Camilo vivo

Comandante del Pueblo, Señor de la Vanguardia, «el más brillante de todos los guerrilleros», al decir del Che.

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Comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán.
Camilo, crisol de los ideales más puros de la juventud: coraje, honestidad, solidaridad, alegría de vivir, patriotismo, humanismo, fidelidad… (Foto: Tomada de Internet)
Mercedes Rodríguez García
Mercedes Rodrí­guez Garcí­a
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27 Octubre 2018

El 28 de octubre de 1959, Cuba entera lloró su desaparición en las aguas perturbadas del Caribe, o entre ese laberinto en el que el mar y la tierra arman un tejido de canales e islotes, o en la tierra misma húmeda y neblinosa,   en vuelo agitado y temerario de Camagí¼ey a La Habana.

Camilo Cienfuegos en Yaguajay.
En Yaguajay, Camilo exige firmemente la rendición de los sitiados. (Foto: Perfecto Romero)

Y mira que se le buscó. ¡Cien mil millas! De dí­a y de noche, de norte a sur, de este a oeste. De Sagua la Grande a Remedios, desde Zaza del Medio hasta la parte cenagosa de la costa opuesta, cuadrí­cula a cuadrí­cula trazadas en un mapa y a veces sin cuadrí­culas siguiendo augurios y corazonadas. Desde el aire, rasando peligrosamente el firme, la cresta de las olas; o sobre ellas, surcando la vastedad en embarcaciones pesqueras; o a puras zancadas y cayado auxiliador, campesinos y cruzrojistas movilizados.

Y siempre la esperanza de volver a verle la sonrisa: blanca, limpia, pura. Y siempre la desazón del «lo perdimos » cuando más falta nos hací­an su denuedo, su bizarrí­a, su incuestionable lealtad a Fidel y a la Patria, que siempre ha sido lo mismo que decir Revolución, que hacer Revolución, que creer en la Revolución.

Fidel Castro Ruz con los padres de Camilo Cienfuegos.
No perdamos la fe, dice Fidel a los padres de Camilo antes de partir hacia Camagí¼ey tan pronto rompió el dí­a, refiere el pie de foto del periódico Revolución del martes 8 de noviembre de 1959, acreditada a Jesse Fernández.

¡Ah, qué hijo de españoles tan cubano ese Camilo! El de la Columna 2 Antonio Maceo, rumbo a occidente, a través de cientos de kilómetros, 48 dí­as a campo traviesa, 92 rebeldes de los más fogueados, acechados por el ejército y la aviación enemigos.

 

Camilo Cienfuegos con un niño en brazos.
Camilo vive, libre como fue su espí­ritu, en lo mejor del pueblo cubano. (Foto: Tomada de Internet)

Llanura hostil, Naturaleza impí­a. Hambre, mosquitos y jejenes, calor, fango, falta de sueño. Y Camilo con su tropa vence, avanza, cruza el Jatibonico, ya muy crecido. Está en Las Villas. Afianza campamento. Y sigue. Yaguajay ¡Ya es Héroe! (Dicen que en Gavilanes, acostado en el piso, disparaba a los aviones). Meneses, Iguará, Venegas, Zulueta, Remedios, Caibarién, Mayajigua, Camajuaní­, conforme le ordenara Fidel.  

Ha entrado en la memoria numerosa de su pueblo «el más brillante de todos los guerrilleros ». Comandante del Pueblo, Señor de la Vanguardia.

Ya es luz y es fuego que entra a Santa Clara a unirse con Guevara. Luego, con Che, a La Habana. Jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde de Cuba. Tiempo vertiginoso, sacrificios en la flor de su vida, vida breve. Como una vez él mismo dijo: «La Historia es dura, pero a ella se va sencillamente ».

Fue su destino: ir, sin un regreso. Y permí­tanme decirles que hay veces que me animo pensándolo perpetuo, llegando exactamente como debió haberse ido, risueño y severo, explosivo y alegre.

Y no es que aparezca, porque no se ha perdido.

No hay lí­quida presencia, ni huracanados huesos, ni fantasma que del viento venga, ni polvo funeral de estrellas, ni barbudas sirenas masculinas.

Camilio Cienfuegos rememora caballerí­a mambisa.
El héroe de la sonrisa franca partió desde Yaguajay al frente de la caballerí­a que desfiló en La Habana el 26 de julio de 1959 (Foto: Perfecto Romero)

Camilo viene y va, es centinela.

Huracán detenido en pleno vuelo, lo veo en las esquinas y en las bocacalles, deslumbrante de sol y verde y mar de espuma; ofreciendo en su muerte mucha vida, de él necesitados corazón adentro, buscando pista donde aterrizar su ejemplo.

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