La historia no contada de Eloy Mateo

El director artí­stico del acto con Fidel en la Plaza santaclareña el 30 de septiembre de 1996 relata sus vivencias horas antes del encuentro con el lí­der de la Revolución.  

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A 24 años del encuentro de Fidel con los santaclareños en la Plaza Ernesto Che Guevara, vuelven a Eloy Mateo los recuerdos de aquella jornada inolvidable.
A 24 años del encuentro de Fidel con los santaclareños en la Plaza Ernesto Che Guevara, vuelven a Eloy Mateo los recuerdos de aquella jornada inolvidable.(Foto: Ramón Barreras Valdés).
Idalia Vázquez Zerquera
Idalia Vázquez Zerquera
@IdaliaVzquez
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29 Septiembre 2020

Desde que Miguel Dí­az-Canel Bermúdez asumió el cargo de primer secretario del Partido en Villa Clara, correspondió a Eloy Mateo Hernández Sánchez preparar los guiones de los actos organizados en la provincia en torno a efemérides y visitas de primer nivel.

Nunca le pasó por la mente asumir la dirección artí­stica del acto efectuado en la Plaza de la Revolución Ernesto Che Guevara el 30 de septiembre de 1996.

Sobre las vicisitudes vividas 24 horas antes del histórico acontecimiento, el vecino del reparto Macuca narra los pormenores de aquella ceremonia en la que tuvo un gran protagonismo.

«Me encontraba en la casa a punto de acostarme, cuando me llamaron por la ventana para darme un recado de Dí­az-Canel. Decí­a que me presentara con urgencia en su despacho y habí­a mandado un carro a recogerme.

«Entonces, pensé que algo andaba mal, y cuál fue mi sorpresa al informarme que acababa de hablar con Fidel. Le habí­a pedido un encuentro con los santaclareños y me correspondí­a hacer el guión en menos de un dí­a.

«Imagí­nese qué compromiso. Nunca me habí­a enfrentado a algo similar. Por suerte yo habí­a organizado un piquete de niños y adultos en distintas manifestaciones artí­sticas para eventos similares.

«La mente se me quedó en blanco. Escribí­ algunos bocetos en papeles que de inmediato rompí­a porque nada me parecí­a bien. Mucho más, cuando habí­an enviado a una compañera llamada Consuelo para que supervisara el acto y era en extremo exigente. Le expliqué mi intención de que el niño Javier Antonio cantara Y en eso llegó Fidel, de Carlos Puebla, lo que después de mucho recelo aceptó, porque se habí­a enterado que el pequeño le gustaba improvisar y podrí­a entorpecer el acto, y yo perder mi profesión.

Me acordé de Marí­a Leisa Olivera, la locutora de la CMHW con experiencia en estos eventos, y a altas horas de la noche fui a su casa para que me ayudara, a lo que accedió de inmediato. Temprano en la mañana del dí­a 30 la recogí­ y volví­ a encontrarme con Consuelo. Cuando leyó el guión no quedó muy conforme y hubo que rehacerlo hasta que le gustó.

«Después comenzamos los ensayos a pocas horas de comenzar el encuentro del Comandante en Jefe, en un dí­a, además, lluvioso. El acto comenzó sin problemas, hasta que le tocó a Javier Antonio, que, como era de esperar, comenzó a improvisar. Yo me encontraba en una cabina de control remoto en una guagua, me puse las manos en la cabeza, al ver que luego de improvisar algunos versos, el pequeño abrazó a Fidel.

«Al concluir, los técnicos de La Habana me sentenciaron a muerte. Decí­an que de seguro por ese desliz no dirigirí­a más espectáculos. Mas, se equivocaron, porque Consuelo me elogió emocionada y me pidió que siguiera dirigiendo los actos del Partido. Costó esfuerzos y sacrificio. Resultó una jornada hermoso e inolvidable ».

Entonces Eloy no tuvo la oportunidad de estar cerca del lí­der de la Revolución, pero en el 2001 en el acto inaugural de la Escuela de Instructores de Arte Abel Santamarí­a Cuadrado, recibió un reconocimiento de manos de Fidel.

«Por seguridad me advirtieron que no podí­a abrazarlo, mas cómo evitarlo si las emociones te impulsan a hacerlo, y aunque desobedecí­ las indicaciones, fue inevitable. Sentí­ el cariño del lí­der que tanto hizo por el pueblo cubano ».

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