
María Damasa Jova Baró y Cándida Vizcaíno Contreras se unen en el tiempo. Ambas nacieron en Ranchuelo, con 73 años de diferencia. Pero no es la única coincidencia. Tal parece que la primera le dejó en herencia a la segunda la candidez de su carácter.
De lo contrario los alumnos de Cándida no la compararan en la actualidad con quien lleva el nombre de la escuela donde trabaja. «Ellas se parecen mucho, hasta físicamente, aunque es en su manera de enseñarnos las cosas donde más se asemejan », comenta Luis Mario Anoceto Pedroso, matriculado en 5 º grado, en el aula de Cándida.
Cándida Vizcaíno Contreras, posee 36 años de experiencia en el magisterio y considera que la educación debe ir a la par de la instrucción. (Foto: Manuel de Feria)
Él, junto a Ailin Area Santana, Ana Karla Gómez Espinosa, Alberto Mena Moreno y Gabriela Fernández Canto son los que más conocen sobre la biografía de la pedagoga y poetisa María Damasa, quien laboró en el mismo plantel de Cándida, ubicado entre las calles Villuendas y Pastora, en la ciudad de Santa Clara.
Dianelis Bombino Fernández, la bibliotecaria de la escuela durante los últimos 16 cursos, se encarga de impartir conferencias y talleres sobre la vida y obra de la mujer negra que se entregó en cuerpo y alma al magisterio, favoreciendo siempre a los niños más pobres.
Dianelis Bombino Fernández, la actual bibliotecaria de la escuela que lleva el nombre de María Damasa Jova Baró, se encarga de transmitirle a los estudiantes los valores de la excelsa maestra. (Foto: Manuel de Feria)
«Cuentan prosigue Luis Mario que a los que se portaban bien en las clases, ella se los llevaba para su casa y les daba de comer ».
«También, con su salario, compró una imprenta para que los alumnos hicieran la revista Ninfas dedicada a ellos, y Umbrales destinada a los adultos », agrega Ana Karla.
Gabriela habla con fluidez de los derechos que defendía la excelsa maestra. «Se pronunció en contra del racismo y la discriminación a la mujer. En una oportunidad ganó un premio internacional y no pudo ir a cobrarlo por ser mujer y negra », explica la niña.
Para ellos los maestros de hoy son muy buenos. Sobre todo Cándida, la que con modestia opina sobre la comparación que hacen entre ella y la educadora que le da nombre a la escuela.
«Me siento emocionada. Trabajo todos los días. No para que me destaquen por méritos, ni se me reconozca. Me gusta educar porque cuando la persona está bien educada ella misma puede seguir desarrollándose. Incluso Fidel lo dijo una vez, que al pueblo se le enseñó a leer y a escribir durante la Campaña de Alfabetización pero de ahí en lo adelante el hombre podía crearse sus propios juicios ».
Esta educadora cuenta con 36 años de experiencia en su haber. Cumplió misión internacionalista en Nicaragua, durante 1983 y las únicas ausencias que acumula se deben al certificado médico que presentó durante la licencia de maternidad de su hija Yanelis. Le apasiona enseñar la Historia de Cuba y al respecto dice:
«No es repetir el contenido por repetirlo, porque la Historia de Cuba todo el mundo se la sabe. Hay que saber hacérsela llegar a los alumnos, y ver que por ejemplo el Che, que murió luchando por la libertad de los pueblos pobres, fue un niño igual a ellos, que le gustaba el juego, tenía amigos. »
María Damasa Jova Baró, nació el 11 de diciembre de 1890 en el municipio villaclareño de Ranchuelo. (Foto: Cortesía del Museo Provincial de Historia)
Referente al ejemplo de María Damasa dice que la mejor manera de enseñar cómo era, es ser como era ella. «Venir todos los días a impartir clases, llegar siempre temprano y que sobre todo el muchacho te vea como ejemplo ».
Cándida debate los artículos del periódico Vanguardia con sus alumnos, porque a su entender se debe llevar el acontecer diario al aula. Es graduada de enseñanza Primaria e hizo la Licenciatura en esta especialidad en el curso por dirigido, cuando ya trabajaba. Cumplió el servicio social en Las Tunas, con apenas 16 años. Actualmente vive en el reparto América Latina, bien distante de la «María Damasa Jova Baró », pero viene a pie y llega corriendo. «Antes de que suene el timbre », afirma sonriente.
No en balde existe la comparación de los alumnos con las dos pedagogas. Vale referir las palabras de la propia María Damasa respecto su decisión de ser maestra para entenderlo mejor: «Significa una vocación apasionada por la enseñanza, una entrega sin reservas a la niñez. Nada, absolutamente nada hace vibrar con mayor intensidad la fibra de mi alma que sentirme maestra, que es el compendio de todos los sacrificios, piedra angular de la nacionalidad ».
María Damasa Jova Baró fue una de las tantas villaclareñas que han constituido el alma de la educación por su gran amor a los educandos y sus deseos de enseñar. Maestra, poetisa, creadora, una trilogía de condiciones que se complementan estrechamente para unirse a una sola: dar gigantesca actitud de forjador.
Murió joven, a los 50 años. Pasados 67 años de su fallecimiento, el 11 de febrero de 1940, su luz se prolonga en maestras como Cándida Vizcaíno Contreras.
La imagen muestra a la consagrada maestra María Damasa Jova Baró junto a un grupo de alumnos de la escuela No 10 de Santa Clara, fue tomada en enero de 1940, un mes antes del fallecimiento de la pedagoga. (Fotocopia: Manuel de Feria)