
Dos días antes de que el año viejo se extinguiera, las palabras de la remediana Dunia Díaz Córdova, residente en la CPA 26 de Julio, en Buenavista, llegaron a mi buzón y se me clavaron en el pecho.
Maestra, campesina y madre de dos niños. El más pequeño, Danyer Medina Díaz, solo tiene seis años: en abril del 2018 se le diagnosticó un Rabdomiosarcoma alveolar de abdomen indiferenciado de alto grado de malignidad. Tras más de 16 meses de tratamiento incluidos quimioterapia, cirugía y radioterapia, durante una de las consultas de seguimiento oncológico, el pasado 24 de septiembre, el ultrasonido reveló una imagen sugestiva de un ganglio inflamado: otra operación y más quimioterapia. Actualmente, Dunia y su pequeño se encuentran en el írea 4 del hospital pediátrico «José Luis Miranda », enfrentando uno de los ciclos de la quimio. Esta madre, que ha penado durante casi dos años, no encuentra suficientes palabras de elogio para los médicos y enfermeras que los han atendido con absoluta entrega.
Sin embargo, otras realidades durísimas suman peso a sus tristezas: «Nuestra casa no es más que dos habitaciones muy pequeñas, con techo de fibrocem a dos metros de altura, sin ventilación, agua, contador ni espacio para ampliarla. Convivimos en total hacinamiento, bajo la humedad y el calor extremos, condiciones que los especialistas indican suprimir de inmediato para evitarle complicaciones.
«Tras conocer el diagnóstico de Danyer, me dirigí en noviembre del 2018 a Atención a la Población del Consejo de Estado y allí se me indicó personarme en la Asamblea Provincial del Poder Popular de Villa Clara y ver a la funcionaria Tania Hernández. Eso hice de inmediato, Tania no se encontraba y fui atendida por otro compañero que me dijo que el caso tenía que ser tramitado en el Gobierno de Remedios. En diciembre tuve un despacho con el presidente de la AMPP del municipio y le entregué un resumen de la historia clínica del niño; en enero volví a reunirme con él. En febrero visitó nuestra vivienda y nos garantizó que priorizaría el caso. En mayo y en julio me dijeron lo mismo. Al despacho de septiembre se sumó la vicepresidenta de inversiones, y ambos me explicaron la posibilidad de que se nos pudiera habilitar como vivienda un local estatal en desuso, lo cual quedó descartado en octubre, pues me informaron que en Buenavista no existe ningún inmueble disponible y que, por tanto, se me aprobaría un subsidio. Para noviembre me dijeron que no había dinero para subsidios en el municipio y que, en cuanto tuvieran, mi caso sería valorado en la comisión.
«Soy una maestra, hija de campesinos y madre de un niño enfermo con cáncer que, gracias a la Revolución, tiene un tratamiento totalmente gratis con protocolo del primer mundo. Por eso les pido con mucha humildad que, por favor, evalúen mi caso más allá de mirarme a la cara y decirme que sí nos van a resolver, aunque sigan pasando los meses y no suceda nada. Nuestro Comandante Fidel nos enseñó que a ningún cubano se le deja desamparado; no me siento de ese modo, pero sí atrapada en una madeja burocrática que ha impedido que una criatura que padece una enfermedad muy invasiva, de pronóstico muy reservado, mejore sus condiciones de vida ».
Dunia, en este minuto, suyos son los corazones de cada persona que haya leído sus palabras. Que la ayuda y sensibilidad que demanda su historia no demoren un segundo más. Ni uno.