Rolando, el pequeño gran capitán San Luis

En la guerrilla boliviana Eliseo Reyes Rodrí­guez recibió del Che la orden de organizar la mayorí­a de las emboscadas. En una de ellas muere.

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Capitán San Luis
La famosa foto del joven Capitán San Luis que la revista Bohemia publicara en enero de 1959. (Tomadas de internet).
Mercedes Rodríguez García
Mercedes Rodrí­guez Garcí­a
7675
25 Abril 2017

En 11 de agosto de 1966,   junto con un selecto grupo de 16 cubanos más, Eliseo Reyes Rodrí­guez comenzó el entrenamiento en San Andrés, Pinar del Rí­o. Dos meses después «el mejor hombre de la guerrilla » partió hacia Europa para desde el viejo continente emprender viaje a tierra americana.

Al respecto Ana Francisca, su madre, relató a Elsa Blaquier en conversación recogida en el libro «Seguidores de un sueño », lo siguiente:

«Cierta mañana Eliseo se nos apareció en la casa. Nos invitó a almorzar, y luego me pidió que le arregláramos la maleta porque se iba para la Unión Soviética a pasar un curso. El viaje se iba demorando, hasta que un dí­a viene un chofer y nos pide en nombre de Eliseo que le mandáramos dos mudas de ropas. “ ¿Y dónde va con tan poca ropa”?, le pregunté extrañada. “No sé, pero dice que se las eche en la mochila »â€, me respondió. “Eso me huele a monte”, pensé […] ».

Capitán Eliseo Reyes Rodrí­guez, el delegado del Minint en Pinar del Rí­o. (Tomadas de internet).

«Antes de partir de Cuba no dijo nada, solo reunió a toda la familia y nos tomamos unas fotos. Pensaba volver pronto », relató años después la madre de Eliseo, hermano de diez hijos más nacidos del matrimonio con Marcelino, todos campesinos humildes asentados en una finca del barrio Chamarreta, municipio San Luis, actual provincia de Santiago de Cuba.

En carta que le envió a su esposa desde Bolivia, escribió Eliseo:

« […] siento por una parte el dolor que me ocasiona la partida del lado de mis seres queridos de tu lado, del de mis hijos, del de mis padres pero me reconforta saber que lo hago para luchar contra el enemigo que separa a millones de personas de sus seres más queridos ».

«Eliseo era muy especial, no diferente a los demás niños de su edad continúa Ana Francisca   pero tení­a un algo particular que le hací­a sobresalir, pensaba mucho antes de hacer las cosas y era muy reservado […] yo creo que por eso el Che lo puso de mensajero en la Sierra Maestra, tal vez fue una prueba que pasó con éxito, y ello le ganó su confianza, cosa que no era muy fácil. Yo pienso que por esas cualidades le dio tantas misiones importantes, entre ellas la integrar la columna invasora y marchar junto con él a Las Villas.

«Estuvimos muchos meses sin saber de él. Al triunfar la Revolución nos mandó a buscar desde Sancti Spí­ritus. “Hijo, ¿tú de capitán?”, le pregunté al encontrarnos. No me respondió. Por él habló un soldado que estaba a su lado: “Si, es nuestro jefe”. Se le notaba en el rostro la satisfacción ».

A partir de entonces el Capitán San Luis, recibió nuevas misiones: jefe de la Policí­a Militar en La Cabaña, responsable del G-2 de la Policí­a Nacional y, en 1962, delegado del Ministerio del Interior en la misma provincia donde recibió el entrenamiento como guerrillero internacionalista.

Fue allí­ donde tuvo lugar el último encuentro con el Che en Cuba, irreconocible entonces: alto, ni fornido ni delgado, de hombros encorvados y   prominente calvicie y un rostro donde sobresalí­an la nariz y el mentón, acentuados por unos espejuelos de gruesos lentes.

Nada que ver con aquel guerrillero argentino que en julio de 1957, en el campamento El Hombrito, aceptó incorporarlo al Ejército Rebelde. Mucho menos, con el médico guerrillero que lo atendió cuando fue herido durante la toma Guayos, en 1958. Imposible asociarlo con el Comandante con quien, en 1959, compartiera importantes responsabilidades de mando en la fortaleza de la Cabaña.  

¿Difí­cil imaginar que se trataba del Che Guevara cuya carta de despedida a sus hijos habí­a escuchado en boca de Fidel, el 3 de octubre de 1965, durante la presentación del primer Comité Central del Partido al cual ya pertenecí­a? Cuando lo   identificó se sintió «extraordinariamente conmovido », anotó Eliseo en su cuaderno de apuntes, en septiembre, al iniciar el entrenamiento en Cuba.

Hasta el 22 de octubre de 1966 duró la preparación. Apenas una semana para despedirse de la familia de la esposa Nelia Barreras Hernández, y de sus hijos Maricela, Eliseo y René. «Eliseo se dedicó por entero a la Revolución, ni siquiera tuvimos luna de miel porque nos casamos el 15 de abril de 1961 y ese mismo dí­a le avisaron de la Policí­a Militar que aviones enemigos estaban bombardeando los aeropuertos militares. Salió de inmediato. Era el preludio de la invasión mercenaria por Bahí­a de Cochinos », contó Nelia, que sí­ sabí­a de la misión.

Tiempo de descanso en la guerrilla boliviana. Rolando, sentado a la izquierda. (Tomadas de internet).

El 16 de noviembre de 1966 Rolando (seudónimo del guerrillero Eliseo Reyes Rodrí­guez, Capitán San Luis) y Marcos (Antonio Sánchez Dí­az, Pinares), partieron de Praga hacia Sao Paulo, en un largo viaje de escalas en varios paí­ses.

El 20, en   campamento de í‘acahuasú los recibe el jefe guerrillero, a   quien entregaron armas, municiones y mercancí­as. También estaban Tuma (Carlos Coello Coello), Pombo (Harry Villegas Tamayo) y Pacho (Alberto Fernández Montes de Oca). Ese dí­a consigna el Che en su Diario: «A mediodí­a llegaron Marcos y Rolando. Ahora somos seis. Tardaron tanto porque el aviso les llegó hace una semana. Son los que viajaron más rápido por la ví­a de Sao Paulo ».  

Por sus su capacidad polí­tica, disposición combativa, espí­ritu de sacrificio, el Che lo nombró comisario del grupo y lo asignó a la fuerza Centro, que él mismo comandaba. Bien sabí­a que la pequeña y menuda figura de Rolando se multiplicaba ante cada tarea.

Una anécdota de Leonardo Tamayo (Urbano), confirma esta faceta:  

«...El Che recibió un mensaje de Pinares que decí­a que el ejército avanzaba hacia el campamento central [...] me planteó que hiciera una balsa y me lanzara a cruzar el rí­o, que continuaba muy crecido, y me adelantara con un mensaje para Pinares. San Luis, con ese espí­ritu combativo [...] esa disposición de hombre incansable y siempre dispuesto a los mayores sacrificios, le pide al Che que lo deje a él cumplir la misión porque, le dijo, sabí­a nadar mejor que yo. Efectivamente, San Luis era un peje en el agua y el Che lo utilizó ».  

Teatro de operaciones de la Guerrilla del Che en Bolivia. La flecha indica el lugar de la emboscada donde cayera Rolando, en la finca El Mesón, situada entre Ticucha y el rí­o Iquira, el 25 de abril de 1967. (Tomadas de internet).

Desde el inicio de la guerrilla Rolando recibió del Che la orden de organizar la mayorí­a de las emboscadas. En una de ellas, cae herido de muerte, en la finca El Mesón, situada entre Ticucha y el rí­o Iquira, el 25 de abril de 1967. Le faltaban solo dos dí­as para cumplir 27 años. El hoy coronel retirado Leonardo Tamayo (Urbano)*, al referirse a los hechos relató en una ocasión:

 […] El dí­a de su muerte, el Che le habí­a ordenado poner una emboscada relámpago ante el inminente encuentro con tropas del ejército boliviano.

«Rolando trata de colocar a los combatientes en los lugares más seguros y con la valentí­a que lo caracterizó siempre queda en una posición menos protegida, donde tiene que hacer frente a una ametralladora 30,06 mm. Cuando llevábamos como cinco minutos de combate y el fuego empieza a detenerse, el Che me dice que vaya a ordenar la retirada.

«Al llegar al lugar donde estaba Rolando, lo encontró prácticamente sin conocimiento, con el fusil entre las piernas, pues habí­a intentado hacerse una especie de torniquete para detener la hemorragia. De inmediato voy a informarle al jefe de la situación. El Che me pregunta sobre la herida, ordena traerlo de inmediato y manda a buscar al médico que estaba lejos.

«Lo llevamos ya exangí¼e y mientras el Che trataba de pasarle el único plasma que tení­amos, con el mismo cuchillo de Rolando cortamos para buscar la femoral, pero no dio tiempo, murió desangrado », sin que Che pudiera hacer nada.

Roberto Varona Fleitas, en Crónicas sobre la historia de la guerrilla que dirigió Ernesto Che Guevara en Bolivia, refiere lo que un testigo presencial no revelado narró posteriormente.

«â€¦Y allí­ se para Che, y lleno de dolor afirma: “hemos perdido a uno de los más valientes y a uno de los más queridos de nuestros compañeros...”. Y vemos como si quisiera seguir hablando, pero ya no tuviera palabras ».

De seguido la misma fuente, recuerda el dí­a que enterraron a Rolando « [...] y cuando abrimos una sepultura y ponemos a San Luis, Che se viró de espaldas [...] y le vimos sacar el pañuelo sin darnos el frente. Luego, como siempre, se dominó y dice: “ ¡A ver, carijo, a su lugar! ¡No nos van a matar aquí­ a todos!” ».

Creer o no creer. Pero grande debió ser la tristeza del Che cuando, en franca alusión a «Canto General », de Pablo Neruda, trocó su lápiz guerrillero en pluma de poeta:

« […] de su muerte oscura sólo cabe decir, para un hipotético futuro que pudiera cristalizar: ‘Tú cadáver pequeño de capitán valiente ha extendido en lo inmenso su metálica forma’ »

Con la muerte de Eliseo Reyes Rodrí­guez   se perdí­a no solo como también acotara Che «el mejor hombre de la guerrilla y, naturalmente, uno de sus pilares », sino también «al cuadro más completo, tanto en lo polí­tico como en lo militar ». No existe mejor epitafio para el pequeño gran capitán San Luis, el Rolando internacionalista de la guerrilla de í‘acahuasú.  

*  Sobrevivieron los cubanos Harry Antonio Villegas (Pombo) y Leonardo Tamano (Urbano), así­ como Dariel Alarcón Ramí­rez (Benigno), quien con posterioridad abandonó su paí­s. (Falleció en 2016, en Francia), y tres bolivianos conocidos como Darí­o, í‘ato e Inti.  

Fuentes bibliográficas:

1) Blaquier, Ascaño Elsa. Seguidores de un sueño, Casa Ed. Verde Olivo, La Habana, 1997.

2) Cupull, Adys ­González, Froilán, De í‘ancahuazú en La Higuera, Ed. Polí­tica, La Habana, 1989.

3) Cupull, Adys-González, Froilán, Recuerdos de familia, Ed. Oriente, Santiago de Cuba 1997.

4) Diario del Che en Bolivia, edición digital, consultado on line http://www.diariochebolivia.cubasi.cu

5) Diario de Eliseo Reyes Rodrí­guez, Rolando, edición digital, consultado on line http://www.diariochebolivia.cubasi.cu

6) Varona, Fleites Roberto. Crónicas sobre la historia de la guerrilla que dirigió Ernesto Che Guevara en Bolivia. Versión electrónica en: www.archivochile.com/America_latina/Doc...sobre_che/escritossobreche0146.pdf

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