La producción de medios de protección para las áreas de Salud resulta una constante para los villaclareños. Mantener a resguardo a quienes se sacrifican diariamente debe ser una prioridad para todos. Por ello, en la provincia, diversos talleres de costura y atelieres han cambiado por completo su rutina de trabajo para satisfacer la demanda.
Tal es el caso de la Fábrica 119 Liberación de Zulueta, perteneciente a Confecciones Fénix y ubicada en la localidad remediana de igual nombre. Tomando todas las medidas pertinentes, este colectivo brinda cada día su aporte a la vida y, hasta la fecha, suman más de 25 000 mascarillas entregadas a los centros hospitalarios.

«Nosotros hemos liberado a cinco mujeres que tenían niños pequeños en casa, pero las otras 15 han enfrentado la producción. Hacemos 1050 nasobucos diarios », explica Luis Hernández Pérez, administrador de la unidad.
«Esta tarea la hemos asumido con gran responsabilidad, porquqe somos un centro de referencia y siempre le hemos dado respuesta a todo lo que nos han encomendado. Esta es una hermosa tarea, pues protegemos al ejército de batas blancas », agrega Mavis Aquine Rodríguez, técnica en producción.
El proyecto Francisco, del Fondo Cubano de Bienes Culturales, también se encuentra inmerso en estas labores. Primero, entregaron los nasobucos; ahora, se concentran en la confección de sobrebatas para quienes dan la cara a diario a la COVID-19.

Francisco Ramón Jiménez Roque, el coordinador, comenta que hasta el momento se han donado más de 4000 mascarillas a vecinos, escuelas cercanas, el policlínico Marta Abreu y varias empresas ubicadas en la cercanía del taller. Actualmente producen alrededor de 200 batas al día, y muchas ya se han entregado al hospital Arnaldo Milián Castro.
«Cuando recibimos el llamado tuvimos que reorganizar el trabajo, pues hubo que hacer moldes nuevos y varias pruebas para que las piezas nos quedaran lo más resistentes posible », aclara Yolanda Serrano, una de las trabajadoras.
Estos productos, tanto los de «Liberación de Zulueta » como los del proyecto Francisco se dirigen directamente hacia los hospitales de Villa Clara, donde llegan a convertirse en el límite entre la vida y la enfermedad.
El doctor Jorge Sardá Rojas, al frente de un grupo de trabajo para la atención a pacientes de la COVID-19 en el hospital Celestino Hernández Robau, da fe de ello y explica que «los filtros siempre están surtidos con toallas, batas, nasobucos y todos los aditamentos necesarios. En caso de que vayan agotándose en algún punto, rápidamente se vuelve a surtir ».

En esta, como en el resto de las instituciones sanitarias, se mantienen estrictos protocolos con el cambio y desinfección de estos medios para asegurar la salud del personal médico. Por ello, se agradecen de corazón estas iniciativas que también ayudan a salvar vidas.