
Peinadoterapia, el último aporte de la psicología moderna. La técnica ha proliferado en estos meses de verano, donde suelen dispararse los índices de conquistas y coqueteos. Lo más importante es andar presentable, según el último grito de la moda, aunque el estilo posmodernista provoque total expectación en el rostro de aquellos que no siguen la tendencia del ¿buen? peinar.
El ritual comienza ante el espejo. Para concretarlo se necesitan toneladas de cualquier gel ultrafuerte, aunque los cubanos no se detienen ante ningún impedimento. Pueden dar fe de ello los adolescentes que han experimentado con el jabón de baño, una alternativa barata y bien efectiva, capaz de otorgarle al cabello la fortaleza de un potro salvaje. El peinado que se sustente con el Liz de 5 pesos puede resistir hasta la cola de la ruta 3. Con este ejemplo sobran los certificados y las normas de calidad.
Después de colocar el producto disponible (gel, jabón de baño, champú y hasta detergente líquido), se inicia la fase del cepillado. Aquí es donde se define el estilo: torre de Pizza cuando la onda, a lo Elvis Presley, cae de lado; modelo Pirata si la moña cubre uno de los ojos.
Los cortes más exitosos llegan desde el lejano Oriente con su toque de exuberancia. La variedad rascacielos compite con las edificaciones más increíbles de Dubái. En su confección se emplean horas. El tamaño define el éxito de este peinado. La cresta tiene que alcanzar más de 10 centímetros y mantenerse firme, inclaudicable.
El Mundial de Fútbol aportó nuevas ideas, pero ninguna supera las creaciones resultantes del síndrome del barbero loco. A petición del paciente, o mejor dicho, del cliente, el doctor en navajas y tijeras dibuja estrellas, círculos, letras y hasta corazones en el cuero cabelludo. Algo así como una versión criolla del body art.
Un aparte para el asunto de los colores. Mientras más contrastes, mejor. Lo mismo puedes encontrar a un moreno con una cresta de pelo rubio, que a un blanquito con un bistec (otra forma de llamar al estilo Pirata) rojo brillante. Tonos que combinan, a las mil maravillas, con un pulóver verde fosforescente.
Cada quien desea imponer su estilo personalísimo. Peinados altos, con cresta y sin ella; peinados a todo color, peinados con letras y estrellas. Peinados para todos los gustos.
Las abuelas del barrio no me dejarían mentir. La peinadoterapia es lo mejor que se ha inventado. El portador eleva unos centímetros su autoestima. Al resto de los mortales les queda la posibilidad de soltar una carcajada y espetar, como la querida Chuncha, su acostumbrado: ¡Alabao!