
No se aceptarán flores, el dinero de
ellas, dénmelo para comprar balas para
Fidel, dijo tajante la Madre.
(De «Quintín Pino Machado », del libro
Tiempos de Revolución)
Murió el sábado 30 de mayo a la edad de105 años. Había nacido en Báez, el 24 de septiembre de 1909. Tuvo cinco hijos: dos varones y tres hembras. Todos participaron en la lucha insurreccional contra Batista. Fue coordinadora del M-26-7 en la antigua provincia de Las Villas y madre del mártir Julio Pino Machado.
Se llamaba Margot de las Mercedes Machado Padrón. Su estatura era mediana, peros su valor inmenso. Si José Martí calificó a la santaclareña Carolina Rodríguez el Alma de Cuba, a Margot bien pudiera denominarse la Mariana villaclareña.
Al cumplir 90 años, Raúl, en tono cariñoso y amigable, le pidió cuidarse para que llegara a los 100: « ¡General, cumpliré su orden! »y tomó su deseo como un decreto militar.1
Estirpe mambisa
Nació rodeada de patriotas, y escuchando hablar con devoción y fervor de la historia de Cuba. Las luchas de independencia contra España le llegaron de bien cerca.
Hija mayor del matrimonio de Rafael Machado íguila y íngela Padrón López, tuvo siempre el ejemplo del padre, quien con 12años se incorporó a la manigua.
Con Fidel en los preparativos de la Campaña de Alfabetización. (Foto: Cortesía de Zoraida Maura)
Margot nunca olvidaría las conversaciones de su progenitor con otros mambises participantes de aquellos sucesos gloriosos. Tampoco, las enseñanzas de sus profesores: «Tuve buenos maestros », se preció de mencionar siempre. Fue la maestra Hortensia Otero quien le regaló siendo niña el libro Corazón. Diario de un niño, novela del italiano Edmundo de Amicis, y que se convertiría en una de sus lecturas favoritas.2
Martiana, fervorosa, abrazó el magisterio y se graduó en la Escuela Normal de Santa Clara, en 1927. Comenzó a impartir clases a niños de primaria en la finca Manigua, del entonces barrio santaclareño de Báez.
En 1928, la familia pasó a vivir en Santa Clara, y el 14 de marzo de 1931 se casó con el doctor Adriano Pino Pino, con quien tuviera cinco hijos: dos varones, ya fallecidos: Quintín y Julio, y tres hembras: Verena, Margarita y Bertica, la hija menor.
A costa de grandes sacrificios Margot continuó sus estudios en la Universidad de La Habana. En 1937, cumplió sus sueños y se graduó de doctora en Pedagogía. Por entonces, ya daba clases en Santa Clara y tenía vínculos con los niños pobres de la ciudad, lo cual le resultaría provechoso para entenderla realidad de la Cuba republicana.
De inspectora de escuelas a conspiradora
Si la Revolución del 68 no hubiera cambiado radicalmente la vida de la familia Maceo-Grajales, hoy no se conocería a Mariana, la leona madre de Antonio, José y de tantos héroes. Algo similar hubiera sucedido con Margot, quien por décadas se desempeñó como inspectora de escuelas en la antigua provincia de Las Villas y directora del colegio Lincoln, en la ciudad de Santa Clara.
Sin embargo, la lucha insurreccional contra Fulgencio Batista despertó el espíritu rebelde de Margot, quien llegó a convertirse, nada más y nada menos, que en coordinadora delM-26-7 en la antigua provincia de Las Villas. Su casa, en la calle San Miguel no. 70, entre Colón y Maceo, devino centro conspirativo por donde pasarían revolucionarios de la talla de Frank País, Vilma Espín, Haydée Santamaría y Melba Hernández, las heroínas del Moncada; Armando Hart y Faustino Pérez, entre tantos otros jóvenes valiosos.
Por entonces Margot tenía más de 40años y había quedado viuda. Nada hacía presagiar un cambio radical en su vida hasta que supo de las labores conspirativas de su hijo mayor: Quintín, quien fuera fundador delM-26-7 en Las Villas y fungiera como responsable de las Brigadas Juveniles.
La propia Margot, en la investigación inédita sobre su vida, de las doctoras en Pedagogía Zoraida Maura Romero y Mirta Teresita Carrazana Báez, cuenta su incorporación a la lucha cuando Quintín le confesara sus actividades revolucionarias, sentados ambos en uno de los bancos del parque Leoncio Vidal, de Santa Clara:
«Mamá, ¿tú te acuerdas del asalto al Moncada? Bueno, aquí se está gestando el Movimiento y en la casa nos hemos estado reuniendo. Han estado Haydée Santamaría y otros compañeros más.
«No tienes que esconderte más de mí, y de ahora en adelante cuenta conmigo para lo que yo pueda hacer ».3
Con Melba Hernández aprendió los primeros pasos en las labores conspirativas. Nadie podía imaginar que aquella respetable mujer recorría la provincia en actividades tan peligrosas.
A pedido de su hijo Quintín, a mediados de1956, se entrevista en La Habana con Antonio, í‘ico, López, quien luego fuera expedicionario del Granma y caería en el combate de Alegría de Pío: «un joven espléndido », confesaría Margot.4
Una tarde, antes del 10 de octubre del propio 1956, recibe en su hogar la visita de una joven de belleza singular. Era Vilma Espín, quien iba camino hacia Oriente. A Margot la impresionaron la distinción y el refinamiento de sus modales.
Poco a poco fue ganando en experiencia conspirativa. Conocer a Frank País fue un detonante en su vida. El 31 de octubre de 1956, llegó el joven santiaguero a su casa para coordinar lo que serían las acciones del 30 de noviembre, en apoyo al desembarco del Granma:
«Era una tarde lluviosa. Yo tenía casi cincuenta años y él, solo vientipico, pero lo veía como mi jefe. Acababa de regresar de México, de entrevistarse con Fidel. Me dio tres lecciones en menos de cinco minutos: “Guarda mi pasaporte, porque si me cogen aquí tardarán más en identificarme. Nada de taxi, pues deja huellas, prefiero ir a pieâ€, y refiriéndose a mi hija Bertica, a quien le había pedido le acompañase a casa de Hayde Leal, dijo: “Déjala vestida de alumna normalista de Kindergarten, pues así somos unos estudiantesâ€.
«Y como era de tez clara, muy blanco de piel, igual que Bertica, parecían dos hermanitos cuando se fueron de mi casa, tapados ambos con un periódico ».5
La Mariana del 26 y 27 de mayo de 1957
El 26 de mayo de 1957 fue uno de los días más tristes de la larga vida de Margot Machado. Ese día estaba en Cabaiguán, en labores conspirativas propias del M-26-7, cuando al regresar a Santa Clara, casi llegada la noche, se enteró de la noticia de la muerte de su hijo de 24 años, Julito, a quien le había explotado una bomba casera, en compañía de Agustín,Chiqui, Gómez-Lubián Urioste.
El dolor de madre fue inmenso. Desesperada marchó a la Casa de Socorros, ubicada en la calle Cuba, esquina a Nazareno, adonde habían llevado el cuerpo destrozado de Julio.
Como una leona herida, cuando supo que el cadáver estaba en el suelo, se acostó en el piso y retadora le dijo al policía: «Póngalo encima de mí, ese no es un perro, ¡es mi hijo! ».
Y al llegar el teniente coronel Cornelio Rojas, jefe de la Policía de Santa Clara, con valentía le espetó en su cara: «Esta es una madre que no llora y este es un cubano que cae y sabe por lo que lucha ».6
Al siguiente día, en la funeraria, Margot volvería a revivir el espíritu de Mariana Grajales, la madre de los cubanos, cuando retó a los esbirros de Batista, negados a que el pueblo acompañara hasta el cementerio local los cuerpos sin vida de los dos revolucionarios.
« ¿Qué hacemos, lo que ellos dicen o lo que tenemos que hacer nosotros? Aquello fue apoteósico. Enseguida la gente empezó a gritar: ¡Abajo Batista! ¡Viva Fidel Castro! [...]Yo no bajé las escaleras de la funeraria, los muchachos me cargaron. Abajo estaba Cornelio Rojas. Empecé a discutir con él: ¡Usted no puede impedir que entierre a mi hijo!
«Conmigo estaban los padres de los Santamaría Cuadrado: Benigno y Joaquina. Al verla negativa de Cornelio, me dijo Joaquina: ‘‘ ¡Vamos, chica!’’ Y empezamos a caminar, mientras los muchachos cantaban el himno nacional y la marcha del 26 de Julio. Ella me dijo: “Yo no pude enterrar a mi hijo, pero quiero ayudarte a enterrar el tuyo†».7
En el cementerio, rodeados de policías, la situación volvió a tornarse dramática. La multitud estaba enardecida y una masacre de los esbirros del tirano era un posible desenlace, que Margot debía evitar a toda costa, y lo hizo.
Y si Mariana Grajales, al ver el cuerpo exánime de Antonio, herido de gravedad en Mangos de Mejía, le había pedido a su hijo menor, Marcos, empinarse, que ya era hora de luchar por la libertad de Cuba, Margot se subió a una tumba, al lado del panteón donde se enterraba a su hijo, e hizo un llamado para impedir la tragedia inminente:
«El Movimiento 26 de Julio es un Movimiento organizado y disciplinado, y ustedes no pueden hacer ninguna actividad que no les haya sido ordenada, ustedes tienen que respetar y cuando llegue el momento, yo les aviso ».8
Años después, al recordar esos dramáticos momentos de su vida, en que se erigió en madre protectora de todos aquellos jóvenes, Margot afirmó:
«No quiero que piensen que soy una persona insensible, que soy una madre que no siente, no es verdad, tengo mucho dolor en mi alma desde que mi hijo murió. Pero me tengo que sobreponer a eso, porque encima del amor de una madre a un hijo está el amor a la Patria y él murió por la Patria ».9
Exilio y labor revolucionaria después de 1959
Con posterioridad, Margot continuó sus labores conspirativas. Su hijo Quintín cayó preso y fue enviado al Presidio Modelo de la Isla de Pinos; Verena fue capturada por el asesino Orlando Piedra, mientras su hija menor, Bertica, lograba pasar al territorio rebelde liberado del Escambray. En tanto, Margarita, desde la clandestinidad, combatía al tirano.
Llegó un momento en que su vida peligraba tanto, que la Dirección Nacional del M-26-7 en el llano decidió autorizarla a salir del país. A mediados de 1958, partió hacia Guatemala y tras una corta estancia en ese país centroamericano, y otra también breve en Honduras, se radicó en Venezuela. Allí llegó a formar parte de la dirección del26 de Julio, hasta regresar a Cuba en los primeros días de enero de 1959.
De su labor revolucionaria en el exilio venezolano son estos dos fragmentos de una alocución radial suya, leída el 12 de octubre de 1958:
«Cuba se ve hoy quebrantada por un gobierno anticubano, opuesto a la libertad y al decoro anhelado desde el momento mismo que tuvo conciencia de su derecho a constituirse en nación libre y soberana.
«Cubanas, hermanos que me escuchan en el suelo amado, sintámonos unidos en la fuerza de nuestra verdad, en el dolor del hijo muerto, del hijo encarcelado, del perseguido. Nuestro dolor es el precio que pagamos ante el reclamo de la patria, el derecho a vivir en una república democrática ».10
En 1959 se desempeñó como subsecretaria técnica del Ministerio de Educación. Trabajó de manera activa en la Campaña de Alfabetización y, durante años, en el Ministerio de Relaciones Internacionales. En la década de los 60 colaboró con la Dirección Nacional de la FMC. A partir de 1976 pasó a laborar en el Comité Central del Partido y luego en el Instituto Cubano del Libro.
Mientras pudo, y la salud se lo permitió, ese roble centenario de la Patria, la Mariana de los villaclareños, vino a Santa Clara cada26 de mayo a rendirle tributo a su hijo Julio y a Chiqui Gómez.
¡Madre!
Margot Machado sembró mucho amor y fue muy admirada por muchachos que la veían como una madre. Frank País, al abrazarla en Santiago de Cuba, en los primeros días de julio de 1957, para darle el pésame por la muerte de Julito, la comparó con doña Rosario y le dijo: «Mamá estuvo tan valiente con la muerte de Josué como usted con la muerte de Julio ».11
En aras de resaltar a esta admirable mujer, conviene poner en letras del propio Frank País la siguiente valoración de lo que representaba Margot para él, cuyo nombre de guerra era Mercedes, su segundo patronímico.
Escribió Frank: «Hoy he tenido uno de los días más agradables de estas últimas semanas porque he podido compartir una hora con Mercedes y su hija. Cada vez que las veo crece mi admiración por ellas y un aliento nuevo, una fuerza nueva, me hace crecer las mías, pensando en el valor incalculable que representa para nosotros tener compañeras como ellas ».12
Ante la reciente pérdida física de la Mariana villaclareña, resulta igualmente necesario citar a la propia Margot, cuando al resumir el sentido de su lucha escribió en 1999: «Creo que no he tenido divisas en mi vida, pero de existir serían: seriedad, receptividad, justicia y bondad en todo momento crucial de la existencia ».13
Y como José Martí que pidió poner en la tumba de Mariana Maceo una sola palabra,el pueblo de Villa Clara, que la tendrá en los próximos meses entre los suyos, debiera poner sobre la suya ese mismo, único e insustituible sustantivo: ¡Madre!
REFERENCIAS
1 Mercedes Rodríguez García. «El deseo de Raúl es una orden para Margot », Vanguardia, 25 septiembre de1999, p. 8.
2 Zoraida Maura Romero y Mirta Teresita Carrazana Báez. «Margot: una mujer, un siglo y un entorno », p. 17. (Investigación inédita).
3 Ibídem, p. 70.
4 Ibídem, p. 72.
5 Ibídem, pp. 75-76.
6 Ibídem, p. 99.
7 Ibídem, p. 10.
8 Ibídem, p. 104.
9 Ibídem, p. 106.
10 Ibídem, p. 43.
11 Ibídem, p. 113.
12 Ibídem, p. 114.
13 Ibídem, p. 147.