Desde que Miguel Díaz-Canel Bermúdez asumió el cargo de primer secretario del Partido en Villa Clara, correspondió a Eloy Mateo Hernández Sánchez preparar los guiones de los actos organizados en la provincia en torno a efemérides y visitas de primer nivel.
Nunca le pasó por la mente asumir la dirección artística del acto efectuado en la Plaza de la Revolución Ernesto Che Guevara el 30 de septiembre de 1996.
Sobre las vicisitudes vividas 24 horas antes del histórico acontecimiento, el vecino del reparto Macuca narra los pormenores de aquella ceremonia en la que tuvo un gran protagonismo.
«Me encontraba en la casa a punto de acostarme, cuando me llamaron por la ventana para darme un recado de Díaz-Canel. Decía que me presentara con urgencia en su despacho y había mandado un carro a recogerme.
«Entonces, pensé que algo andaba mal, y cuál fue mi sorpresa al informarme que acababa de hablar con Fidel. Le había pedido un encuentro con los santaclareños y me correspondía hacer el guión en menos de un día.
«Imagínese qué compromiso. Nunca me había enfrentado a algo similar. Por suerte yo había organizado un piquete de niños y adultos en distintas manifestaciones artísticas para eventos similares.
«La mente se me quedó en blanco. Escribí algunos bocetos en papeles que de inmediato rompía porque nada me parecía bien. Mucho más, cuando habían enviado a una compañera llamada Consuelo para que supervisara el acto y era en extremo exigente. Le expliqué mi intención de que el niño Javier Antonio cantara Y en eso llegó Fidel, de Carlos Puebla, lo que después de mucho recelo aceptó, porque se había enterado que el pequeño le gustaba improvisar y podría entorpecer el acto, y yo perder mi profesión.
Me acordé de María Leisa Olivera, la locutora de la CMHW con experiencia en estos eventos, y a altas horas de la noche fui a su casa para que me ayudara, a lo que accedió de inmediato. Temprano en la mañana del día 30 la recogí y volví a encontrarme con Consuelo. Cuando leyó el guión no quedó muy conforme y hubo que rehacerlo hasta que le gustó.
«Después comenzamos los ensayos a pocas horas de comenzar el encuentro del Comandante en Jefe, en un día, además, lluvioso. El acto comenzó sin problemas, hasta que le tocó a Javier Antonio, que, como era de esperar, comenzó a improvisar. Yo me encontraba en una cabina de control remoto en una guagua, me puse las manos en la cabeza, al ver que luego de improvisar algunos versos, el pequeño abrazó a Fidel.
«Al concluir, los técnicos de La Habana me sentenciaron a muerte. Decían que de seguro por ese desliz no dirigiría más espectáculos. Mas, se equivocaron, porque Consuelo me elogió emocionada y me pidió que siguiera dirigiendo los actos del Partido. Costó esfuerzos y sacrificio. Resultó una jornada hermoso e inolvidable ».
Entonces Eloy no tuvo la oportunidad de estar cerca del líder de la Revolución, pero en el 2001 en el acto inaugural de la Escuela de Instructores de Arte Abel Santamaría Cuadrado, recibió un reconocimiento de manos de Fidel.
«Por seguridad me advirtieron que no podía abrazarlo, mas cómo evitarlo si las emociones te impulsan a hacerlo, y aunque desobedecí las indicaciones, fue inevitable. Sentí el cariño del líder que tanto hizo por el pueblo cubano ».