La era de los quioscos: en conteo de protección

En 2018 Villa Clara debe reubicar 60 quioscos de las tiendas en divisa. En Santa Clara, comunidades distantes, como Hatillo, Yabú y Manajanabo, quedan pendientes.

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Quiosco TRD de Antón Díaz, en Santa Clara.
La lejanía de otros comercios similares, junto a los problemas del transporte y el envejecimiento poblacional, hacen que los pobladores de Antón Díaz valoren el servicio del quiosco como su tabla de salvación. El pollo, por ejemplo, es uno de los alimentos que adquieren allí semanalmente. (Foto: SMB)
Liena María Nieves
Liena Marí­a Nieves
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26 Mayo 2018

La provisionalidad criolla tiene su propia estimación sobre el tiempo. O sea, háblese de temporalidad made in Cuba, y lo más probable es que el asunto «eventual » eche barba y crí­e nietos. No obstante, amén de los 1001 ejemplos de trastornos ocasionales que degeneran en crónicos, la gente siempre encuentra opciones para sacarle su lasca de provecho a la prolongación del asunto. Cuando «la bola pica y se extiende », los hechos que algunos interpretarí­an bajo un lente negativo, otros comienzan a valorarlos en términos de oportunidades.  

Precisamente así­, como posiciones sin raí­ces ni futuro a largo plazo, varias cadenas de tiendas en divisa plantaron sus quioscos y contenedores en consejos populares urbanos y rurales a fines de los 90. Aleluya: ¡la shopping a dos pasos!

Sin «vistilla » bonita ni maniquí­es en la entrada, calientes como hornos y enjaulados a golpe de malas experiencias, los puntos de venta no necesitaron demasiado para prendérseles del corazón al pueblo. Acomodar al comprador no resulta una práctica extendida en el comercio cubano, y la novedad de la proximidad fí­sica apenas fue el primer paso para el éxito.

Sin embargo, desde el primer dí­a se informó que la iniciativa no se extenderí­a más allá de un par de años. La gente no mordió el anzuelo. Después de dos décadas, los quioscos trascendieron el simple destino de acercar esta prestación a las comunidades y conquistaron lo que, a nivel psicosocial, pocos servicios aún mantienen: la confianza de los clientes.  

Un Plan  B para los quioscos

Hubo enfado y caras largas cuando se tergiversó la noticia del reordenamiento comercial que emprenderí­an la Cadena de Tiendas Caribe (antiguas TRD) y Cimex, basado en la supresión paulatina y organizada de estos puntos de venta.

El acabose. De nuevo aislados. « ¿Y ahora qué? ».  

La duda engordó y alzó la voz porque la mayorí­a interpretó que los contenedores serí­an historia o materia prima, y chao. Pocos lo creyeron cuando se les explicó que en los lugares donde no existiese un servicio similar para suplirlo, ambas cadenas realizarí­an inversiones en locales más aptos y seguros, comercialmente hablando.

Y analizándolo en frí­o, lo de la «shopping » clásica no sonaba tan mal, pero la solución de utilizar inmuebles en desuso ubicados justo donde hicieran falta fue lo que prendió la alarma de miles de beneficiados. En un paí­s donde la propiedad resulta un privilegio, tanto para particulares como estatales, no cualquier empresa u organismo cede su patrimonio. Sin embargo, y a pesar del escepticismo, se van concretando obras.  

Así­ lo confirma Marta Rivero Lima, directora de la División Centro de la Cadena de Tiendas Caribe, con un total de 93 quioscos a su cargo, distribuidos en los 13 municipios. La Habana y Villa Clara resultan las dos provincias con mayor presencia de esta modalidad de servicio, por lo que darle solución en un perí­odo de 23 meses de enero de 2017 a diciembre de 2018 a cada caso particular, constituye de antemano un propósito de gran complejidad por el impacto social y económico que implica.        

«La Cadena de Tiendas Caribe tiene contenedores y otros quioscos fabricados con paneles que resultan muy vulnerables. De hecho, algunos han sido abiertos en cinco y seis ocasiones, no siempre se ha logrado identificar a los autores de los delitos, y la seguridad de nuestras unidades no es una condición opcional ni admite dilaciones.

«No obstante, la respuesta a la orientación emitida por el paí­s no se coordinó de manera espontánea, sino pensada a partir del interés empresarial y el de la población. De esta forma concebimos un cronograma de trabajo, en el que involucramos a las     autoridades locales del PCC y el Gobierno, así­ como a los organismos de los Consejos de la Administración Municipales (CAM).

«Esto nos ha permitido identificar los locales ociosos y diseñar las acciones con el siguiente orden: primero, priorizar los puntos de venta más vulnerables, y segundo, los que se localizan en zonas donde haya otros establecimientos comerciales que brindan igual oferta ».

¿Cuál ha sido la respuesta de las empresas del CAM respecto a este empeño de reordenamiento?

En el caso de la Cadena de Tiendas Caribe, la dirección del Grupo Empresarial de Comercio nos ha tendido la mano una y otra vez, pues estuvo entre los primeros en ceder inmuebles y en mantenerse a nuestro lado para cooperar y ayudarnos en los municipios. Incluso, en algunos lugares, sobre todo rurales, el único local con condiciones fue la bodega, y Comercio, atendiendo a las necesidades reales que suplen los quioscos, accedió a dividirlas con tal de que se continúe prestando el servicio a la comunidad.  

Quiosco Atabey, en Manuelita, Santa Clara.
Ante la posibilidad de que eliminen el punto de venta Atabey, enclavado en Manuelita, los vecinos plantean sus teorí­as. Serafí­n Monteagudo Cervera es de los que considera que la parada en desuso de la antigua entrada al reparto José Martí­ amplia y construida con bloques resulta un local excelente para una tienda. (Foto: SMB)

¿Qué mejoras estructurales y de atención al cliente implican las nuevas posiciones de las tiendas Caribe?

El beneficio más evidente reside en la posibilidad de insertar la modalidad de autoservicio; es decir, que el propio comprador revise con sus manos la mercancí­a que desea adquirir, lo cual es imposible en un quiosco. De hecho, luego de realizadas estas mejoras en algunos establecimientos, comprobamos que sus ingresos crecieron en más de un 30 %.

¿En qué punto de avance se encuentra el reordenamiento?

Para 2018 quedan 71 quioscos, de los que se prevé reubicar 60, debido a que los 11 restantes se encuentran cercanos a establecimientos similares. Santa Clara, por su condición de capital provincial, es el municipio más complejo. Faltan 35 quioscos por reubicar, y las comunidades distantes, como Hatillo, Yabú y Manajanabo, quedan pendientes.

«Algunos de los inmuebles que nos entregaron presentaban mejores condiciones que otros, pero es fundamental que la población conozca que si ocurren demoras no es por falta de materiales.

«Los clientes pueden estar convencidos de que tendremos una respuesta y una solución para todos los casos, pues dejar desprotegida a la población no resulta una opción para nosotros ».

La de Cimex es otra historia, básicamente compartida con la de las tiendas Caribe,   pero con sus particularidades. Su polí­tica de reordenamiento inició durante los últimos meses de 2015, y se fundamenta en la sustitución de los quioscos metálicos por unidades o establecimientos con mayor confort para la atención al cliente y la conservación y estancia de la mercancí­a, además del interés por humanizar las condiciones de trabajo de los obreros.    

«Tenemos un total de 28 quioscos explica Marí­a Eugenia Veití­a Fernández, gerente general de la sucursal Cimex en Villa Clara, de los cuales, tras dos años y medio de trabajo, todaví­a restan 14 por reubicar, pues no han aparecido los inmuebles. En algunos territorios como Quemado de Gí¼ines, Corralillo, Camajuaní­ y Cifuentes sí­ pudimos obtener resultados favorables, ya que la dirección de Comercio facilitó el proceso con la cesión de locales suyos, como bodegas, centros gastronómicos, etc. No ocurre así­ en los demás municipios ni con otros organismos.

Pero 20 años crearon hábitos en el pueblo…  

Lo sabemos, y todo el mundo quiere tener un quiosco al alcance de la mano, pero pocos se ponen a   pensar que hay que organizar el comercio, pues esos lugares se crearon con un grado de provisionalidad y así­ han funcionado durante demasiado tiempo.

«Esta no ha sido una polí­tica unilateral ni mucho menos, sino que busca perfeccionar lo que brindamos. Primero se extendió el horario de los puntos de venta a 12 horas, el de los servicentros a 24, además de los horarios de servicio de las tiendas para aquellos que trabajan y no pueden llegar antes de las cinco de la tarde. Los quioscos continúan, pero siguen sin reubicación, y la realidad es que los hemos ido suprimiendo por el nivel de deterioro y porque económicamente no rinden, ya que las condiciones de almacenamiento no permiten diversificar los productos ».

Ante la inexistencia de locales para la reubicación, ¿cuáles son los próximos pasos?

Decidimos eliminar seis quioscos en este perí­odo, y no solo por la falta de local, sino porque cuentan con servicios cercanos. Por ejemplo, en Mataguá cerramos el existente porque hay un piso de venta de Caribe y un servicentro de Cimex. En Placetas se están eliminando dos posiciones porque tienen tiendas cercanas, y vamos a abrir el servicentro La Diana, que tendrá la modalidad de autoservicio las 24 horas.

«En Isabela de Sagua se destruyó el quiosquito, pero la tienda Caribe está ahí­. Es decir, las dos entidades estamos maniobrando conjuntamente para que no quede ninguna comunidad desprotegida, pero son las autoridades las que pueden decidir el uso que se les da a los inmuebles ociosos o   subutilizados ».

Y en nombre del Gobierno, Bárbaro Monteagudo Fernández, vicepresidente del Consejo de Administración Provincial (CAP) en Villa Clara, ofreció declaraciones a Vanguardia.

«La proyección de las principales autoridades polí­ticas y gubernamentales resulta totalmente favorable y colaborativa, pues la protección al consumidor es nuestra premisa básica. La Asamblea Nacional del Poder Popular conoce nuestra preocupación por el tema de los locales, al igual que el Ministerio del Comercio Interior, que está al tanto de la situación de la provincia.

«Sin embargo, no es fácil, pues en los municipios no están los locales cerrados, esperando por que lleguemos para ocuparlos. Mientras se resuelve esto, ya se trate de una inversión nueva o el cambio de uso de inmuebles ociosos, los puntos que tenemos hoy deben mantenerse. Siempre se van a tomar las mejores decisiones para el pueblo. No obstante, tanto Cimex como la Cadena de Tiendas Caribe tienen fechas que cumplir en su plan de   reordenamiento comercial ».  

Y del otro lado del mostrador...

« ¿Usted sabí­a que en casi 20 años se han metido como cuatro veces en la bodega La Esperanza, y ni una en el puntico de Cimex? ». Irene Oliver Peña, bodeguera en el consejo popular Antón Dí­az, se acomoda un mechón detrás de la oreja y se le entristecen los ojos. «Si nos lo llevan de aquí­, nos desgracian ».

Rafael Meneses Quintana y Amaury Hernández Bello escucharon el rumor de que la habitación construida sobre la placa de la farmacia será la próxima ubicación del quiosco. «Pero es un espacio chiquitico, sin lugar para   el almacén, y tiene una escalera muy estrecha. ¿Cómo suben entonces las personas mayores? ».

A Irene le llegó otra versión: la planta baja del sector de la PNR. «El problema es que por aquí­ no hay más locales de Comercio y nadie ha dicho nada sobre una inversión nueva, aunque espacios vací­os son los que sobran, incluso, para que construyan una tiendecita más grande, con mejores condiciones ».

Porque los vecinos comprenden que los dos trabajadores del punto de venta Antón Dí­az pasan por mil aprietos en temas tan elementales como beber agua o calentar su almuerzo.

«Son turnos de 12 horas dice Oriel Pérez González, uno de los cajeros-dependientes, y necesitamos de la buena voluntad de las personas lo mismo para que nos dejen entrar al baño, que para tomar un poco de agua frí­a. Hasta ahora no se nos ha informado sobre movernos a otro local, pero tampoco creo que quiten el servicio: el quiosquito es lo único que tiene esta gente ».

Y esas personas, según los registros de consumidores de las bodegas de Antón Dí­az y La Pulga, suman más de 2800.

Si no faltan voluntades ni recursos, al menos en las locaciones más crí­ticas deberí­an escucharse y hacer valer con más fuerza las alternativas de los gobiernos locales y de quienes allí­ conviven, pues las respuestas más obvias no siempre coinciden con lo reglamentado. Pero, sin oportunidades suficientes para participar en las decisiones a nivel comunitario, el saber popular queda mudo, y las soluciones, detenidas.

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