
Hay silencios que valen oro cuando del laboratorio se pasa a las pruebas de campo, al lado del cosechero, en la búsqueda insistente de soluciones novedosas y alternativas que permitan elevar los rendimientos agrícolas del país.
Son realidades sobre las que se empina la Estación Territorial de Investigaciones de la Caña de Azúcar (Etica), en Ranchuelo; una institución que define, con la ciencia y desde ella, los derroteros de ese cultivo en el centro-norte cubano.

Ya hablan no solo de la vital e histórica gramínea, necesaria para el abastecimiento a los ingenios. También abordan proyectos biotecnológicos en otros cultivos, alternativas en el estudio y mejoramiento de los suelos, así como el enfrentamiento de plagas y enfermedades; el empleo óptimo de la maquinaria agrícola, el extensionismo y la promoción, junto a otras instituciones y organismos, de perspectivas investigativas.
Las propuestas, obvias en estos tiempos, se dirigen, además, a la sustitución de importaciones, la socialización de conocimientos y el fomento de renglones eficientes para la comercialización foránea. No hay síntesis posible al resaltar los sistemáticos logros que acumulan en diferentes esferas científico-productivas. Así sustentó su formulación Irenaldo Mora Delgado, director de la estación.
Durante el actual año, por tercera ocasión consecutiva alcanzaron la condición de Vanguardia Nacional del sector azucarero. Ahora laboran en 32 proyectos relacionados con la obtención de variedades, la conservación de germoplasmas de caña y la valoración de progenitores que inciden en el mejoramiento genético de la planta.

También fundamentan indagaciones vinculadas al «uso de variedades para la alimentación animal y como combustible, las especificidades del suelo, el riego de agua, el empleo de la maquinaria, la biotecnología vegetal y la agricultura de precisión », dijo el Dr. en Ciencias Osmany Aday Díaz, investigador titular.

Sin recetas
Hoy, sábado 5 de septiembre, la Etica está de plácemes. La entidad, que atiende el cultivo de la caña en Villa Clara y Cienfuegos, festeja los 36 años de su fundación. Vital resulta el diálogo con fundadores que ayudaron a gestarla y actualmente sustentan un camino investigativo.
La Dra. en Ciencias Enma Pineda Ruiz, especialista en Suelos y Agroquímica, destaca la valía de siete experimentos cuatro en la estación y tres en un bloque de cultivo ubicado en áreas del antiguo ingenio Antonio Finalet, en Sagua la Grande desarrollados en cañaverales en fomento. Allí aplican dosificaciones de nitrógeno, potasio y fósforo, y fuentes alternativas orgánicas, como la cachaza. Hacen, además, cálculos.

«Los experimentos demuestran la base de conocimientos diseminados por la Red de Estaciones del Inica (Instituto Nacional de Investigaciones de la Caña de Azúcar) del país y facilitan el perfeccionamiento de reglas de fertilización mineral. A eso se adicionan los biofertilizantes (bacterias fijadoras de nitrógeno) y la utilización de biopreparados para sustituir importaciones », dijo la especialista.
La idea más acabada se extiende por destilerías del país, principalmente en áreas agrícolas del ingenio Heriberto Duquesne, en Remedios. Allí la vinaza residual no recibida por digestores de la planta de biogás se utiliza en la fertilización dirigida a los cañaverales.
Unas 500 hectáreas se han beneficiado desde el 2010, cuando comenzó el estudio, aunque la cifra en ocasiones aumentó. Más de medio millón de pesos ahorró el país al no comprar fertilizantes químicos, y se halló una solución a un problema que, incluso, afectaba las fuentes de agua y la comunidad, por el vertimiento de un residual agresivo y que antes no se empleaba.
Similar conceptualización, en trabajos integrados con otros especialistas, despliega la Etica en las destilerías Antonio Sánchez (Cienfuegos), Melanio Hernández (Sancti Spíritus), Antonio Guiteras (Las Tunas) y Jesús Rabí (Matanzas), entidad esta última en la que ejecutan proyectos. Los resultados son promisorios: sin afectaciones en el suelo, el agua, la fauna y la flora del lugar.
¿Los rendimientos cañeros aumentaron?
Depende de muchos factores indica Pineda Ruiz, entre los que destacan la preparación del suelo, la siembra, la calidad de la semilla, el manejo de variedades, las atenciones culturales y hasta la fertilización. En este caso particular, con las variantes alternativas se alcanzaron índices agrícolas casi iguales a los de aquellos lugares donde usaron componentes químicos.

Hasta un lodo orgánico, a partir de la decantación del líquido (vinaza) en el biogás remediano, trasladaron hacia la Etica para incluirlo como sustrato en la formación de cepellones de vitroplantas. «Eso representa un logro al dejar de añadir, como antes, dosis de compost y zeolita. Ahora tenemos una fuente alternativa », aseguró.
La vinculación con otros especialistas e instituciones del sector llevó a Pineda Ruiz hasta Cienfuegos para evaluar una mezcla compuesta por carbonato de calcio, zeolita y ceniza. De acuerdo con dosificaciones de 10 toneladas de los dos primeros componentes y 25 de la última para echar en una hectárea de suelo plantado en esa provincia sureña, se encontrarán otras vías de fertilización. En estos días, aclaró, se riega en plantaciones cañeras. El producto ya está certificado por el Centro de Ingeniería e Investigación Química de La Habana. Son proyectos de larga duración, pero el país ahorra por concepto de importaciones en fertilizantes químicos.
Desengavetar las aportaciones científicas

El Dr. en Ciencias Rafael Gómez Kosky, coordinador nacional del Programa de Biotecnología de la Caña de Azúcar, insiste en la necesidad de revitalizar estudios anteriores que, por su demostración, se pusieron en práctica. Otros permanecieron guardados y deben reactivarse. Hoy el país «reclama la integración de las instituciones investigativas, los centros docentes y las áreas de producción en aras de encontrar soluciones viables y a corto plazo para la reducción de importaciones », resaltó.
«Aquí en la biofábrica, sin abandonar la producción de vitroplantas y el estudio de variedades de caña, conseguimos por vía acelerada algunas líneas para el fomento de piña, malanga, plantas proteicas para la alimentación del ganado y plátano », resaltó.
Un día, la vieja biofábrica dejará de llamarse así para convertirse en un complejo científico-productivo que promueva la diversificación agrícola, apuntó Irenaldo Mora Delgado, director de la Etica, entidad responsabilizada con el 80 % de las variedades de caña con madurez temprana que se fomentan en la provincia.
Ir a esa institución y no acercarse al Centro Nacional de Información y Referencia del Suelo, único de su tipo en el país, constituye casi una herejía. El investigador Rafael Más Martínez no solo habla de las peripecias de los especialistas para extraer, de forma manual, monolitos que en ocasiones superan los 1.50 metros, y con los cuales se demuestran las características físico-químicas y minerales de las diferentes regiones cubanas.

«La capacitación de estudiantes de Agronomía y de productores resulta decisiva », dice. Allí radica la única colección de suelos que, en 1928, hicieron los norteamericanos Hunh H. Bennett y Robert V. Allinson, iniciadores de las clasificaciones genéticas, según el sistema de series y familias empleado en su país de origen.
En la actualidad solo restan unos 15 perfiles de suelos para completar otras caracterizaciones, mucho más modernas y científicas, de las regiones cubanas. En los últimos 25 años el equipo de la Etica cerró una impresionante colección, y al decir de Más Martínez, faltarían «muestras de áreas arenosas de Pinar del Río, Manacas y Manicaragua, así como de algunas zonas rojas de montaña », apuntó.
El espacio se cierra. Habrá que seguir hablando de la Etica y de sus desvelos por impulsar la fertilidad del suelo, atenuar su compactación, las plantas invasoras en sembrados, y fomentar una agricultura orgánica que apunte, desde la ciencia, hacia una mayor producción de alimentos y luche contra la adversidad del cambio climático que agrede a la Tierra.