Narciso Fernández Ramí­rez
Narciso Fernández Ramí­rez
@narfernandez
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09 Abril 2015

El fracaso de la Huelga General Revolucionaria del 9 de abril de 1958, decretada por el M-26-7 en el llano, fue uno de los sucesos más dolorosos de la última etapa de lucha del pueblo cubano por su liberación y cobró en todo el paí­s más de un centenar de ví­ctimas; en su mayorí­a jóvenes deseosos de dar a su Patria la libertad.

recuerdo-acciones-4-de-abrilRecuerdo de la Huelga General Revolucionaria en Sagua la Grande. (Foto: Tomada del blog Mi Santa Clara Gloriosa)Sin embargo, como afirmara el Comandante en Jefe Fidel Castro al valorar los acontecimientos, el fracaso contribuyó a acelerar el triunfo que llegarí­a apenas 8 meses después, el 1ro de enero de 1959, pues, además, del ejemplo que dejara tantas manifestaciones de heroí­smo sirvió de experiencias para enrumbar mejor la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista y unificar el mando revolucionario, bajo la acertada conducción de Fidel.

Fue una lección bien dura de la importancia de la unidad revolucionaria, aprendida a costa de la sangre derramada de lo mejor de la juventud cubana de entonces; mas constituyó un hito en nuestra historia y momento de reflexión y diálogo entre los revolucionarios reunidos el 3 de mayo de 1958 en Altos de Mompié, en la Sierra Maestra.

Aquella mañana del 9 de abril de 1958 no diferí­a de las anteriores, pero a las 11 en punto, el llamado del M-26-7 a la Huelga General Revolucionaria sirvió de detonante para que cientos de revolucionarios se lanzaran a las calles de muchas ciudades de Cuba para intentar tomar el cielo por asalto y terminar con la odiosa tiraní­a.

La antigua provincia de Las Villas dio una de las mayores muestras de patriotismo, y la ciudad de Sagua la Grande estuvo horas en manos de los revolucionarios, siendo el lugar de mayor relevancia en Cuba.

También hubo acciones patrióticas el 8 de abril de 1958 en Quemado de Gí¼ines, con el comandante del Ejército Rebelde Ví­ctor Bordón Machado al frente.

De igual manera, hijos de esta porción central de Cuba brindaron sus generosas vidas en la capital de la República, con destaque para el caibarienense Marcelo Salado Lastra, uno de los jefes del M-26-7 en La Habana.

En relación a lo sucedido en la bella ciudad del Undoso, fue Fidel, en el discurso pronunciado el 9 de abril de 1968, a una década de los gloriosos sucesos y durante la inauguración del Hospital 9 de Abril, quien mejor lo conceptualizara:

«(...) resultaba realmente extraordinario cómo un número tan reducido de hombres, apoyados por el pueblo, habí­an podido mantener bajo control durante 24 horas una ciudad del tamaño y de la importancia de Sagua la Gran­de. (...) no hay duda de ninguna clase de que en la historia de nuestra Revolución aquel dí­a la ciudad de Sagua escribió una página imborrable de heroí­smo ».

sagua-la-grande(Foto: Tomada del blog Sagua Viva)

Realmente aquel dí­a, los hijos de esta porción central de la Isla probaron su hidalguí­a. Acá en Santa Clara sobresalió el barrio del Condado, y desde la panaderí­a Santa Teresa, ubicada en la calle San Miguel, entre San Pedro y Toscano, salió un grupo de jóvenes dispuestos a derrocar a Batista. Tres de ellos, ofrecieron su sangre generosa: Antonio Aúcar Jiménez, Héctor Martí­nez Valladares y David Dí­az Guadarrama.

En Ranchuelo, otros tres revolucionarios murieron asesinados por la dictadura, al ser sorprendidos en la finca El Tocino, donde se habí­an alzado en apoyo a la huelga: Ví­ctor Abello Garcí­a, Teobaldo Núñez Nú­ñez y Alberto Villafaña.

Corralillo, el municipio norteño villaclareño, más alejado de la capital provincial, también aportó su heroí­smo. El 10 de abril, un comando dirigido por Evelio Daniel Villa­vicencio, separado de la tro­pa de Ví­ctor Bordón, que el 8 de abril, habí­a intentado tomar el cuartel de la Guardia Rural de Quemado de Gí¼ines, fue sorprendido en la fin­ca Santa Elvira mientras marchaba a la toma del cuartel de Rancho Veloz.

Allí­ murieron Ramón Montesinos Cruz, Juan Sergio Corzo Mayo, los hermanos Jesús y Jorge Castillo Castillo, Adolfo Bonilla Rodrí­guez, Tito Alberto Ro­drí­guez, Lázaro Villavicencio Gutiérrez, Mario Mesa Morales, Ambrosio Francia León, Cecilio Humberto Cárdenas Menéndez y el propio jefe, Evelio Daniel Villavicencio.

El 11 de abril de 1958 fue encontrado en una cuneta del Circuito Norte, el cadáver de Luis Ridel González Mén­dez, natural de Motembo, quien habí­a tomado parte de las acciones revolucionarias dos dí­as antes.

Duro revés que envalentonó a la dictadura, la que creyó llegado el momento oportuno para acabar con el foco insurreccional de la Sierra y los vestigios del Llano. De ahí­ la urgencia de la Operación Fase Final o Fin de Fidel que movilizó a miles de soldados a la Sierra Maestra, y que culminó con el total fracaso y la tiraní­a con su espina dorsal rota.

La lección del 9 de abril sirvió para erradicar los errores de apreciación y de subvaloración de la capacidad que aún disponí­a el dictador Fulgencio Batista.

A partir de entonces serí­a una única dirección revolucionaria, liderada por Fidel Castro, como Comandante en Jefe, y otra la estrategia en la lucha clandestina en las ciudades. Como en otras ocasiones de nuestra Historia, el revés serí­a convertido en victoria.

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