno basado en Ciencia e Innovación, que ha fertilizado las interconexiones entre los sectores del conocimiento, productivo, de los servicios y social.

Se trata de un sistema inclusivo, participativo, sistémico, transdisciplinario e intersectorial, que cristaliza y logra su mejor resultado en la robustez de los protocolos aplicados en el enfrentamiento a la COVID-19 y en la responsabilidad demostrada por nuestro pueblo.

Dicho en otras palabras: lo que hacemos es una expresión práctica de cómo opera el sistema social de Cuba, capaz de resolver o enfrentar exitosamente problemas muy complejos, centrando la labor del Gobierno en el ser humano como prioridad.

El papel de la ciencia y su articulación con la gestión gubernamental han sido fundamentales. Los relevantes logros alcanzados en la industria médico-farmacéutica y la biotecnologí­a nos permiten enfrentar la enfermedad en mejores condiciones. Dos candidatos vacunales cubanos en fase de ensayos clí­nicos se incluyen entre los 47 registrados por la Organización Mundial de la Salud.

Fieles a nuestra vocación humanista, 53 brigadas médicas han apoyado el combate a la enfermedad en 39 paí­ses y territorios, las que se sumaron a las que ya prestaban servicio en 59 naciones.

Ello ha sido posible incluso bajo el pesado fardo del criminal e injusto bloqueo impuesto por el Gobierno de Estados Unidos, de su recrudecimiento sin precedentes y de una cí­nica campaña de descrédito contra nuestra cooperación médica internacional.

Denunciamos aquí­ esa conducta agresiva hacia Cuba y otras naciones soberanas y el anunciado intento de reimponer la Doctrina Monroe, quebrantando el Derecho Internacional y la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz.

Nuestro compromiso con los propósitos y principios que originaron esta Organización permanece inalterable. La voluntad de continuar trabajando a favor del multilateralismo, la solidaridad, la dignidad humana y la justicia social es firme y resuelta.

La emergencia planetaria en que nos ha sumido la COVID-19 suena como un nuevo llamado a la conciencia del mundo. Escuchemos esta vez. Sí­ se puede. Cuba es la prueba.

Muchas gracias.

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