Tatico, el timonel

Donde antes proliferó el abandono del suelo, ahora prosperan cultivos. Una pequeña parcela, asistida en ratos libres, deja sustento para el alimento a la familia y ventas al mercado de la comunidad.

Compartir

En producción y en fomento, una escalera de fomento de yuca, resulta fundamental para disponer siempre de alimentos.  (Foto: Luis Machado
En producción y en fomento, una escalera de fomento de yuca, resulta fundamental para disponer siempre de alimentos.(Foto: Luis Machado
Luis Machado Ordetx
Luis Machado Ordetx
@MOrdetx
1585
22 Septiembre 2021

A machete y guataca desapareció el longevo marabuzal. Amenazó, un tiempo atrás, con tragarse los lí­mites de colindancia de la vivienda, en un espacio que permanecí­a ocioso sin la debida atención. Era necesario «bailar en una sola pata » con el propósito de cambiar el semblante de la antigua superficie agrí­cola.  

Ahora, a la entrada de lo que antes fue el ingenio 26 de Julio, Tatico exhibe otro rostro. Ya el área contigua a la casa no constituye un abandonado lugar donde pulularon vegetales y hortalizas a precios módicos. Ahora es un patio familiar,  de ambiente comunitario.

Emprendedor, se acogió al empleo de la tierra en usufructo a partir del amparo de la Resolución 300 del Minag, y se vinculó a la Unidad Básica de Producción Cooperativa (Ubpc) 8 de Octubre, perteneciente a la actual Empresa Agroindustrial Azucarera George Washington, en Santo Domingo.

Desde entonces el chofer del ómnibus Girón XVII, adscripto a esa entidad, combina tiempo de trabajo entre su distinción frente al volante del equipo rodante y los menesteres propios de la parcela mejor patio familiar, sitio que permite el autoabastecimiento de algunos alimentos y la entrega de acopios, bajo contrato, a la instalación cañera.

Néstor Rolando Dí­az Pérez (Tatico), tiene una filosofí­a propia: «quien no siembra nada tiene, y si lo hace siempre recoge algo ». Criterio práctico que ajusta a la aplicación de ciencia y técnica en las 0.21 hectáreas en explotación.

Allí­ el uso de estiércol animal, preferiblemente de carnero y bovino, el riego de agua y de pequeñas cantidades de semillas certificadas que busca por sitios en los cuales recorre durante el trayecto de Washington a Jicotea, la ruta habitual, jamás faltan.

Al volante del ómnibus un hombre que saca tiempo para cultivar la tierra. (Foto: Luis Machado Ordetx)
Al volante del ómnibus un hombre que saca tiempo para cultivar la tierra. (Foto: Luis Machado Ordetx)

Tampoco desatiende consejos de otros agricultores. Piensa, incluso, en jamás dejar espacios vací­os en cultivos, pues el que a buen árbol se arriba, buena sombra le da encima en tiempos en los cuales escasea lo que a diario se lleva a la mesa hogareña.

Lo importante es «no detenerse ni escatimar esfuerzos fí­sicos y horarios para atender el suelo » añadió, con hablar suelto en la conversación, al tiempo que exhibe las áreas en plantación. Unos son cultivos permanentes,   como el aguacate y el mango, y los plátanos y frutales. Más allá el pequeño cafetal. En todos aparece el intercalado de la calabaza, el boniato y alguna ciruela campechana.

Hay que ganarse los frijoles expresó sin desatender los rigores permanentes del trabajo, y cuidar del ómnibus, con mantenimientos y adecuaciones mecánicas, tal como se cumplen los códigos de vialidad y el trasiego de pasajeros. En realidad, «allí­ devengo un salario que se completa con las entregas de acopios de viandas y frutales que salen del sitio », apuntó.    

En el terreno cultivado la familia trabaja, y casi siempre en las tardes y los fines de semana tenemos algo que hacer. Ahí­ ve la yuca, lista para cosechar, y también el boniato acabado de plantar. Del pequeño cafetal se obtienen todos los años acopios que rinden bastante para, al menos, brindar una taza de café al recién llegado. Eso sí­ resaltó, hay que doblar el lomo.

La mentalidad de Tatico como lo apodan amigos, familiares y trabajadores de la industria azucarera dominicana,   no estriba en caminar como los cangrejos, y sí­ en salir adelante en esa pequeña tierra que cultiva y de la cual solo queda la añeja estampa del elevado tanque metálico que en el antiguo organopónico serví­a para almacenar agua. Ahí­ también está el espí­ritu de los que producen sin mirar atrás para arrancar, aunque sea de ocasión y sistemática constancia, otras riquezas a la tierra.

Comentar