Números y sexo, fantasí­as con vestido y pantalón, y el exorcismo de Indonesia

Fantasí­as sexuales, los exorcismos de «reconversión» y las frecuencias «adecuadas», son los temas del Sexeando de este agosto de vapores y expectativas.

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Fantasías sexuales
(Foto tomada de Internet)
Liena María Nieves
Liena Marí­a Nieves
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03 Agosto 2020

Dicen que la capacidad de sorprendernos va mermando en un mundo demasiado obvio y enajenado, que son más los felices de dientes hacia afuera y pocos los dispuestos a mandar al infierno lo que sea que les comprima o anule; incluso, que hay gente convencida de que simular una normalidad apacible y correcta resulta la mejor estrategia de vida o, al menos, un remedio pasable para digerir una existencia desabrida como café frí­o y amargo.

Por ello, propongo que iniciemos el octavo mes de este 2020 insufrible hablando de fantasí­as sexuales, incertidumbres compartidas por millones y noticias que nos dejan con los ojos desparramados como platos de postre. Después de seis años junto a ustedes, continúo valorando este espacio mensual como una invitación a la sorpresa y el conocimiento, al diálogo fraterno y la oportunidad de encontrarse en las palabras de alguien más.

El correo de siempre, liena@vanguardia.cu, continúa recibiendo lo que sea que les ocupe y preocupe, un honor que no me cansaré de agradecer. Por ahora, disfruten del último mes de la etapa vacacional, recompongan lo roto, alisten el corazón y dispónganse a recibir lo bueno porque nos lo merecemos que traerá septiembre. Hasta entonces, les deseo salud, suerte y mucho amor.

Mundosex

Cuando, en serio, nos interesan, a nuestras relaciones de pareja les dedicamos, posiblemente, más esfuerzo que Bolt al sprint final de los 100 metros planos. No lo asumimos como una manera de inmolaros, no pesa ni duele, sino que, desde una perspectiva práctica, valoramos el asunto en términos de una «inversión de riesgo » que, de progresar, nos permitirá acercarnos a lo que sea que hayamos idealizado como nuestro estado de felicidad.

El asunto demanda maña y corazón, pues, visto y comprobado, la inteligencia emocional nos aplana el camino y acorta tiempos que, de proceder con torpeza, se alargarí­an hasta el hastí­o propio y del otro. Sin embargo, desde el momento en punto en que maduramos sexualmente hablando, damos por hecho que la poca ropa y la buena cama serán una especie de gancho que mantendrá unida a la pareja o, al menos, aletargada e incapaz de zafarse del elemento base de toda adicción: el placer.

Frecuencia sexual de las parejas estables
(Foto tomada de Internet)

No obstante, si la «cosa » da para más que una simple historia de procesiones de orgasmos y recuerdos lubricantes, el sexo como único elemento amalgamador irá cediendo espacio y, de núcleo central, pasará a complemento directo. Ocurre con total naturalidad y constituye un fenómeno de la convivencia que, aunque reconozcamos como algo corriente y reiterado, nunca abandona las preocupaciones clásicas de cualquier ser humano que pretenda sostener y disfrutar su vida sentimental.      

Según el español Carlos Horrillo, terapeuta y psicoterapeuta sexólogo, conocer si la cifra y frecuencia de las relaciones í­ntimas que mantenemos con nuestra pareja se adecua al estándar de lo «normal », constituye una de las causas primarias por las que cientos de personas acuden cada año a su consulta. « […] Creen tener problemas en la cama porque su modelo a seguir es aquello que muestran las pelí­culas. Si no alcanzan el orgasmo de forma simultánea piensan que algo va mal, si el tamaño del pene es inferior al de los actores que ven creen que tienen un micropene, si las relaciones sexuales nos son tan “salvajes” como las que ven en pantalla sienten que su vida sexual es aburrida », reflexiona el especialista, quien reconoce la pesadí­sima acumulación de complejos y perturbaciones que ha infligido la industria cultural sobre la percepción de nuestro desempeño como amantes.

Horrillo resume el problema a modo de   breví­sima conclusión: la   tendencia actual magnifica la genitalización del sexo; es decir, la mayorí­a de las personas desecha o no reconoce como un fragmento básico de su sexualidad, las demás formas de intercambio que no concluyan en un coito. El romance, las caricias, las conversaciones y la aproximación al alma del otro, también expresan una porción esencial dentro de una intimidad que, a todas luces, pretendemos cuantificar para compararla luego con algún patrón autoinventado de «metas » a cumplir.  

De acuerdo a investigaciones cuyos resultados comparten Horrillo, y las también psicólogas y terapeutas de pareja Eva Moreno y Amy Muise, aproximadamente después de los dos años de unión, al comparárseles con los primero meses, la frecuencia de los encuentros sexuales desciende de manera evidente. Al llegar a ese punto disminuye la dopamina, conocida como la sustancia del placer, pero en su lugar aumenta la segregación de oxitocina, «la hormona del amor calmado », la cual indica el estado fí­sico y mental que resume el deber ser de lo que casi todos imaginamos como la tierra prometida de las relaciones felices.  

«La edad y el tiempo que llevamos emparejados influyen mucho. En una relación larga y sana donde hay amor y conexión lo importante es mantener una sexualidad regular de calidad. Una buena frecuencia sexual de una pareja de larga duración podrí­a ser mantener relaciones una vez a la semana. No hay que olvidar que el sexo es necesario para estar sanos fí­sica y mentalmente, pero no hay que obsesionarse con la cantidad », enfatiza el psicoterapeuta español.

Sin embargo, la aparente naturalidad de ciertos procesos fí­sicos y periodos mentales tampoco debe asumirse como la justificación unitalla para comprender, o dar por incorregible, lo que sea que maltraiga nuestra vida amorosa. Ni la resignación ni los encaprichamientos habrí­an de ocupar el espacio de la comprensión y la fluidez del diálogo pues, no por anunciados, los cambios impactan de igual manera en todos.

Escuchémonos, de cerquita, y sabremos de los números que hacen plena y feliz a la persona amada.

¡No me lo vas a creer!  

Fantasí­as sexuales
(Foto tomada de Internet)

Aunque todaví­a hay por ahí­ quien considera que el listón de la vida sexual de las mujeres anda a ras de suelo, lo cierto es que, históricamente, hemos desbordado toda limitación pretendida o autoimpuesta. De miedos y timidez sabemos muchí­simo menos que cualquier hombre que se apoca, como gato mojado, cuando le fallan la estrategia o el fusil. Somos tan hijas de nuestras madres como de la imaginación, con la gran diferencia de que el fanfarroneo femenino suele demostrarse con hechos, y no en un cí­rculo cerrado de «machos » que se celebran unos a otros.

De hecho, en cuanto a expectativas, no nos diferencian de ellos ni siquiera las cuestiones biológicas, y si enfrentamos algún tipo de restricción emotiva, lo más probable es que la causa resulte solo cultural o experiencial.

Respecto a las fantasí­as sexuales, por ejemplo, investigadores del Departamento de Psicologí­a de la Universidad de Quebec (Canadá), se propusieron analizar cuáles resultan las más   comunes por sexo, así­ como determinar los comportamientos y deseos menos convencionales. El estudio tomó como material de análisis las respuestas que dieron 1516 mujeres y hombres canadienses entre 20 y 40 años de edad a un cuestionario online cuyas preguntas se concentraron en los escenarios y acciones con las que más fantaseaban, eróticamente hablando. El estudio incluyó una escala para cuantificar la intensidad de dichos pensamientos.  

Aun cuando los psicólogos a cargo de la investigación reconocen que la muestra de individuos no aporta datos muy significativos desde la perspectiva étnica, el gran mérito de sus resultados radica en que constituye uno de los poquí­simos informes sobre salud sexual que se ha ocupado de una temática velada por los prejuicios. De esta forma, se conoció que hombres y mujeres comparten cinco de las diez fantasí­as que predominan entre los varones, aunque no con el mismo orden de preferencia.

El 84.9% de ellas sobredimensiona la ilusión de hacer el amor en un sitio romántico, el cual resulta el deseo más frecuente de todas las encuestadas. El 81.7% sueña con intimar en algún lugar exótico; el 78.5%, con participar en una experiencia en la que reciban sexo oral; con practicarle una felación a un hombre fantasea el 72.1%, y con ser masturbadas por su pareja, el   71.4%. También destacan dormir con otra/o (66.3%), ser dominadas sexualmente (64.6%), tener sexo en público (57.3%), y participar en orgí­as con más de tres personas (56.5%).

Por su parte, a los hombres los excita la idea de practicar un cunnilingus o felación (87.6%), hacer un trí­o con dos muchachas (84.5%), acostarse con alguien que no sea su pareja (83.4%), tener un romance ardiente en algún lugar desconocido (82.3%), y ver a dos chicas teniendo relaciones (82.1%).

Como a las mujeres participantes en la investigación, también a ellos les atrae la idea del coito en un escenario romántico (78,4%), y la del doble onanismo (78.1%), así­ que la próxima vez que les avergí¼ence proponerle algo nuevo a la persona con la que comparten sus vidas, piensen en la posibilidad no solo de conocerse mejor, sino de amar, ofrecer y recibir placer, que le estarí­an negando a ambos.

Sexo al Derecho

En Indonesia, la nación que, a nivel global, registra la mayor cantidad de seguidores del Islam más de 219 millones de personas, cifra ascendente al 87% de la población total, las creencias tribales animistas y chamanistas también entretejen la identidad cultural y religiosa del paí­s. El arraigo llega al punto de que, en la actualidad, aún subsisten prácticas ancestrales, como los exorcismos, tanto para librar las aldeas de presencias y espí­ritus malignos, como con el fin de   «tratar » enfermedades mentales y comportamientos «erráticos ».

Exorcismos contra homosexuales en Indonesia
(Foto tomada de Internet)

Un par de semanas atrás, el partido de los conservadores islámicos presentó un nuevo proyecto de ley al que denominaron «Resiliencia familiar », el cual, de resultar aprobado, forzarí­a a los homosexuales y transexuales a someterse a una terapia de rehabilitación que incluye el exorcismo, además de otros tratamientos de conversión, entre sus técnicas de «curación ». Según declaraciones de Usman Hamid, director del movimiento Amnistí­a Internacional de Indonesia, los promotores de esta ley preconizan que su máxima radica en  que las familias logren erigirse como puntales sociales   más «fuertes y resilientes », aunque la igualdad de género resulta la gran derrotada en la letra de dicha propuesta.

Exceptuando la provincia de Acech, la homosexualidad es legal en todas las demás regiones de la nación asiática. Sin embargo, las encuestas de los últimos años ya vaticinaban un despunte exponencial de la intolerancia, el radicalismo musulmán y, por tanto, la violencia de género contra la comunidad LGBTI y las personas trans. De hecho, si como se prevé llegara a aprobarse en el 2021, la nueva ley incluida en la lista de prioridades del Programa de Legislación Nacional, no solo discriminarí­a por la identidad de género u orientación sexual, sino que además, de acuerdo a lo estipulado en varios artí­culos, todas las familias entre cuyos miembros exista alguno de los considerados «desafiantes », tendrán la obligación de informarlo a los centros de rehabilitación.

Aunque la propuesta ya encuentra detractores entre varias organizaciones civiles, la presidencia del grupo Parlamentarios del Sudeste de Asia por los Derechos Humanos, alerta respecto a las desgarradoras consecuencias de tales «terapias » sobre la psiquis de sus ví­ctimas, quienes deberán lidiar con sentimientos de frustración, depresión, ansiedad e, incluso, con la idea del suicidio como única alternativa de salida a una existencia que otros calificaron de imperfecta.

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