Carretera a Sagua, la «huérfana » de Santa Clara

«Autoridades de Transporte, inspectores….comprueben la situación por ustedes mismos, y ayúdennos dándole un mejor orden a los recursos con los que contamos».

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Liena María Nieves
Liena Marí­a Nieves
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14 Noviembre 2019

La tercera edición del mes de noviembre saldrá sin respuestas para las últimas quejas publicadas en este espacio. Y que conste, ello no habla de inoperancias ni falta de gestión de Vanguardia, sino del endeble compromiso de algunas instituciones estatales   para con la población que recibe sus servicios.  

Ni la Empresa de Gases Industriales de Santa Clara ni el gobierno en Caibarién o la Empresa Eléctrica de Villa Clara, se han comunicado con los responsables de La columna de la calle para hacernos llegar los resultados de sus pesquisas y las medidas acordadas. Por tanto, procedemos a publicar una nueva queja, enviada esta semana por Julio A. Martel, un santaclareño que cuestiona el desbalance en la distribución del transporte estatal y privado desde y hacia la carretera a Sagua.  

«Esto se ha convertido en un mal que, según parece, nadie puede solucionar. Años atrás, la ruta 1 era una de las más beneficiadas de Santa Clara, aunque todaví­a no existí­an ni remotamente   la cantidad de comunidades y viviendas que se registran hoy en Guamajal, La Estrella, el Polipalo….eso sin contar a las personas que se dirigen a la capital provincial desde Sagua la Grande, Corralillo, Quemado de Gí¼ines, Cifuentes, Hatillo, el Yabú, y que deben moverse por esa ví­a.

«Cada vez que la cosa se ha puesto fea, como ocurrió tras el anuncio del déficit de combustible en el paí­s, aparecen las curas de mercurocromo que duran, a lo sumo, un mes. Por ejemplo, en la parada de El Recanto ubicaron a un inspector que apenas se mantuvo unos cuantos dí­as. Aquello de que los vehí­culos estatales se concientizaron y recogí­an a las personas ya pasó a la historia, al menos en ese punto. Los ómnibus son otro problema. Con dos o tres no se resuelve, pero si estuvieran mejor organizados y alguien los controlara, no ocurrirí­an hechos como que en ocasiones esperas una hora y más, luego pasan dos juntos, o uno no para y sigue de largo y el otro llega atestado. ¿Acaso hay justificación para ello? ».

Y si las opciones del transporte particular fueran una versión mejorada del problema… «Las motonetas, que jamás han dejado de cobrar cinco pesos, y los carretones de caballo, ya vienen llenos de Guamajal o los alquila el que puede, y ahora les ha dado por llegar solamente hasta el ferrocarril, y cuando más, al parque, así­ que no te queda otro remedio que meterte en una cola interminable para abordar algo que te lleve hasta la zona hospitalaria, hacia donde se mueven miles de personas.

«En el regreso padecemos la misma odisea asegura Julio , sumándole que la ruta del Hospital Nuevo a la carretera a Sagua no existe para los motoneteros. Sin embargo, del área del Materno hasta el reparto José Martí­ la situación es completamente distinta. Hay motores, ómnibus de refuerzo, las rutas 7 y 8 e, incluso, las guaguas del Yabú y de Hatillo también llegan hasta allá. ¿Tendremos que permutar para aquella zona? Autoridades de Transporte, inspectores….comprueben la situación por ustedes mismos, y ayúdennos dándole un mejor orden a los recursos con los que contamos ».

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