
¡Cuántas añoranzas y horas de angustiante espera «calzan » los dramas de la vivienda en Cuba! Por cada historia con una solución feliz conocemos de tres más que, de deshojar tantos calendarios, vieron marchitarse a sus protagonistas. A dos «casos y cosas de casa » dedicaremos la penúltima columna del año, dado, además, que ninguna de las autoridades responsables han emitido respuestas sobre las tres últimas denuncias publicadas en este espacio.
Firmada por un grupo de caibarienenses que se identifican como los «clientes para la compra de cemento », recibimos una carta que describe las peripecias de quienes ya se habían enfrascado, por esfuerzo propio, en la reparación y mejoramiento de sus viviendas… cuando llegó «Irma » y mandó a parar. «Está claro que comprendemos que Caibarién fue uno de los municipios cubanos más castigados por “Irmaâ€, tanto, que al cierre de noviembre de 2019 aún persisten afectaciones en las viviendas, aunque la mayoría de los damnificados han podido resolver sus problemas. Sin embargo, antes del huracán ya contábamos con las solicitudes y permisos de construcción avalados legalmente, pero al dispararse la demanda de cemento nos fuimos quedando relegados.
«Desde el 2018 decidimos organizarnos todos los que requeríamos de este producto para continuar las reparaciones de nuestras casas. Lo hicimos para mantenernos unidos e informados. El año pasado se ofertó en varias ocasiones cemento P-250 y P-350, y en el transcurso del 2019 se ha abastecido la tienda de Cimex, con una venta tan limitada que solo un pequeño grupo pudo adquirirlo: hoy somos más de 700 personas a la espera.
«La Asamblea Municipal del Poder Popular, el Partido y el Minint han verificado el comportamiento adecuado y permanente de este grupo de clientes. Lo que necesitamos saber es por qué, si no se han reportado afectaciones en la industria y Caibarién tiene un déficit habitacional elevadísimo, donde también se incluyen los no reconocidos como damnificados, el muncipio no ha recibido cemento desde el mes de mayo. No estamos imputando a los trabajadores de Cimex ni a su gerencia en Caibarién, pero sí necesitamos que alguien nos aclare qué perspectivas tenemos ».
Mirtha Darias Darias, una abuela remediana de 75 años que vive sola calle Primera #803, reparto Orestes Acosta y cuya salud es bastante frágil, también clama por información. «Hace mucho tiempo que mi casa fue dictaminada como un derrumbe total, pero tres meses atrás vino a visitarme la trabajadora social Rosivel Cartaya, y me llenó las planillas para que me otorgaran un subsidio. Hasta la fecha solo me han entregado 16 planchas de techo y los purles, he ido en varias ocasiones al patio de venta de materiales y me dicen que no hay nada. No sé si será una situación momentánea porque nadie me lo explica. Lo único que solicito es que alguien me responda ».
¿Acaso es pedir demasiado?