
¿A dónde van a parar los días? Es la pregunta que me hago cada vez que reviso el calendario y confirmo una verdad incuestionable: el tiempo, simplemente, «vuela ». Ya vamos por la segunda jornada del tercer mes del año y Sexeando llega con sus secciones de estreno, en las que intentamos elegir lo curioso, lo inesperado; en fin, las «otras » historias y noticias que se desconocen casi siempre, aunque reafirman cuán increíble para bien o para mal resulta esta humanidad imperfecta si se le analiza bajo el tamiz de la sexualidad.
Nos mantenemos aguardando por sus temas y criterios en el mismo correo de los últimos cinco años: liena@vanguardia.cu, y nos despedimos hasta la próxima edición, justo el primer sábado de abril, deseándoles, una vez más, salud, suerte y mucho amor.
Mundosex:
En abril del 2018, Jordan Worth británica, 22 años, flacucha como adolescente y madre de dos bebés, se convirtió en la primera mujer en el Reino Unido condenada bajo cargos de violencia doméstica. La sentencia de siete años y medio de cárcel, puso fin a una trama siniestra de coerción, abuso psicológico y torturas que arrastró a Alex Skeel, el novio y padre de sus hijos, a pocos pasos de la muerte.

Al momento en que la policía lo rescatara tras recibir la denuncia de un vecino, Skeel había perdido más de 60 libras de peso y mostraba evidencias, recientes y crónicas, de agresiones físicas. Por temor a que atentara contra la vida de los niños, el muchacho optó por soportar, durante siete años, ataques brutales que incluían quemaduras con agua hirviendo, martillazos en la cabeza, huesos rotos e inanición. Perturbado mentalmente e incapaz de defenderse, tuvo fuerzas para resistir las diarias embestidas de Jordan, quien al principio solo se mostró un poco celosa en parámetros ordinarios, y propensa a criticarlo cuando algo le molestaba. ¿No les suena esa historia?
Ya conocen el resto. No obstante, el foco de atención se asentó en el hecho de que un hombre de poco más de veinte años fuese maltratado de tal manera por su pareja, pues el machismo y la violencia de género no hacen excepciones ni en la cultura del «civilizado » Occidente, ni en el patriarcal mundo oriental: siempre hemos sido las mujeres las clásicamente vulneradas.
Sin embargo, las claves para comprender las causas tras el increíble estoicismo de Alex Skeel, se traducen en la incapacidad masculina de denunciar actos de agresión donde no sean ellos los victimarios, sino las víctimas. ¡Impensable!

Y «la cosa » pinta horizontes oscuros. De acuerdo a un informe publicado el pasado 14 de enero por el partido político VOX España, ya va siendo hora de cuestionar la factibilidad de la Ley Integral de Medidas contra la Violencia de Género, aprobada en esa nación 15 años atrás. La misma establece que solo se puede hablar en dichos términos cuando se trata de las agresiones que sufren las mujeres, en el ámbito de sus parejas o ex parejas, lo cual, según proponen varias organizaciones políticas y sociales, implica la discriminación de los hombres. En todo caso, la nueva propuesta reglamentaria de VOX se centra en ampliar el espectro de acción, de tal manera que se refuercen las medidas contra la violencia doméstica, proyectada contra ambos sexos.
Pero lo cierto es que entre el 2008 y el 2015, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) de España reportó la cifra de 58 hombres ultimados por sus parejas o ex parejas, una comparación casi insignificante si se confronta con las 488 mujeres asesinadas en igual periodo.
Latinoamérica es un punto y aparte. Uno sangriento, cabe decir.
Ni siquiera el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe contempla las estadísticas referentes a las víctimas masculinas, ya sean hetero u homosexuales, este último, uno de los grupos más sensibles a las peores represiones. Pero es comprensible. En una región cuyo promedio de feminicidios diarios supera las nueve víctimas únicamente en los casos en donde se realiza la denuncia, pues los silenciados suman muchísimos más, y considerada, además, como la más letal para las mujeres fuera de las zonas de guerra, los números de «ellos » jamás encienden el foco rojo.
Sin embargo, la preocupación cobra fuerza y el problema trasciende al entorno íntimo de mujeres y hombres. La violencia no se habría de minimizar en ningún caso. A fin de cuentas, en este terrible «juego » nadie tiene las de ganar.
¡No me lo vas a creer!
¿Qué tienen en común el polígrafo o detector de mentiras y la Mujer Maravilla? Si creen que poco, o nada, rebobinen sus ideas. Ambas «creaciones » llevan la semilla del psicólogo norteamericano William Mouston Marston, librepensador, visionario y amante feroz; feminista a su manera, una muy, pero muy particular. «La mente del hombre es limitada y por eso necesita a las mujeres. Debería someterse a ellas », dijo.
Junto a su esposa Elizabeth tan o más genial que el excéntrico profesor, desarrollaría a principios de la década de 1920 el primer prototipo del polígrafo, aunque su producción científica más memorable radica en un modelo de conducta social y emocional al que denominó DISC. En cuatro pasos (1. Dominio, 2. Influencia, 3. Sumisión y 4. Conformidad), el profesor Marston creó un patrón que explicara el comportamiento humano, algo que aplicaría más tarde a su propio entorno familiar.

Olive, una estudiante tan hermosa como fascinada por el matrimonio de los Marston, se les uniría en una triada amorosa que no solo ratificó la hipótesis de que en las relaciones siempre existe un dominante (Elizabeth) y un sumiso (Olive). Compartirían una relación poliamorosa de la que les nacieron cuatro niños y que, aun a pesar del aislamiento, la humillación y la escandalizada respuesta de una sociedad de vicios callados y altisonantes prejuicios, perduraría hasta el final de sus vidas.
¿Y la Mujer Maravilla? Pues el icónico personaje de la muy norteamericana cultura del cómic es, nada más y nada menos, que resultado de la imaginación del profesor Marston, quien debió ganarse la vida lejos de la psicología luego de que se conociera su inusual estado marital, y lo expulsaran de la universidad donde impartía sus clases. Brillante como Elizabeth, bellísima como Olive. Escondía su identidad, luchaba por la emancipación femenina, era fuerte y sensible, sexy, ingenua, entregada…Elizabeth y Olive, Olive y Elizabeth. Todo el tiempo.
Se les juzgó con saña. Marginados, les tocó vivir bajo reglas propias, íntimas, mas extraña o afortunadamente felices. ¡La realidad!, superando siempre lo que tenemos oculto detrás de la frente. Una historia de amor, digan lo que digan.
Víctima de un cáncer de pulmón, William murió el 2 de mayo de 1947. Olive y Elizabeth criaron juntas a su familia y fueron inseparables durante 38 años más.
Sexo al Derecho
Que el Vaticano reconociera a puertas abiertas, sin censuras ni medias verdades, que el abuso sexual a menores ha constituido un delito prácticamente impune dentro de la Iglesia Católica, no solo dice mucho de la doctrina de fe y vida del Papa Francisco.
Roma fue sede durante cuatro días de una cumbre sin precedentes, «Protección de los menores en la Iglesia », que concluyó el pasado domingo y ya se considera el altavoz del mayor escándalo del catolicismo en siglos. El cónclave, al que concurrieron los presidentes de las Conferencias Episcopales de 130 países, hirvió bajo el drama de cientos de testimoniantes ultrajados durante su infancia por curas, obispos e importantes figuras clericales.

Con la promesa de «tomar acciones concretas » que incluyen, entre otras, llevar ante la justicia a los presbíteros acusados de pederastía e, incluso, a los que permitieron y silenciaron tales crímenes el Papa endureció su discurso ante los asistentes. De hecho, el sumo pontífice llegó a comparar los vejámenes sexuales con los antiguos ritos paganos de sacrificar niños, y a los abusadores, con «herramientas de Satanás ».
Sin embargo, buena parte de la opinión pública esperaba que desde la propia reunión se tomaran medidas lapidarias, por temor a que el asunto se entibie y engavete. «Lo inhumano de este fenómeno extendido por el mundo entero es incluso más serio y más escandaloso en la Iglesia, porque contrasta con su autoridad moral y credibilidad ética », declaró el primer Papa latinoamericano, quien ordenó a los obispos que observen, indaguen y arrecien el control en sus parroquias para evitar tales hechos.
En la cumbre se destaparon verdades tan espeluznantes como el hecho de que a lo largo de los años se ignoraran los testimonios de miles de víctimas, que es lo mismo que hablar de encubrimiento ex profeso. Para reforzar la idea, el presidente de la Conferencia Episcopal de Alemania, el cardenal Reinhard Marx, expuso en una conferencia «a rajatablas » que, al menos en su país, «los archivos que podrían denunciar hechos terribles e indicar el nombre de los responsables han sido destruidos o ni siquiera se han creado », y que «en vez de los culpables, fueron amonestadas las víctimas y se les impuso el silencio ». No obstante, Marx no desestima que ello constituya una práctica generalizada en el sistema.
Lo cierto es que, a estas horas, el resultado notorio de un encuentro pavorosamente revelador, se traduce en la intención inmediata de establecer las normas internas para manejar estos casos, además de instaurar un código conductual destinado a los sacerdotes, y enfatizar en la necesaria preparación de las personas, con el objetivo de que puedan detectar manifestaciones de abuso y alerten a la policía.
Desde el 13 de marzo de 2013 fecha en que el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio fuera elegido como el sumo pontífice del Vaticano, la proyección del Papa Francisco se ha mantenido invariable en cuanto a lo que llamó «una acción decisiva » que proscriba el abuso sexual a niñas, niños y adolescentes. No obstante, sus detractores lo acusan de mantener una postura al respecto demasiado benigna, mientras que las víctimas sobrevivientes reclaman protocolos de protección más severos.
El primer paso ya se dio. Sin embargo, la dimensión del pretendido cambio solo podrá evidenciarse si las buenas ideas evolucionan hasta convertirse en legislaciones efectivas que se apliquen, sin que tiemble la mano, con todo el rigor de la justicia.