Última actualización: miércoles, 24 de abril de 2024, 14:57
Entre arcoíris y grises
Traspasar las puertas del Hospital Mártires del 9 de Abril, de Sagua la Grande, suscita un cúmulo de emociones imposibles de ignorar. Nada puede negarse ni darse por verídico de manera absoluta sin verlo por uno mismo y escuchar los criterios de los involucrados.
En la sala de alto riesgo del hospital «Mártires del 9 de Abril» se trabaja sin descanso para la recuperación de los pacientes. (Foto: Francisnet Díaz Rondón)
Francisnet Díaz Rondón
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15 Agosto 2021
15 Agosto 2021
hace 2 años
Traspasar las puertas del Hospital Mártires del 9 de Abril, de Sagua la Grande, suscita un cúmulo de emociones imposibles de ignorar. La difícil situación que ha golpeado al municipio en los últimos meses, con la tasa de incidencia más alta de la provincia, cientos de casos positivos por días y varios fallecimientos relacionados con la COVID-19, no deja indiferente a ningún mortal.
Es inevitable no llegar sugestionados ante la andanada de informaciones de todo tipo expuestas en redes sociales, no pocas veces sobredimensionadas y tergiversadas, pero que a la larga exponen diversas realidades y dudas. Nada puede negarse ni darse por verídico de manera absoluta sin verlo por uno mismo y escuchar los criterios de los involucrados en el diario acontecer.
Al entrar por la puerta principal, el miércoles 11 de agosto, había el acostumbrado ajetreo del personal médico y de servicio por los pasillos. Mas, no se apreciaban condiciones de hacinamiento ni de exceso de pacientes en el hospital, ahora readecuado para recibir enfermos de la COVID-19 de alto riesgo. Esa jornada, de las 218 camas que tiene el centro, aún cuatro se encontraban disponibles.
Varios balones de oxígenos se hallaban frente al elevador para ser trasladados a los pisos superiores. Tres hombres ayudaban a moverlos, entre ellos Ariel Valdés Pineda, encargado de botar los desechos sólidos, pero dispuesto a apoyar en lo que sea necesario, más allá de su contenido de trabajo.
«Trato de dar el paso al frente en lo que haga falta. Ahora cualquier ayuda es importante porque esta lucha es de todos. Yo estoy dispuesto a lo que sea por tal de que los pacientes se sientan bien », dijo, mientras rodaba otro de los recipientes cargados de vida.
Cada día la batalla por la salud de los que allí ingresan constituye un desafío ante la escasez de recursos de todo tipo Pero, vale reconocer el ingente esfuerzo de médicos, enfermeros, especialistas, residentes de Medicina y personal de servicio para que la estancia de las personas sea lo más llevadera y humana posible.
La mejor opción: nunca detenerse
La pandemia conllevó a buscar alternativas y nuevas ideas para optimizar el tratamiento de los enfermos. En ese sentido en el «Mártires del 9 de Abril » se aplicó una serie de cambios para ampliarlo, y asumir la importante misión.
De acuerdo con el doctor Celestino Fusté Jiménez, director de la institución, se rediseñó el sexto piso para pacientes con PCR positivo y sospechosos, el quinto para los de edad pediátrica y una sala de terapia para atención a pacientes graves. Igualmente, se acondicionó un espacio para alto riesgo con una disponibilidad de 37 camas con un cubículo de apoyo vital, en caso de ser necesario.
«En terapia intensiva contamos con cuatro camas, y otras seis para los menos críticos. También, proyectamos agrupar a todos los pacientes graves en una sala con mayor disponibilidad », dijo.
La doctora Leidy Saraí Rodríguez Hernández, directora del Hospital Psiquiátrico provincial y ahora al frente del contingente de refuerzo integrado por veinte profesionales de ellos 8 médicos, 9 estudiantes de cuarto año de Medicina y el resto licenciados en Enfermería comentó cómo han ido optimizando las atenciones y la estrategia para organizar el flujo de ingresos.
«Hacemos una evaluación constante del paciente con criterio de alta, cuyas camas automáticamente vuelven a ser ocupadas por las personas en espera. El criterio de remisión hacia nuestro hospital no ha funcionado de la mejor manera, tenemos que reconocerlo. El ingreso tiene que ser ordenado, a través de una mesa coordinadora municipal, lo cual no está fluyendo bien.
«Las necesidades médicas se evalúan a diario. Con lo que tenemos se trabaja, y se coordina al día siguiente con la Dirección Provincial de Salud, con la cual estamos en contacto permanente. Contamos los recursos con los que podemos funcionar durante el día, y nos preparamos para la jornada siguiente, en dependencia de la cobertura que podamos tener o no.
«Ahí la comunicación fluye y recibimos lo necesario, porque todo el sistema funciona, a pesar de las complejidades. Lo que no tenemos en algún momento, lo adquirimos más adelante; no tenemos, quizás, la opción que solicitamos, pero nos llega otra alternativa. Siempre con una respuesta », destacó.
Según Rodríguez Hernández, en cuanto al oxígeno, la cantidad de pacientes dependientes del gas en la atención secundaria es muy significativa para la respuesta que hoy puede darse. Pero, «no ha faltado. Las opciones, para poder manejarlo de la mejor manera cantidad a consumir por persona o dónde debemos centrar la mayor cantidad de oxígeno, lo vamos determinando administrativamente en conjunto con la asistencia médica de la institución », argumenta.
Aún el hospital tiene muy deprimido el recurso humano, pues los trabajadores en la atención directa al paciente estuvieron enfermos y se encuentran en su período de convalecencia. El contingente mejoró un poco la asistencia, pero verdaderamente aún se encuentra escaso de personal para poder llegar con toda la calidad que requiere el paciente.
«Estaremos la semana próxima en mejor posición, cuando se incorporen los que anteriormente padecieron la enfermedad y ya comienzan a partir del día 16 de agosto a recuperarse los servicios paulatinamente, sobre todo el de Medicina Interna », concluye.
Arcoíris y grises
Lizmany Agusti Fonseca acompaña a su hijo positivo a la COVID-19 en la sala de alto riesgo. Aunque la angustia la embarga, se siente tranquila por las atenciones por parte del personal médico.
«No tengo quejas, a mi hijo le están poniendo uno de los mejores medicamentos, pues es diabético y está operado de un riñón. No nos ha faltado nada hasta ahora y eso lo garantizo. Pero, el oxígeno sí nos está faltando y nos golpea bastante. El personal aquí hace todo lo posible para atendernos, incluso anoche se le puso un poco de oxígeno a cada cual equitativamente. Hacen demasiado, lo otro no importa.
«En esta sala no se puede decir que no hay medicamentos, sí los hay. Mi hijo recibe una buena atención, aunque lo golpea la diabetes. Pero, el personal es maravilloso. Yo no quería venir para aquí porque uno se asusta con la zona roja, pero me he quedado con la boca abierta con la labor del jefe de sala, que hasta está doblando turno, pues quien lo sustituía tiene sospecha de COVID también. Pero hace su esfuerzo, ¡lo más grande del mundo! », expresa.
Por su parte, Yudí Cid López manifiesta no tener ningún reclamo hacia los médicos y enfermeras, pues «hasta ahora, nos han atendido muy bien ». Pero, sí le preocupan otros elementos que deben resolverse para el bien de todos.
«Los baños y los servicios están tupidos. Ellos hacen su esfuerzo, destupen las tazas, pero se necesita un personal que venga a atender ese problema y se preocupe por mantenerlo. También, debe mejorar la calidad de la alimentación y variar la merienda, porque al tomar muchos medicamentos debilita el estómago de los enfermos », expresa.
La solidaridad y el humanismo ha sido un aliciente dentro de tantas adversidades. Allí mismo en la sala se hace evidente en la persona de Michel Leal Tortosa, joven de 27 años, quien se halla junto a su padre, y otros familiares recuperándose del coronavirus. Él ayuda en lo que pueda, moviendo los balones de oxígenos y acudiendo a cada llamado en lo que necesiten.
«Eso no me cuesta nada. Ellos (médicos y enfermeros) bastante que hacen con tanta sobrecarga de trabajo. Es triste ver personas caer y no poder hacer nada por ellas. Ya que no puedo inyectar o canalizar una vena, al menos trato de dar mi apoyo », expresa.
La emoción se apodera de Benito Leal Rodríguez, padre de Michel, quien se encontraba en la sala junto a su esposa y otro de sus hijos. Con los ojos húmedos por las lágrimas, habla con orgullo del humanismo del joven y del trabajo de los profesionales que les atienden.
«Este muchachito se ha metido la noche entera cargando botellones de oxígeno de un lado para el otro. Aquí en la sala todo el mundo lo conoce. A mí me da hasta lástima, pero está ayudando porque esto es una cosa en que todo el mundo tiene que ayudarse. No es de uno solo, debemos apoyarnos y protegernos, en todo lo que se pueda ».
Por su parte, el doctor Douglas Pérez Martínez, residente de Medicina Interna de tercer año, expresa que «el trabajo en la sala ha ido bien, tenemos en estos momentos capacidad de tres camas. Hay tres pacientes reportados de graves, todos con tratamiento. El único inconveniente es la disponibilidad de oxígeno, pero se solucionó al venir un transporte con los balones de Santa Clara. Todo está tranquilo.
«Recibimos un refuerzo de una brigada médica con varios residentes en Medicina General Interna (MGI), y dos especialistas, quienes cubrieron las salas en los pisos superiores del hospital, y el cuerpo de guardia de respiratorio en el cual hubo un momento en que tuvimos problemas. Mientras, los residentes en medicina nos quedamos en esta sala que es de alto riesgo, donde se encuentran los casos más delicados ».