Los poetas tienen cien veces mejor sentido que los filósofos. Buscando la belleza encuentran más verdad que ellos.
Joseph Joubert
No me atrevería jamás a lanzarle dardos a la poesía, a ejercer crítica sobre otros versos que no sean los míos o a desecharla y no leerla. Escritor, poeta impredecible, diario para convertir la semana en un septeto de domingos, se me presenta el joven remediano Manuel Eduardo Jiménez Mendoza.
Su lira juvenil trae el encanto de la Octava Villa; Eduardo es otro hijo de este pueblo «unido por el agua », el mismo de Luis Manuel Pérez Boitel y los poetas de la mítica ciudad.
Desde niño cuenta sintió afinidad por la lectura, pero fue cerca de sus 11 años, mientras leía «los libros que casi todo niño lee: Corazón, El Principito, los Versos sencillos de Martí… », cuando su interés se volvió mayor. Sin embargo, al llegar el momento de tomar decisiones referidas a su vida profesional, Eduardo apostó por otra de sus pasiones: la biología.
«Junto a mi apego por las letras se encuentra también mi amor hacia las ciencias biológicas. Esto comenzó en mi etapa de secundaria, con una profesora que tuve. Hoy estudio Licenciatura en Educación, en la especialidad de Biología (si volviera a nacer estudiaría lo mismo), pero uno siempre trae algo más incorporado de otras ramas del saber. Aparentemente, la literatura, y en especial la poesía, es todo lo contrario a las ciencias naturales ».
El multilaureado Boitel, en su peña literaria Unidos por el Agua, abrió las puertas a este joven talento local, quien confiesa: «El grupo me ayudó, entre otras cosas, a descubrir la fantasía de la poesía, la manera de emplear palabras no tan cotidianas en poemas cotidianos. A decir verdad, este taller me impulsó a pensar en ella como una forma de vida, como una rutina en la que me preocupo por lo que deseo escribir ».
Al preguntarle cuáles eran sus referentes literarios, Eduardo aseguró que no alcanzaría el periódico si se pone a hablar de ello. «Leo cuanta hoja tenga delante, pero siempre los lectores tienen una afinidad por cierto autor. En mi caso es sencillo, la poesía es lo que más me gusta de todo, pero me atrevo a decir que la narrativa la busco por pura curiosidad y por necesidad espiritual. Mis referentes literarios serían los clásicos como Ezra Pound, Verlaine, Rilke, Lezama Lima, entre otros. íšltimamente, la cubana ha despertado en mí un suspiro que no conocía y me estoy empapando en los libros de Fina García, Lina de Feria y los poetas de aquí de Villa Clara, que me han permitido encontrar en ellos la necesidad de escribir. He comprobado la verdad de un eslogan que ha colmado las redes: la poesía salva ».

El joven escritor ha participado en concursos nacionales e internacionales, y este año ya fue premiado en el Primer Concurso Internacional de Cuento Guillermo Vidal 2021 (Miami, Estados Unidos), con su obra «Verónica vence el miedo », y obtuvo mención en el concurso Premio Amor Varadero 2021 (Cuba), con «Poema donde le digo a Dulma que he visto pasar la vida por su mano ».
Y aunque muchos consideran que estos logros son un buen empujón para seguir escribiendo, Eduardo cree que los lauros no dicen en verdad todo lo bueno que esconden los literatos, pues «miles pasaron por la vida sin ganar un premio y hoy son de lo mejor que conocemos. En sí, estos reconocimientos nos ayudan y determinan a crear, pero todo escritor, así sea joven, no puede ver en eso la única motivación. Prefiero pensar en la obra publicada ».
La poesía y la literatura en general sufren una especie de olvido que ni los más adeptos podemos ignorar. Hace años que escribir dejó de ser un reto y se convirtió en una virtud que pocos valientes se atreven a ejercer. Hay que saber amarrar los versos a la pata de la cama para no desistir, para que sean estos quienes permitan al hombre reposar, esplendoroso y vivo. Cada vez es más difícil crear en un mundo donde menos quieren leer, y Eduardo lo sabe.
Tiene algo de especial esto de volver al sitio,
es como si los poemas tuvieran un punto y final
pero alcanzarán a escribirse.
«Pocos se acercan a la lectura por estos tiempos, y por eso creo que cuando uno escribe tiene que pensar en quienes te leen, en el lector que te acoge como mismo yo acojo a mis escritores en mis lecturas diarias. Enfrentarlo es necesario; todo poeta, narrador, etcétera, tiene la obligación de encarar la época en que vive e inspirarse en los sucesos que transcienden para dejar los textos. En eso me inspiro. Mis poemas y algunos cuentos que se encuentran inéditos tratan los temas más sublimes; la pobreza material y espiritual, las miserias humanas, la decadencia en valores, el aborto en la adolescencia, la muerte, entre otros ».
Eduardo habla sobre sus manías para escribir y cuasi valiente reconoce que no le gusta la música. En mi corta carrera periodística es la primera vez que no considero disparate al disparate, me nace una sonrisa y comprendo al impredecible autor.
«Muchas manías, la principal, a la hora de leer es oler el libro (después me da alergia) y hojearlo. Para crear tengo que apagar todo lo que a música se parezca, sé que es algo raro en un joven. Mi sitio es la calle y mi cuarto. Siempre ando con un lápiz en la mochila y alguna hoja o el celular, y cuando me viene algo a la cabeza, lo anoto para después hacer algún poema. Necesito dos cosas: primero, tranquilidad, que si mi sobrina se encuentra en casa, eso no existe (ríe), y, segundo, café ».
Eduardo se mantiene creando todo el tiempo. Ahora mismo está trabajando en un cuaderno de haikus y otro poemario. A pesar de ello, revela como su proyecto fundamental: «Graduarme de profesor de Biología y hacer lo que me gusta: leer, escribir, dar clases ».
Escritor al fin, prefiere no encerrarse en ninguna palabra, no clasificarse; así de libres son los poetas. Eduardo tiene muy claro lo que quiere y al culminar la entrevista señaló: «Detesto escuchar que la juventud está perdida, siempre me pregunto cuando lo escucho: ¿quién educó a los jóvenes de hoy? ».
Si su obra no bastara para entender a plenitud sus inquietudes, esto último sería el primer epitafio de un inconformista, un creador, otro impredecible poeta villaclareño.