Mayli Estévez Pérez
Mayli Estévez Pérez
@mestevezp
1735
31 Julio 2016

La tradición de llevar la antorcha olí­mpica desde la ciudad griega de Olimpia hasta la sede de los Juegos comenzó en Berlí­n 1936. La idea fue de un profesor alemán llamado Carl Diem. Pero la llama ha tenido sus interioridades de versión en versión de los Juegos. El encendido del pebetero otro tanto; hablemos del fuego.

¿Sabí­a que para portar la antorcha olí­mpica solo es necesario tener más de 14 años y poder recorrer 400 metros?

El recorrido hasta ahora más extraño sucedió en Sydney 2000. En esa ocasión, gracias a un dispositivo especial, el fuego viajó sumergido por la Gran Barrera de Coral la mayor del mundo al noroeste de Australia. Debió ser un espectáculo para la vista, ¿verdad?

Tampoco esta ceremonia ha estado exenta de simbolismos polí­ticos. En Tokio 64, el último relevo lo hizo un chico de 19 años. Él habí­a nacido en Hiroshima, el mismo dí­a que Estados Unidos lanzó la bomba atómica. Todo un recordatorio.

En Montreal 76 se realizó por primera vez un último relevo de la antorcha formado por una pareja: una francófona y una de habla inglesa. Ellas encendieron el pebetero en señal de la unión canadiense. La llama, además, solo habí­a recorrido 230 kilómetros a pie, porque el encendido en Olimpia se produjo a cuatro dí­as del inicio. En Grecia las partí­culas de fuego de la antorcha se convirtieron en electricidad y se enviaron ví­a satélite a Ottawa. Allí­ se recibieron y se reconvirtieron en fuego.

Aquí­ también el pebetero fue encendido por un desconocido: un empleado del estadio, que con su fosforera reavivó el fuego después de que una tempestad apagase la llama original. ¡Menos mal que el señor fumaba!

Y continuando con los sí­mbolos, en los Juegos de Seúl 88 el último relevo lo hizo Sohn Kee-Chung, vencedor de la maratón en 1936. Este coreano habí­a sido obligado en aquella época a representar a Japón, que por entonces invadí­a a Corea.

Y disculpe si le destruyo un mito. Cuando se hable del encendido de pebeteros espectaculares, usted de inmediato pensará en Barcelona 92. Un arquero dispara una flecha en llamas hacia el pebetero y este se enciende. Vaya, eso creí­mos millones de personas. Resulta que la flecha pasó por arriba y salió del estadio, al tiempo que alguien encendí­a el pebetero en forma directa. Según dicen, así­ estaba planificado.

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