José Antonio Fulgueiras lanza crónicas de 90 millas

Vanguar­dia conversó, en exclusiva, con José Antonio Fulgueiras Domínguez, perio­dista y escritor villaclareño recién reconocido con el  Premio Nacional de Periodismo José Martí.

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José Antonio Fulgueiras, Premio Nacional de Periodismo José Martí.
José Antonio Fulgueiras. (Foto: Ramón Barreras Valdés)
Victoria Beatriz Fernández Herrera
Victoria Beatriz Fernández Herrera
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07 Marzo 2023

Para narrar la vida de José Antonio Ful­gueiras Domínguez necesitaría las ocho páginas de este periódico. No obstante, us­ted, lector, merece conocer, ¡al menos!, la epidermis del hombre sencillo y jocoso que saluda a cuantos lo conocen en la calle.

A riesgo de equivocarme con los térmi­nos deportivos y en pos de abarcar dema­siada información en pocas palabras, de­cidí lanzar algunas «bolas rápidas» sobre este periodista enorme, cronista, escritor y poeta, orgullo de la prensa villaclareña, y ejemplo para muchos noveles y expertos de la profesión.

Machete, el Muerto, el Fulgue —algu­nos de sus tantos apodos— habla enreda­do y cuenta sus vivencias como si escri­biese cuentos. De Macún, a un kilómetro de Sagua la Grande, todavía conserva esa guapería sagüera y el fanatismo por el béis­bol. Ha publicado 27 libros, casi todos de­dicados a la crónica, «mi lanzamiento de 90 millas», según sus propias palabras.

José Antonio Fulgueiras en la UPEC de Villa Clara recibe la noticia del Premio Nacional de Periodismo.
Al recibir la distinción, José Antonio Fulgueiras dijo sentirse muy emocionado y agradecido, e insistió en su intención de escribir mientras sus aptitudes lo permitan. (Foto: Ramón Barreras Valdés)

Vanguardia es su eterna casa, y sus ojos se inundan cuando habla de aquella prime­ra vez. Desde el humor, atrae a la audiencia; una frase graciosa o una historia ocurrente provocan carcajadas entre los que atienden su conversación ágil e imprevisible. Evita los temas encumbrados o las formas sofistica­das del lenguaje; escucha a los lectores, al pueblo; camina y siente.

Obtuvo la Réplica del Machete de Máxi­mo Gómez, que entregan las Fuerzas Ar­madas Revolucionarias (FAR) a personali­dades destacadas de la cultura en Cuba; las medallas Combatiente Internacionalista y Mártires de Barbados; es Hijo Ilustre de Sagua la Grande e Hijo Adoptivo de Que­mado de Güines, y, recientemente, durante las celebraciones por las seis décadas de la Editora Vanguardia, el Consejo de Gobier­no Provincial de Villa Clara le concedió la condición de Personalidad Distinguida. ¡Tantos reconocimientos y méritos profe­sionales, y el Fulgue no se pon­cha!

Para esta entrevista, conversa­mos en la pequeña oficina donde escribe para la agencia interna­cional Prensa Latina. Mientras me explica su trayectoria con pe­los y señales, recuerdo que Ful­gueiras estuvo el día en que elegí esta profesión.

—¿Cuándo conectaste tu primera bola en el periodis­mo?

—Al concluir mi servicio en la Marina de Guerra Revoluciona­ria, regresé a Sagua la Grande y trabajé en la Empresa Telefónica 13 de Marzo durante un tiempo. Aquella profesión me disgustaba, pero aprovechaba las guardias nocturnas para leer y escribir poesías.

«Un día me propusieron el puesto de corresponsal volun­tario de la empresa y dije: “Sí”. Ifraín Sacerio Guardado me en­señó todo lo que sé de periodis­mo, y se convirtió en mi padre, mentor y compañero de aventu­ras. Vanguardia publicó mi pri­mer escrito, una entrevista al pintor sagüe­ro Wifredo Lam.

«Aquella mañana, mientras desayunaba en Sírvase Usted —una antigua cafetería del municipio—, vi a un grupo de personas reunidas en el parque. Cuando me acer­qué, me dijeron: “Ese es Wilfredo Lam”. Con un mocho de lápiz en la mano, le sol­té que quería entrevistarlo. Me miró y, con una sonrisa, me preguntó: “Cronista local, ¿eh?”. Muchos creen que lo invento, pero, la noche anterior a mi encuentro con Lam, yo soñé que lo entrevistaba.

«En el segundo trabajo, escribí sobre una gran inundación que afectó El Santo, en el municipio de Encrucijada, y narré el rescate de una niña, casi ahogada, por par­te de uno de los guardias. Después de esa crónica, Pedro Hernández Soto, entonces director de Vanguardia, me llamó para ofrecerme un puesto de periodista. Al otro día llegué con una maleta de madera, de esas que se utilizaban para las escuelas al campo, y me quedé».

—¿Qué recuerdas sobre los pri­meros años?

 —Al principio escribí mucho sobre la zafra, y, con el tiempo, me adentré en el pe­riodismo deportivo, que me atraía más que cualquier otro tema. No obstante, las me­jores historias se vinculan a la arista crítica de mi carrera.

«Una vez me referí a que la escultura dedicada al burro Perico parecía, en lugar de un burro, un conejo; otra, dije que los árbitros ganaban más que el cirujano en­cargado de un trasplante de corazón y, sin embargo, eran altamente ineficientes. Soy el único periodista al que han “bota’o” de un estadio de béisbol. (Risas)

«El trabajo lo compaginé con el estudio; primero, terminé la Facultad Obrero-Cam­pesina y, después, la carrera de Licenciatu­ra en Periodismo, en la Universidad de La Habana, en el Curso para Trabajadores. A la capital iba y regresaba en moto, o dormía en las terminales de ómnibus, expuesto al sol, sereno, frío y lluvia; pero cumplí».

 —¿Y la experiencia como corres­ponsal de guerra?

—Mi iniciación fue en la República Po­pular de Angola, en Luena, la Ciudad de los Morteros, a la que llamaban así por los morterazos enemigos. Durante la guerra hice crónicas desgarradoras, algunas las in­cluí en mi libro El hombre por dentro y otras ni siquiera me atreví a tocarlas.

José Antonio Fulgueiras durante su etapa como corresponsal de guerra en Angola.
José Antonio Fulgueiras durante su etapa como corresponsal de guerra en Angola. (Foto: Cortesía del entrevistado)

«Conocí a jóvenes del Servicio Mili­tar General, casi niños, que recibieron la Medalla al valor Calixto García, y escribí “Cuánto vale el fulgor de esta medalla”, sobre la importancia de valorar a los más nuevos, acompañarlos y reconocer su gran­deza.

 «También dediqué una crónica a Juan Bacallao Padrón, mi compañero en el gru­po de corresponsales militares de la Acade­mia Superior de Guerra Máximo Gómez, caído heroicamente mientras ayudaba a combatir al enemigo. Mi carácter se endu­reció, vi cosas muy duras».

—Entre tus libros publicados, ¿al­guno posee especial significación?

—Los libros se quieren como los hijos. Todos adquieren significados y recuerdos diferentes. El hombre por dentro es mi pri­mera obra, Con el santo claro ganó el Pre­mio Fundación de la Ciudad de Santa Clara en crónica, El nombre de mis ideas relata la vida del combatiente Víctor Bordón Ma­chado y sus peripecias durante la lucha en el Escambray villaclareño, y Los hombres de negro es el primer volumen sobre los árbi­tros de béisbol cubanos. Tal vez pura coin­cidencia lo dediqué a los niños y jóvenes, y La Colmenita lo utilizó en una de sus pre­sentaciones. Héroes de la amistad lo escribí en Venezuela, en homenaje a los cubanos internacionalistas, y así, pudiera resaltar lo particular de los 27. No obstante, creo que el más gustado es Periodista de provincia.

—¿En algún momento consideras­te la posibilidad de vincularte con el periodismo radial o televisivo?

—¡No!, porque yo hablo en letra de mol­de. (Risas). Siempre he considerado impor­tantísimo observar a los estudiantes de la carrera, analizarlos y guiarlos, desde la aca­demia, hacia el medio más afín a sus aptitu­des. Periodistas todoterrenos existen pocos.

«Yo hablo rápido, confundo las palabras, me apresuro demasiado para responder; por ello hubiese fracasado en la radio o la televisión. Desde el principio supe que lo mío era la prensa escrita».

 —¿Esperabas recibir el Premio Nacional de Periodismo José Martí?

—Sin falsa modestia, cuando vi la lista de candidatos para el Premio Nacional de Periodismo José Martí, pensé que no tenía chance. Todos los nominados lo merecen, son monstruos del ejercicio reporteril en Cuba; por eso me emocioné mucho aquella tarde.

—¿Qué depara el futuro?

—Seguir escribiendo.

José Antonio Fulgueiras.
(Foto: Ramón Barreras Valdés)

En la academia nos enseñan que las en­trevistas deben reflejar la personalidad del entrevistado. Esta también evidencia cuán­ta admiración y amor siente Vanguardia por uno de sus mejores hijos. ¡Machete to­davía promete jonrones!

A veces soy un disparo
entre presente y futuro.
A veces soy verde oscuro
y a veces soy verde claro.
A veces busco un amparo
si desamparado estoy.
A veces voy o no voy
a buscar las mariposas.
Y a veces soy tantas cosas
Que a veces no sé quién soy.*

*Décima incluida en el libro Tal vez pura coincidencia.

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