Osvaldo Rojas Garay
Osvaldo Rojas Garay
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27 Noviembre 2016

Fidel fue un eterno apasionado del deporte. Quien haya leí­do el libro Fidel y la Religión, del fraile dominico brasileño Frei Betto, habrá notado que la pasión del lí­der histórico de la Revolución por la actividad deportiva comenzó desde temprana edad.

Contó Fidel que cuando entró interno a la escuela en sexto grado alcanza excelentes notas y en séptimo grado queda entre los primeros lugares del aula. « Allí­ ganaba mucho, porque estaba a mi alcance el mundo del deporte y de las excursiones al campo y las montañas. Me interesaban mucho los deportes: practicaba, sobre todo, el básquet, el fútbol y la pelota ».

« También jugaba voleibol ». En resumen, según sus propias palabras «hací­a todos los deportes. Siempre me gustó mucho el deporte. Esto me serví­a de entretenimiento, invertí­a energí­as en todo eso »

En la entrevista concedida al periodista italiano Gianni Miná que derivó en el surgimiento del texto Un encuentro con Fidel, afirmó: «Realmente debiéramos haber sido futbolistas, porque fuimos colonia española. Y los españoles no juegan béisbol, jugaban fútbol. Creo que es el resultado de la influencia norteamericana y el prestigio de las Grandes Ligas, la gran publicidad ».

Junto a Hugo Chávez, su gran amigo. (Fotos: Tomadas de Internet).
Con Camilo Cienfuegos en el equipo de los Barbudos.

Reconoce que el béisbol no es un deporte muy completo porque hay algunos jugadores que tienen una posición muy activa, mucho movimiento, y otras una posición muy pasiva. « Creo sustentó que el fútbol, como ejercicio, es un deporte más completo ».

Recordó Fidel en la entrevista con Miná la vez en que siendo estudiante de bachillerato compraron unos guantes de boxeo y los llevaron para el campo donde viví­an, organizaron un ring en una valla de pelea de gallos y en ese verano se poní­a los guantes y estaba horas boxeando.

«No sabí­amos mucha técnica. Eran unos guantes de cierta protección, grandes, eran guantes grandes. Me poní­a los guantes, í­bamos por la mañana a la valla y estaba boxeando horas; cambiaba de contrario, cruzaba guantes y seguí­a. Realmente me gustaba bastante, pero no tení­amos un instructor, ni técnica; lo que tení­amos era resistencia (…) Estuve un verano completo, casi entero, boxeando ».  

Fidel amaba también el ajedrez. A una pregunta de Miná sobre si habí­a jugado alguna vez con Camilo o con el Che, respondió: «Con Camilo no, pero con el Che sí­.

«Che sabí­a más que yo, porque realmente Che habí­a estudiado algo de ajedrez y yo jugaba más bien por intuición. Era un poco guerrillero y algunos partidos se los gané, pero él ganaba la mayor parte de las veces porque sabí­a más ajedrez que yo. Y realmente le gustaba el ajedrez ».

En otra parte de la conversación Fidel relató como en el   baloncesto jugaba cerca del tablero y que después participó en campeonatos en que la posición que tení­a en la defensa era delantera, y en el ataque más atrás.

El máximo lí­der de los cubanos era igualmente un apasionado de la natación y así­ lo reveló al intelectual y periodista francés Ignacio Ramonet en el libro Cien horas con Fidel:  
«Los del colegio de La Salle poseí­an en Santiago una finca en una pení­nsula donde hoy existe una refinerí­a, Renté se llamaba. Habí­a allí­ un balneario (…) Habí­a trampolines, el primero, el segundo, el tercero. Yo debí­ haber sido clavadista, porque recuerdo que cuando llegué la primera vez me lancé desde el trampolí­n más alto, en una especie de desafí­o entre adolescentes: ¿quién se tira?, pam, me tiré, por cierto, menos mal que no me tiré de cabeza; estaba bastante alto el trampolí­n, pero me lancé sin pensarlo mucho ».

Igualmente sentí­a atracción por la pesca. En la década del cincuenta del siglo pasado,   Ernest Hemingway, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1954, se convirtió en el principal promotor de los torneos anuales de la pesca de aguja que luego llevaron su nombre.   Una de estas versiones, la organizada en mayo de 1960, posibilitó que coincidieran el eminente escritor estadounidense y el Comandante en Jefe, quien en representación de los Amigos del Mar compitió a bordo de su yate Cristal.

Convocada por el Instituto Nacional de la Industria del Turismo, la lid reunió a unos 150 pescadores, que durante tres jornadas disputaron los diferentes trofeos. Fidel resultó el triunfador del torneo, al capturar cinco piezas que le permitieron acumular 286.68 puntos. Además, alcanzó otro galardón por ser el pescador que obtuvo la posición cimera en la puntuación del primer dí­a.

Pero no hay dudas que   desde el punto de vista deportivo, en Cuba y el mundo trascendió más su interés por el béisbol.

Durante su visita a Estados Unidos, en 1995,   Fidel declaró a los periodistas: «Lo que más saben de mí­ los norteamericanos es que me gusta la pelota. Claro, me gustan otros muchos deportes, pero cada norteamericano que nos visita me trae o una pelota, o un guante, o un bate, o un libro con una biografí­a de una gran estrella con la biografí­a de muchos, con los í­ndices, los campeonatos, todo, a mí­ me identifican y eso es bueno como un deportista y como un pelotero ».

Luego de una visita que realizara a Cuba el famoso toletero norteamericano Hank Aaron, quien en su brillante carrera de 23 años en las Grandes Ligas,   bateó 755 jonrones, escribió: «Yo siempre he admirado la fuerza de la tradición del baseball allí­, pues el amor por él puede verse en la Isla por todas partes: en los terrenos de juego, en los estadios repletos y en su lí­der, Fidel Castro ».

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