Compendio de vegueros

Villa Clara antes de concluir el actual mes, considerado entre los óptimos para el cultivo de tabaco, se ubica en la avanzada del país.

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Vanguardia - Villa Clara - Cuba
A principios de diciembre Linner Marrero Turiño será uno de los vegueros villaclareños que iniciará la cosecha de la hoja plantada en octubre pasado. (Foto: Luis Machado Ordetx)
Luis Machado Ordetx
Luis Machado Ordetx
@MOrdetx
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20 Noviembre 2025

Una fortificación, como ninguna otra rama agropecuaria, se erige en los campos villaclareños desde octubre pasado cuando, en parajes remotos o aledaños a recintos poblacionales, comenzó la siembra de tabaco. Son reiteraras las fincas en las cuales el gentío se encarga de asegurar las labores de plantación en un cultivo que, con aseguramientos de insumos, incide gradualmente en el refuerzo económico del país.

Eso sitúa a la provincia, y casi 540 cosecheros que intervienen en la campaña, en la avanzada cubana entre los similares territorios que tienen al tabaco como un resorte agrícola.

El ajetreo de siembra avala las potencialidades productivas que augura Villa Clara en la actual contienda tabacalera. (Foto: Luis Machado Ordetx)

De las 1560 hectáreas contratadas por la Empresa de Acopio y Beneficio de Tabaco La Estrella en 12 de los municipios de la provincia —con excepción de Caibarién—, ya se computan siembras en un 28,8% de la superficie comprometida. Villa Clara constituye en la actualidad la que más planta en el país antes que termine noviembre, y en los primeros días diciembre, según estimados, comenzará la recolección de hojas, dijo a Vanguardia Antonio Subí Pérez, director general de la entidad. 

Durante la campaña anterior, con 1215 hectáreas plantadas, los rendimientos agrícolas llegaron a 1.08 t/ha, cifra no antes alcanzada, y ahora el volumen comprometido en el último indicador subirá y también la calidad de la hoja destinada a capas de exportación, así como los montos de ramas dirigidas a la cigarrería.

Manicaragua reverdece

Del total de siembra de la provincia, ascendente 1560 hectáreas —400 de tapado y 1160 de tecnología al sol—, en el sureño municipio de Manicaragua, otrora «Meca» del tabaco, persiste un despertar por consolidar los vegueríos.

Así lo confirmó días atrás Evidio Corcho Chaviano, director de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Potrero Grande, al declarar que 58 cosecheros, con una vasta experiencia dejada por la tradición del cultivo en ese territorio, contrataron180 ha. En la localidad disponen de las simientes necesarias para, de ser posible, rebasar esa cifra y conseguir volúmenes aproximados a 1.3t/ha de rendimiento agrícola.

Ese fue el parámetro que trazó la provincia, y según Corcho Chaviano, existen las garantías de insumos, voluntad de los cosecheros y bonanzas del clima, para fomentar vegueríos que corroboren ese compromiso, y dejar atrás el rendimiento de 1 t/ha obtenido en la contienda anterior cuando aquí plantaron unas 142 hectáreas.

Allí el cultivo tapado —con vagos recuerdos de tres décadas atrás cuando especialistas de Pinar del Río llegaron al municipio para iniciar por vez primera en Villa Clara plantaciones de esa tecnología—, resurge con fuerzas, y el camino queda expedito al reencuentro de aquellos tiempos.

Colosos del surco

En nuestra geografía veguera aparecen cosecheros de anjá que cualquier observador, por las áreas que cultivan o la calidad de las hojas que acopian para la exportación, podría definirse como colosos del surco.

En sus fincas crece el gentío productivo, con capacidad de empleo para habitantes de la comunidad, y también diversificación agropecuaria. Sin ánimos de comparaciones, entre unos u otros, en Tahón está Noel Rolando Benítez  Fernández, y en Falcón se distingue a Linner Marrero Turiño. Otros también pueden incluirse en la lista pero, entre los dos, con características propias de la identidad del campesino, abunda la grandeza humanista.

En la escogida Noel Rolando Benítez Fernández repasa la calidad de las hojas cosechadas en la pasada campaña. (Foto: Luis Machado Ordetx)

Benítez Fernández, en la finca La Veguita, inscrita en la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Rodolfo León Perlacia, en Remedios, plantará este año, junto a su progenitor, unas 140 hectáreas de tabaco. Dice que en el cultivo prefiere simientes de la variedad Criollo 2024 con la cual logró excelentes resultados en la campaña pasada.

Posturas listas para el surco en la finca La Veguita, de Tahón. (Foto: Luis Machado Ordetx)

Aunque las lluvias de principios de mes le atrasaron un poco la siembra, allí no se detienen las labores agropecuarias que van, desde plantaciones de cultivos varios hasta la crianza de reses lecheras,  ganado menor y aves de corral dedicadas a la producción de huevos. Todo tiene una finalidad: el autoabstecimiento de la finca y la comunidad.

En la contienda número 19, la actual, cultivará 56 ha en tabaco tapado y el resto al sol ensartado, y estima  rebasar el 87% de capas para la exportación agenciado en la pasada cosecha.  

En la finca La Puntilla, en Falcón, está Marrero Turiño,  asociado a la CCS Manuel Fajardo, sitio que confunde por igual el alma guajira de la serranía con el ambiente pueblerino de comunidad rural. Allí se erige uno de los semilleros más encumbrados de la provincia, y también un veguerío que emula por años en crecimientos sostenidos.  

Vista del semillero tradicional en La Puntilla, una garantía para la necesaria existencia de simientes en la provincia. (Foto: Luis Machado Ordetx)

Unas 105 ha plantará en la campaña—50 en el tapado y el resto al sol—, y como antes, tienen en la mira superar 2,07 t/ha que antes consiguieron en rendimiento agrícola, así como  el 70% de capas para la hechura de habanos de exportación.

Marrero Turiño, en su campaña número 13 en trajines vegueros, confía en que su misión está en construir y crear ambientes que fortalezcan la identidad y la capacidad humana  que ofrece crecimientos sin límites a todos por igual ante cualquier escenario productivo.

Es de los que cree, junto a los consejos de un equipo de trabajo que suma al más humilde de los hombres apegados al surco de su finca, que el secreto de todo éxito radica «en la vigilancia constante a los sembrados y que nada falte, desde la caricia del hombre, hasta nutrientes orgánicos o químicos, que reclama la tierra que lo vio nacer».

De Marrero Turiño, aferrado a la idiosincrasia de los ancestros campesinos, se distingue ese altruismo de talla extra que tiene la mirada puesta en los triunfos sostenidos por sus semejantes.

De Benítez Fernández y de Marrero Turiño, con los éxitos coronados por  campañas agrícolas, siempre habrá que escribir porque en ambos trasciende esas manos extendidas que comparten lo poco o lo mucho que tienen en defensa de sus comunidades guajiras. En ellos, como también en otros cubanos, habita aquello que aclaró Martí: «La sobriedad es la virtud. El que necesita poco es fácilmente honrado», y en esos valores creen como triunfo distinguido de hombres que, desde disímiles sitios, pujan por el bienestar colectivo y del país.

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