El 30 de Septiembre no es quizás una de esas fechas que el pueblo cubano recuerda desde sus días escolares; no es tampoco de las efemérides que salen en la esquinita superior de la contraportada del periódico Granma, ni en el espacio Este Día de nuestra televisión, excepto por cumplirse aniversario de la muerte de Rafael Trejo.
Pero los que busquen un poco en sus memorias, tal vez encuentren, entre otros acontecimientos, que el 30 de septiembre de 1959 se coordinó el traspaso de lo que era el antiguo y rústico hotelito Elguea al Estado cubano, para convertirlo en una de las primeras obras de salud emprendidas por la naciente Revolución.
Para los corralillenses y muy especialmente para el colectivo de trabajadores del Hotel Elguea, es y será siempre mucho más que eso, porque fue exactamente la fecha en que Fidel hiciera su primera visita a este municipio, a solo nueve meses del triunfo de la Revolución, acompañado de Camilo, Raúl y otros comandantes, preocupados desde los primeros momentos por las obras sociales que se habían prometido en el Programa del Moncada.
Aquella tarde otoñal, cuando los últimos rayos del sol se deslizaban por el occidente, dos helicópteros militares descendían entre las rústicas construcciones de Elguea. Este era un lugar conocido ya desde finales del siglo XIX por las cualidades curativas de sus fangos y aguas termo-medicinales, a través de viejas leyendas de esclavos.
Sus propietarios de entonces, la familia Elguea, y los pocos huéspedes y trabajadores de Las Salinas, como inicialmente se denominaban aquellos parajes, no salían de su asombro al ver descender de las naves aéreas al Comandante Fidel Castro, a su hermano Raúl, William Gálvez, Filiberto Olivera, y cerrando la comitiva, con su negra barba y sombrero tejano, al inolvidable Comandante Camilo Cienfuegos. Este hecho, histórico por sí mismo, lo sería mucho más si tenemos en cuenta que sólo 28 días después se produciría la trágica desaparición física del Héroe de Yaguajay.
La visita marcó la fecha en que el Balneario Elguea pasó a manos del pueblo; fue el momento en que Fidel, Camilo y sus acompañantes pactaron con la familia Elguea Linares la adquisición de aquel lugar por un precio razonable, convencidos de lo que un centro con estas características podría representar en un futuro no muy lejano para la rehabilitación, descanso y salud de la población.
En 1989, al cumplirse el 30 Aniversario de aquel histórico acontecimiento, coincidentemente también con el XX Aniversario de la ampliación y del nuevo hotel, el ya desaparecido General de Brigada Filiberto Olivera Moya, invitado especialmente por la dirección de la entidad a dichos actos, relataba anécdotas de aquella visita:
«...en uno de los helicópteros viajábamos Camilo, Raúl y yo, en el otro lo hacían Fidel y William, con sus respectivos pilotos y escoltas. Después de la entrevista con la familia Elguea y concertados los acuerdos, cenamos. Ya entrada la noche, Camilo mostró interés en volar hasta Varadero, pero lo persuadimos debido a lo riesgoso del viaje a esa hora, por lo que hicimos noche en el hotelito y al siguiente día partimos. Sin embargo, inesperadamente nuestro helicóptero debió aterrizar en plena calle del poblado de Cascajal para reabastecerse de combustible en una gasolinera; imagínense si hubiese ocurrido de noche ».
A su regreso a la capital, Olivera recuerda que Fidel lo mandó a buscar enseguida para encargarle la responsabilidad de dirigir los proyectos y la posterior construcción de las primeras obras:
«...viajamos con algunos especialistas a varios países de Europa para tomar experiencias sobre el termalismo, los tipos de instalaciones más adecuadas y todo lo que requería el proyecto. Inicialmente se pensó en construir un hospital, pero después se determinó que fuera un balneario de salud. Fue así que en 1960 se inició la construcción de las primeras 33 cabañas, el acueducto, las vías de acceso, así como las piscinas y pocetas termales en sustitución de las rústicas que allí existían... »
Posteriormente, en 1979, se unió a este conjunto un moderno hotel con 106 habitaciones y todos los requerimientos para el turismo de salud, pues ya resultaban insuficientes y anticuadas las primeras edificaciones, haciendo posible que millares de personas de todos los rincones del país lo visitaran cada año.
Después se acometió una nueva inversión que hizo más confortable al centro, dotándolo de mayores facilidades y en especial, de una moderna Unidad Médica acorde a las exigencias y recomendaciones de especialistas nacionales y extranjeros, lo que posibilitó extender también estos servicios al turismo internacional de salud.
No puede excluirse la posibilidad real de que si Ciudad Libertad fue la primera gran obra de la educación revolucionaria cubana, también Elguea pudiera contarse dentro de las pioneras de las obras de salud en este país, lo que para este municipio representará siempre un altísimo honor, al conocer que nuestros principales dirigentes le hayan dado su atención personal, con esa visión de futuro en tan temprana fecha, tal como expresara el Capitán Antonio Núñez Jiménez en una de sus visitas al centro, cuando observaba las fotos de aquel momento histórico.
Con el Hotel Elguea guardamos un recuerdo de Fidel y su estancia en Corralillo, la primera de las múltiples que hizo al poblado.